Mesa para tres, no fumadores. Es el primer pedido que realizan Elisa Cermeño y sus dos compañeras de trabajo apenas entran a una pizzería en Altamira para almorzar.

Ninguna usa cigarrillos y aseguran que ni siquiera soportan el olor del humo, por eso agradecen que en los restaurantes y locales de comida rápida existan espacios exclusivos para los fumadores.

«Comer en un sitio lleno de humo es como hacerlo al lado del Guaire. Hay fumadores que pretenden que si me molesta el olor sea yo quien me vaya, cuando son ellos los que contaminan», señala.

Desde hace varios años, el Estado ha intentado bajarle combustión al consumo de cigarrillos. En 2000, el Ministerio de Salud emitió una resolución que prohibió fumar en centros de salud públicos y privados, y en mayo de 2007, el entonces director de Contraloría Sanitaria del Ministerio de Salud, Ernesto Perdomo, hizo el polémico anuncio de que los bares, discotecas y otros locales nocturnos serían territorios libre de humo. Pero, más allá del revuelo, la advertencia no se cumplió.

Precisamente, Josmaly Rebolledo se queja de que en las discotecas y tascas, como las de Candelaria y Chacao, no exista control. Cuenta que el humo le irrita los ojos y al día siguiente de una noche de rumba amanece con molestia en la garganta: «Quedo como si me hubiese fumado dos cajas de cigarros sola; además, el cabello y la ropa huelen mal».

Considera también que es un problema de seguridad, debido a que si un cigarrillo mal apagado cae en una alfombra, puede ocasionar un incendio.

«En el Centro San Ignacio hay locales alfombrados y se permite fumar dentro. El problema no es controlar el fuego, porque seguro tienen los equipos de seguridad, me preocupa es cómo pueden reaccionar frente a un incendio cientos de personas bajo el efecto del alcohol», señala.

La Alcaldía Metropolitana intenta de nuevo disminuir las cifras de fumadores pasivos.

Según la propuesta que consignó ante los concejales del Cabildo Metropolitano, los lugares públicos de Caracas deben ser exclusivos para fumadores o, de lo contrario, sitios donde nadie puede encender un cigarrillo. La eliminación de los establecimientos mixtos es uno de los cambios sustanciales que aprobaron los ediles (en una primera discusión) para producir una Reforma Parcial a la Ordenanza Metropolitana Sobre Ambiente Libre de Humo de Tabaco, vigente desde 2007.

Algunos propietarios de establecimientos ven con buenos ojos la propuesta. La arepera La Casa del Llano, en Las Mercedes, tiene espacios para fumadores y no fumadores, y su propietario, Antonio Acafrao, sólo espera una decisión de las autoridades para convertir el local en un área libre de humo.

«Si la gente viene a comer es a comer, no hay por qué fumar. No tengo ningún problema de que mi local sea completo de no fumadores; estoy seguro de que no me traerá pérdidas», indica.

Pero la idea de sacar el humo de los establecimientos cerrados no ha sido hasta ahora un problema de ley sino de seguimiento a las disposiciones. En marzo de 2004, el Ministerio de Salud prohibió la publicidad de los productos derivados del tabaco por medio de las resoluciones 109 y 110. Se ordenó a los fabricantes advertir los daños en el empaque de las cajetillas de cigarro, también se exigió la colocación de esta información en los centros de venta, con lo cual se eliminó la venta informal.

El despacho de Salud adelantó en 2006 otra campaña a favor de los fumadores pasivos. Declaró territorios libre de humo los parques, el Metro de Caracas, el aeropuerto de Maiquetía y los centros Expreso de Chacaíto y La Trinidad, y Sambil. Sin embargo, este último establecimiento es un ejemplo de que Caracas se ha liberado a medias del humo.

En las terrazas, incluso en el estacionamiento, los visitantes disfrutan ilegalmente de sus cigarros.

María Eugenia Rodríguez tiene 30 años de edad y 8 como fumadora. Dice que siente que hay una «cacería» hacia los fumadores, pero es consciente de las molestias que ocasiona cuando enciende un cigarrillo en un lugar cerrado. Por eso espera que en cualquier momento llegue la noticia de que tendrá que salir de los locales para fumar.

«Las veces que he ido a Europa lo hice. En verdad es una molestia, pero qué va hacer uno. Ley es ley», comenta.

Hay posiciones radicales, como la de Ernesto Gianny, que asegura que deben ser los propietarios de los locales los que inviertan en equipos eficientes de extracción del humo.

«Con buenos extractores nadie olería nada. Me molesta que en sitios de comida rápida los espacios para fumadores son unas esquinas heladas y pequeñas; eso es discriminatorio», considera.

La palabra final la tienen las autoridades. La vigilancia del cumplimiento de las normas existentes todavía es una deuda, al igual que un mecanismo definitivo y efectivo para evitar que no fumadores respiren el humo de otros.