El director del Centro Provincial de Atención a las Adicciones (CPA) de Luján se reunió con EL CIVISMO para explicar algunos puntos de ese informe.

Días atrás se conocieron los resultados del primer estudio comparativo sobre el uso de drogas en población escolar secundaria de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

El trabajo fue planificado de manera conjunta por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y la Comisión Interamericana para el control del Abuso de Drogas (CICAD) y ejecutado por los distintos organismos oficiales que en cada uno de esos países trabajan en el tema.

La metodología de investigación consistió en dividir al estudiantado en grupos etarios: hasta 14 años, desde 14 a 17 y de 17 en adelante. En la Argentina, se evaluó a más del 40 por ciento del total de alumnos.

Este medio se reunió con el director del Centro Provincial de Atención a las Adicciones (CPA) de Luján, Sebastián Pérez Pannelli, para conocer diversos puntos del extenso informe que alcanzó difusión en algunos medios nacionales.

«Estos organismos internacionales están empezando a pensar que la problemática de las adicciones no se limita a la esfera local sino que abarca una esfera internacional. Tanto las investigaciones como las intervenciones tienen que ser globales», explicó Pannelli.

A modo de ejemplo, el titular local del CPA contó que a mediados de la década del 80 se había reprimido el cultivo de coca en Bolivia y Perú, acción que generó -de manera inmediata- un incremento de ese tipo de plantaciones en Colombia.

«La idea es abarcar el tema desde un punto de vista integral. Además, hoy se planta en un lugar, se procesa en otro y se distribuye en otro. Un pibe que va a comprar drogas a un kiosquito no sabe que en realidad su demanda está delimitada por cuestiones internacionales», agregó.

En este primer estudio comparativo que se efectuó en la población estudiantil de la región se advierte que la Argentina encabeza el consumo de cocaína en estudiantes que transitan el nivel medio de enseñanza, con el 2,5 por ciento (se toma como referencia el último año).

En este sentido, entre el 2001 y el 2006, en nuestro país el acceso a esa sustancia creció un 170 por ciento, cifra que no contempla a los jóvenes que permanecen fuera del sistema educativo.

Si bien para el titular local del CPA estos datos resultan preocupantes, es necesario «analizarlos contemplando los avatares económicos desde la caída de Fernando de la Rúa hasta la actualidad».

«Debemos tener en cuenta que es una lectura sesgada, porque no incluye la crisis de 2001. Antes la cocaína era de muy fácil acceso porque la gente tenía más dinero y la podía comprar. Después de la devaluación el mercado interno se redujo y se empezó a exportar a Europa. En ese contexto, aparece el «paco», que es mucho más barato. Ahora, la situación económica está mejor y eso favorece el resurgimiento de la cocaína», opinó.

Pero más allá de distintas interpretaciones sobre los números que plantea el trabajo, Pannelli entiende que «lo interesante del estudio, además de que ofrece datos de todos los países de la región, es que empieza a asociar determinantes cualitativos del consumo de sustancias».

El proyecto pensado por los organismos internacionales mencionados no sólo indica quién consume y a qué edad, sino que también toma en cuenta la percepción del riesgo que tienen los jóvenes.

«Cuando el chico consume ocasionalmente tiene una baja percepción del riesgo que implica esa droga. Cuando el chico recurre de manera habitual a determinado estupefaciente tiene una mayor percepción del riesgo. Es grave, porque los jóvenes no lo ven como peligroso cuando recién empiezan a consumir. Recién advierten el peligro cuando ya están metidos en el problema. La idea es lograr que el consumo no se vea como algo natural», explicó Pannelli.

Para conseguir ese objetivo, el profesional considera que «resulta importante trabajar en edades tempranas para informar acerca de los riesgos que implica el consumo de sustancias».

En el caso de la marihuana, sólo el 30 por ciento de los estudiantes que la han consumido alguna vez advierten los problemas que puede encerrar esa práctica. Ese porcentaje crece al 73 en aquellos jóvenes que consumen cannabis con frecuencia.

El ejemplo de la cocaína también arroja datos similares sobre la escasa conciencia de riesgo que tienen aquellos estudiantes que disponen de esa droga de manera ocasional: del total, el 35 por ciento comprende y advierte el peligro, mientras que ese número se duplica en aquellos jóvenes que mantienen contacto directo y permanente con el «oro blanco».

EL FUTURO QUE NO VIENE

«El estudio también nos permite advertir que los jóvenes que más consumen creen tener menos posibilidades de futuro que aquellos que no consumen», comentó Pannelli.

En el caso de la Argentina, la prevalencia de cualquier droga ilícita asciende de 6,9 por ciento entre estudiantes que consideran muy probable terminar los estudios a 18,1 por ciento en jóvenes que están seguros de no terminar la secundaria. El análisis de esa parte del informe permite pensar en una realidad relacionada directamente con la falta de porvenir que sufren muchos de los menores adictos a determinadas drogas: a mayor consumo menos expectativas de futuro.

