En el trabajo, presentado este miércoles en el marco del Encuentro Iberoamericano de Consumidores, se destaca que este tipo de juegos puede provocar «aislamiento, pobreza en las relaciones con los demás, pérdida de la noción del tiempo y de la realidad», problemas que se acentúan si los niños juegan solos y sin la supervisión de algún adulto.

«Es preocupante» que el contenido violento «se haya convertido en uno de los elementos importantes de cualquier videojuego que quiera triunfar», señala el informe realizado a partir de más de mil entrevistas en la Comunidad Valenciana.

Además, el 46% de los menores encuestados aseguró tener juegos pirateados, por lo que «en estos casos no hay posibilidad de etiquetar el producto y de controlar su consumo» y, según el informe, en muchas ocasiones «los videojuegos no llevan una etiqueta sobre la edad recomendada».

Los menores «tienen un fácil acceso a los juegos de carácter violento y agresivo que les permite, cada vez que lo deseen, torturar a un enemigo, rematarlo en el suelo o machacarles la cabeza».

En el estudio se han analizado durante varios meses los números de cuatro revistas especializadas y en sus páginas se han detectado comentarios que resaltan, en su opinión, «la violencia gratuita, con marcado carácter sexista y fotos de mal gusto».

La violencia, integrada en la normalidad más absoluta

Según el estudio, el número 60 de la revista PlayStation publica un análisis del juego Syphon Filter 3 en el que se explica que «nunca un virus ha dado tanto de sí, provocando adicción al juego, pulgares en carne viva, trastornos de la personalidad, obsesiones y otras afecciones graves pero muy divertidas. ¿Quieres infectarte? Te lo ponemos fácil».

Los datos revelan que el 90% de los niños ha jugado alguna vez a un videojuego y que la mayoría de ellos posee una videoconsola en casa.

AVACU afirma que los videojuegos no convierten a los niños en adultos agresivos, pero «integran la violencia como algo normal, por lo que desensibilizan ante ella y pueden favorecer comportamientos violentos».

Según el estudio, la violencia de los videojuegos puede llegar a ser «incluso más perjudicial que la de la televisión», debido al alto grado que existe en estos últimos y gracias al cual el niño se convierte en agente activo de actos violentos.

La asociación valenciana reclama una normativa comunitaria que regule la comercialización y publicidad de los videojuegos, especialmente de aquellos que ensalzan la violencia, el sexismo o la discriminación.

En el estudio se apunta también que este tipo de juegos pueden aportar beneficios como «el acercamiento al mundo de la informática, el desarrollo de los reflejos, de la imaginación y la creatividad», por lo que los padres y educadores deben recuperar su «responsabilidad» respecto a la educación de sus hijos.