Una larga carrera de obstáculos salvados para, al final, acabar cayendo estrepitosamente a pocos metros de la meta. Eso es más o menos lo que le ha ocurrido a J.P., un hombre de unos 50 años, que vive en la calle en Barcelona con una grave enfermedad y que arrastra desde hace mucho tiempo una severa adicción a la heroína. Es la primera persona a quien la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) del Ministerio de Sanidad ha autorizado el tratamiento con esa sustancia como uso compasivo, al margen de los pacientes adscritos al Proyecto Experimental de Prescripción de Estupefacientes de Andalucía (PEPSA), todos ellos residentes en Granada. Pero no le ha servido de nada.

Después de mucho pelear, J.P. y su médico internista en hospital Sagrat Cor de Barcelona, Jordi Delàs, consiguieron primero convencer a la dirección del centro para que aprobase la solicitud del tratamiento con diamorfina (heroína) y después a la AEMPS para que lo autorizase, al cumplir los preceptos fundamentales del ensayo clínico realizado en Granada en 2004:  administración de la heroína por vía intravenosa, haber fracasado con otros métodos de deshabituación y padecer una grave enfermedad asociada al consumo. Pero al final, los dos se han topado con un muro insalvable: la Generalitat de Catalunya, como Administración competente, se niega a financiar el coste de este tratamiento, que, según la estimación del médico, sería de unos 270 euros al mes.

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