Una buena dieta es una de las maneras más sencillas de ayudar a la personas que viven con el VIH/Sida, y puede incluso servir para retardar la progresión del virus mortal, según han asegurado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con motivo de la publicación de un manual sobre la relación entre nutrición e infección.

Según informa la OMS, «la nutrición equilibrada refuerza el sistema inmunitario y potencia los niveles de energía, ayudando así al organismo a resistir a los estragos de la enfermedad». «Si se consigue mantener el peso corporal es más fácil soportar los tratamientos farmacológicos y evitar la malnutrición», agrega.

Para David Nabarro, director ejecutivo de la OMS para el Desarrollo Sostenible y el Medio Ambiente Saludable de la OMS, la relación entre el sida y la malnutrición «es un ejemplo particularmente extremo del círculo vicioso de la disfunción inmunitaria, de las enfermedades infecciosas y la malnutrición».

Por su parte, William Clay, de la División de Alimentos y Nutrición de la FAO, considera que «durante mucho tiempo se han ignorado los aspectos nutricionales del sida», y la atención «se dirigía siempre a los tratamientos farmacológicos». «El mensaje era siempre: «Tome dos pastillas después de las comidas», pero se olvidaban de las comidas», agrega.

«Las personas afectadas por el VIH/Sida necesitan más proteínas para reconstruir el tejido muscular, más alimentos ricos de energía para ganar peso, vitaminas y minerales para reforzar el sistema inmunitario, y agua para combatir la deshidratación», señala.

En este sentido, tras recordar que el 95% de los afectados por el VIH vive en países en desarrollo donde escasean los cuidados sanitarios, los recursos y los medicamentos, Clay señala que pese a que «la comida no es una varita mágica» y «no impedirá que las personas sigan muriendo de sida», «puede ayudarlas a vivir una vida más larga, más cómoda y más productiva».

Para la OMS, a pesar de la pérdida del apetito y de las dificultades para comer, las personas que viven con el sida «tendrían que comer mucho más para combatir la enfermedad y para contrarrestar la pérdida de peso».