Los estrechos callejones están llenos de gente, las tiendas de souvenirs rebosan de objetos, y en el aire flota el olor a carne asada. Sin embargo, lo que más llama la atención en Stone Town (Ciudad de Piedra), el centro histórico de la capital de Zanzíbar, son las grandes puertas de las casas, adornadas con clavos y elementos ornamentales.

Eddy (nombre ficticio) se inclina sobre la miniatura de madera de una de esas puertas que talló con todo detalle en enero de 2020. Tiene 32 años, está delgado, la holgada camiseta de baloncesto le cuelga, y tiene la cabeza rapada cubierta de sudor. Cuenta que mientras trabaja con las manos consigue distraerse y no pensar en la siguiente dosis de heroína.

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