Una de las posibles fórmulas para reducir el consumo de tabaco es la subida de su precio. Un estudio recientemente publicado en la revista Tobacco Control demuestra que existe una relación inversa entre el precio de la cajetilla y su compra o consumo. Así, un aumento de un 10 por ciento en el precio reduce el consumo entre un 5 y un 7 por ciento.

El trabajo, titulado «Precio y consumo de cigarrillos en Europa», ha sido elaborado con datos anuales de los 52 países de lo que la OMS denomina región sanitaria europea. Uno de sus autores, el español Esteve Fernández, investigador del departamento de prevención y control del cáncer del Instituto Catalán de Oncología y profesor de la Universidad Pompeu Fabra, explica a Websalud: «La elasticidad en el precio, esto es, el cambio porcentual en el consumo de cigarrillos por cada aumento de un 1 por ciento en su precio, es real, aunque limitada, para el tabaco. Esto se dudaba hasta ahora. Cuando se aplica el concepto de elasticidad a la compra de automóviles, el asunto está más claro: cuanto más sube el precio menos se compra. El tabaco , por su carácter de droga adictiva, parecía tener características diferentes. Pero hemos visto que existe una cierta elasticidad. Por eso subir el precio del tabaco puede ser una buena estrategia para reducir su consumo «.

Para llegar a esta conclusión, el doctor Fernández, junto con otros científicos de varios países, ha ajustado los precios de los cigarrillos en cada país en el año 2000 usando el Producto Interior Bruto para que la comparación entre países fuera relevante. «Después hemos combinado estos precios con los datos de consumo de ese mismo año para cada país. Por supuesto, hay países, como Reino Unido y Austria, que tienen un consumo parecido de tabaco (alrededor de unos 1.500 cigarrillos por persona y año) a pesar de que el precio proporcional a su Producto Interior Bruto es muy diferente (unos cinco euros en Reino Unido y dos en Austria). Pero al hacer la estadística comparada con todos los países, se ve que hay una norma de proporción inversa entre precio y consumo», explica el científico.

La cuestión inversa, la de si al disminuir el precio se consume más, ha sido ya demostrada. El propio Fernández presentó hace unos años un trabajo, esta vez centrado en España, en el que comprobaba esta relación basándose en datos de consumo y precios desde 1965 hasta 2002.

Este trabajo mostró además curiosas formas de conducta y de evolución en el consumo de cigarrillos. Podría pensarse que la táctica de erradicación del tabaco a base de aumentar el precio discriminaría positivamente a las clases con menos recursos, que fumarían menos por no poder costear el precio si sube mucho. Sin embargo, Fernández aclara que «aquí entran otros factores, como el nivel de educación e información de las personas con más recursos. Normalmente, el perfil del fumador es el de una persona con pocos medios y menos preparada, y parece ser debido a que el mensaje del perjuicio del tabaco no le llega con tanta claridad». Se ha producido aquí, comenta este especialista, un fenómeno curioso: «Hace algunas décadas, fumaban fundamentalmente los hombres de las clases altas. Después comenzaron a fumar los hombres más pobres, y los primeros lo fueron dejando poco a poco. En la década de los sesenta, fueron las mujeres universitarias y con educación las que se habituaron al consumo , para llegar a la actualidad donde son precisamente las mujeres con menos educación las que más fuman».

El aumento del precio del tabaco puede ser, según el estudio, un arma adicional para la lucha contra la que Fernández denomina «epidemia de tabaquismo». Un elemento más a sumar a medidas como la reciente Ley 28/2005 contra el consumo de tabaco .

La ley pareció animar a muchos españoles, al menos en los dos primeros meses, a abandonar el hábito. La venta de productos para dejar de fumar se disparó en el primer mes: en enero se vendieron 45.502 unidades de fármacos antitabaco, según la Cooperativa Farmacéutica Española (Cofares). Sin embargo, los datos de marzo revelan una caída brusca de estas ventas: en el caso de los fármacos antitabaco, hasta un 50 por ciento de descenso (21.026 unidades).

Los españoles han dejado de comprar masivamente otros tipos de tratamientos, como los parches de nicotina. Entre enero y marzo, las ventas de este producto bajaron un 69,1 por ciento. Los fármacos basados en antidepresivos que reducen el síndrome de abstinencia, como bupropión, no se han librado de la caída: un descenso de un 54,2 por ciento en marzo respecto a enero. Los chicles de nicotina fueron los productos que menos notaron el descenso, con una bajada del 38,2 por ciento.

Este retroceso drástico tras el récord de venta alcanzado en enero era de prever, y ya ocurrió en Italia en 2005 tras la entrada en vigor de una ley similar a la española. Otro tanto parece haber ocurrido con los cursos de deshabituación. La Asociación Española contra el Cáncer asegura que alcanzaron un pico de peticiones de asistencia al entrar en vigor la ley, pero han caído de nuevo hasta llegar a los índices normales.