Los políticos suelen ser conservadores en las políticas sobre la regulación de drogas. Solo unos pocos países están empezando a legalizar las blandas y la simple mención a que las duras vayan por el mismo camino suena a tabú. Pero cuando no están en el poder, algunos tienen un discurso más contundente. Es el caso de Michelle Bachelet, expresidenta de Chile y alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos.

En la 26ª conferencia sobre reducción de daños de Harm Reduction International (HRI) en Oporto, a la que ha sido invitado EL PAÍS, la política dio unas cuantas razones por las que el modelo actual no está funcionando. “La llamada guerra contra las drogas se basa en que las medidas de represión […] harán que su consumo desaparezca. Pero sabemos, por experiencia, que esto no es verdad. Después de décadas con este enfoque, los países que lo adoptaron no están libres de drogas. Por el contrario, el rango y la cantidad de sustancias que se producen y consumen hoy es mayor que nunca”.

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