Un grupo de científicos españoles acaba de demostrar que uno de cada cinco pacientes infectados con el virus del sida padece algún problema de carácter sexual, desde disfunción eréctil hasta falta de lívido o problemas de eyaculación. De acuerdo con sus resultados, que descartan cualquier relación con alguna disfunción hormonal, el problema radica en los tratamientos antirretrovirales altamente activos que podrían interferir en la función sexual de los enfermos.

La disfunción eréctil es un problema frecuente entre los pacientes portadores del VIH. Además, desde la entrada en el mercado de las terapias antirretrovirales más activas ya se sospechaba de su posible influencia en el problema. En esta ocasión, la relación causa-efecto se ha mostrado especialmente firme en el caso de los inhibidores de la proteasa, unos de los fármacos más empleados en la lucha contra el sida.

Un grupo de facultativos del Hospital de Galdakao, en Vizcaya, evaluó entre 1998 y 2002 a 189 portadores del VIH sin ninguna otra enfermedad crónica (el 58% de los enfermos de sida tratados en el hospital vizcaíno durante un año). En total se llevaron a cabo más de 351 evaluaciones (entre una y cuatro por paciente) que incluían muestras de sangre, medición de los niveles de hormonas (especialmente testosterona y estradiol), y cuestionarios personales en los que los afectados dieron cuenta de sus problemas de carácter sexual.

Así, el 19,5% de ellos admitió padecer algún problema de tipo sexual (falta de lívido, disfunción eréctil etc.); concretamente entre los consumidores de inhibidores de la proteasa, este porcentaje se elevaba hasta el 27%, frente al 4% de quienes no tomaban medicación. Se trata de unas cifras inferiores a las registradas en otros trabajos con portadores, pero muy superiores a la media de hombres sanos de la misma edad.

Los inhibidores son sólo uno de los componentes que forman parte del «cócktail» farmacológico que los pacientes seropositivos están obligados a tomar diariamente. Pese a que las terapias actuales están dirigidas a simplificar horarios y regímenes de medicamentos, todavía es necesaria una estricta adhesión a los tratamientos para lograr una mayor eficacia.

El doctor Julio Collazos, uno de los participantes en esta investigación sugiere que parte del problema podría radicar precisamente en la complejidad de las terapias antirretrovirales: «Probablemente tienen grandes efectos negativos en el bienestar del paciente, recordándoles a menudo que no están completamente sanos, sino que padecen una enfermedad para toda la vida», señala.

Los autores de este trabajo, publicado en el «Journal of Acquired Immune Deficiency Sindrome», admiten que es difícil asegurar con claridad si estos tratamientos provocan algún cambio fisiológico que pueda ser el responsable último de los problemas sexuales. De hecho, los resultados de los análisis descartaron que estos problemas pudieran deberse a una producción anormal de las hormonas sexuales (testosterona), ya que los portadores en tratamiento mostraron niveles idénticos o incluso superiores a quienes no estaban recibiendo la medicación. Sólo el 4% de los análisis mostró niveles de esta hormona por debajo de la media.

En 1999 el mismo equipo de investigadores ya hipotetizó con la posibilidad de que estos tratamientos provocasen algún tipo de disfunción hormonal (hipogonadismo, por ejemplo), que fuese en última instancia la causa de los problemas sexuales de los portadores del virus del sida. Sin embargo, este trabajo parece haber descartado esta posibilidad. Se descarta incluso la influencia del uso de fármacos psicotrópicos u opiáceos.

El doctor Collazos apunta además la posibilidad de que la causa radique en los problemas psicológicos que origina seguir un tratamiento tan complejo. Este facultativo no descarta incluso que las disfunciones sexuales sean debidos a la merma en la calidad de vida que la adhesión a las terapias exige.