La realidad familiar y el papel de los padres y del sistema educativo son otras de las variables que se incluyeron en el estudio.

«En el caso de la Argentina, el consumo de cualquier droga ilícita aumenta de 4,9 en estudiantes con padres involucrados en el criado de sus hijos a 16,3 en aquellos chicos con padres ausentes».

En lo que respecta a las escuelas, se analizó la incidencia que tienen en el consumo la disciplina y la exigencia académica de los centros educativos que participaron de la muestra.

«En la mayoría de los países, el consumo de cualquier droga ilícita se duplica cuando la escuela es percibida por los chicos como sin ninguna exigencia académica».

Según el profesional, este dato demuestra que «no se tiene que atacar al problema desde un sólo sector».

«En la intervención tienen que estar involucrados los padres de los chicos, la escuela también tiene que propiciar un diálogo con los demás actores. Cambiamos el plan educativo pero hay ciertas cosas que no se modifican», analizó Pannelli.

FACTOR DE RIESGO

Una de las drogas lícitas más aceptadas socialmente es el alcohol. Entendido como una práctica divertida e inevitable de la juventud, la ingesta excesiva puede resultar, sin embargo, la puerta de entrada a otras sustancias que por su composición generan un mayor grado de adicción y toxicidad.

«Entre las drogas lícitas, el alcohol sigue siendo lo que más se consume, le siguen el tabaco y los psicofármacos.

«En todos los países la prevalencia de marihuana, pasta base y cocaína aumentó vertiginosamente en aquellos estudiantes que también bebieron alcohol», informó el director del CPA Luján.

«Tenemos un 70 por ciento de chicos en la Argentina que ingieren alcohol. Nos deberíamos preguntar cuántos de esos chicos consumirán en un futuro marihuana u otras drogas», agregó.

Uno de los indicadores medidos que incluye el informe refiere a situaciones puntuales de intoxicaciones o borracheras que pueden haberse dado con cualquier cantidad y tipo de bebidas alcohólicas.

Sobre el total de estudiantes que consumieron alcohol en el último mes (42,2 por ciento), casi un tercio declaró haberse emborrachado o haber tomado más de la cuenta. Sin embargo, cuando la pregunta intentó determinar la cantidad de adolescentes que en el último mes bebieron cinco o más vasos, la cifra ascendió al 51,7 por ciento.

«Esto demuestra que para muchos chicos beber cinco copas no significa tomar en exceso, cuando en realidad sí lo es.»

UN REPASO LOCAL

La charla con el director del CPA local (organismo que depende del ministerio de Salud bonaerense, que a su vez cuenta con una Subsecretaría de Atención a las Adicciones), sirvió para efectuar un breve repaso sobre la situación que se vive en la zona.

Al igual que en una nota publicada en este medio en octubre del año pasado, el profesional volvió a resaltar que en Luján «lo que más se consumen son drogas lícitas, y en eso sobresale el alcohol».

«También tenemos un elevado consumo de marihuana y en menor medida cocaína e inhalantes».

Con respecto al «paco» o «pasta base», sustancia que surge de una de las etapas de producción de la cocaína y que resulta sumamente adictiva, Pannelli informó que «son muy pocas las consultas, pero en todos los casos el consumo se da en el lugar de compra, que generalmente son villas del Conurbano Bonaerense.

«Es decir, salen del territorio para consumir drogas más pesadas. El acceso de la droga se va haciendo gradual».

El narcotráfico en Luján

En los medios periodísticos locales los primeros casos relacionados, de alguna manera, con el tráfico de drogas aparecen en la década del 70. Por esos años, EL CIVISMO informaba sobre el robo de Cáñamo Índico (planta de la cual se obtiene la marihuana) en campos de la localidad de Jáuregui. Recién en la década del 90, durante la presidencia de Carlos Menem, el tema drogas comenzó a ocupar un espacio destacado en los espacios informativos de la zona.

Más cerca en el tiempo, en abril de 2005 la Policía interceptó un camión que transitaba por la Ruta Provincial Nº 6 a pocos metros del «puente 6 y 6» y decomisó 311 kilos de cocaína de máxima pureza. Ese operativo, bautizado «oro blanco», se convirtió en uno de los procedimientos antidrogas más importantes en la historia del país.

Un año antes, en febrero de 2004 en un hangar del Aero Club Luján se halló media tonelada de marihuana.

También por esa época, un accidente ocurrido en Uruguay volvió a colocar a Luján en el circuito de la droga: en el interior de una avioneta, que partió de nuestra ciudad y se estrelló en el país vecino, fue descubierto un importante cargamento de cocaína.

Las páginas de esta parte de la historia lujanense se completan con las detenciones de importantes dealer de la droga como Sebastián Mareli y Sergio Navarro, quienes aún permanecen presos.