De diez personas que tienen contacto con la cocaína, sólo tres se vuelven adictos. Mientras que de diez personas que prueban alguna vez el cigarrillo, ocho terminan adquiriendo el hábito de fumar. Los médicos especialistas aseguran que hay una razón: la nicotina genera mucha más adicción.

Los números son alarmantes y las consecuencias para la salud lo son aún más. El tabaquismo ocasiona graves daños al cuerpo humano que van desde la afectación de las arterias de corazón, piernas y cerebro, deterioro del sistema respiratorio, y diferentes tipos de cáncer.

«Tarda de 10 a 15 años para que aparezcan las graves enfermedades producto del consumo del cigarrillo», señala el neumólogo Lorenzo Herrera. El especialista indica que sólo es posible prevenir estas enfermedades eliminando precozmente la ingesta de la nicotina.

La neumóloga Leonor Sosa estima que los jóvenes en plena adolescencia -entre 16 y 18 años- están más propensos a sumergirse en el vicio del cigarrillo, pero los datos manejados por el doctor Lorenzo Herrera son más alarmantes: el contacto con la nicotina empieza a los ocho años en Venezuela.

«Los jóvenes son impermeables a los mensajes relacionados con la salud. Es por esto que son más proclives a consumir el cigarrillo», dice Herrera. Y Sosa coincide: «Como los síntomas no son visibles a corto plazo, los jóvenes creen que no van a fumar por más de 20 años».

Las enfermedades producidas por la nicotina son progresivas. La droga afecta las arterias ocasionando infartos, anginas, accidentes cardiovasculares, bronquitis crónica, enfisema pulmonar e impotencia sexual en los hombres.

Cuando el fumador es una mujer embarazada afecta directamente al feto. «El bebé nace con bajo peso y su desarrollo pulmonar es menor», señala Sosa. Según el Ministerio para la Salud español en un estudio del año 2007, el tabaquismo incide en 90% de los casos de bronquitis, 95% en casos de cáncer de pulmón y 30% de todas las cardiopatías coronarias. No solamente produce el cáncer de pulmón.

«Con los años se van sumando más tipos de cáncer producidos por el tabaquismo como el cáncer de riñón, estómago, páncreas y cuello uterino», indica Leonor Sosa, quien agrega que a esta lista se le añaden el cáncer de laringe, faringe y cavidad bucal.

Los fumadores adictos padecen algunos síntomas visibles, como arrugas prematuras en el labio superior, alrededor de los ojos, en la barbilla y mejillas y la piel se torna color grisáceo.

Los dos pasos

Pero el panorama no es tan turbio. Los médicos especialistas afirman que sí se puede dejar de fumar… «El paso más difícil de tomar es decidir dejar de fumar. El segundo es buscar ayuda», afirma Lorenzo Herrera. «Autotratarse es muy difícil, así que los fumadores deben buscar la ayuda de un médico o de enfermera que funja como terapeuta y vaya aconsejandolo», continúa la explicación el neumólogo.

Leonor Sosa coincide y reafirma la posición de Herrera. «De los pacientes que deciden dejar solos -sin atención médica- el vicio, sólo 3% lo logra exitosamente. En cambio si se hace con supervisión y orientación 50% de las personas dejan el cigarrillo», revela Sosa.

Parte del apoyo prestado por los médicos más allá de la prescripción de fármacos, consiste en diagnosticar el nivel de adicción del paciente. «Por medio de un test, evaluamos ítems como cuánto tiempo después de levantarse siente la necesidad de fumar, cantidad de cigarrillos consumidos y el tiempo que lleva fumando, así se determina si la adicción es leve, severa o moderada», señala Sosa.

Algunas medidas que han incidido en la disminución del consumo de cigarrillos han sido las campañas publicitarias impuestas por los ministerios de Salud mundialmente. «Los estudios muestran que la frecuencia en el consumo ha disminuido 3%», sentencia Herrera. Las restricciones para fumadores en lugares públicos también han coadyuvado a esta baja en el consumo. «Los cigarrillos bajos en nicotina no disminuyen la mortalidad ni el riesgo de enfermedades», acota Leonor Sosa, quien señala que es más efectivo sustituir el cigarrillo por parches, chicles y pastillas que inhiben los receptores de nicotina en el cerebro, por lo tanto no segrega dopamina, que produce placer al fumar.