Los psiquiatras no descansan ni se toman vacaciones en diciembre, ya que son comunes las consultas para tratar la depresión en adultos y trastornos de angustia en niños y adolescentes, cuadros que se disparan en víspera de Año Nuevo, alentados, en muchos casos, por la inseguridad y la crisis económica.

Entre la sintomatología más frecuente en los adultos destacan cuadros de pánico y miedo, insomnio, fatiga y cansancio injustificado e inapetencia sexual, entre otros. Algunas reacciones que se presentan en los niños y adolescentes, al ver a sus padres angustiados, son inapetencia o, en otros casos, apetito exagerado, trastornos de sueño, desconcierto y rebeldía, violencia e inclinación a las adicciones.

José Luis López, médico psiquiatra que forma parte del equipo interdisciplinario En Persona, afirma que actualmente ocurre un aumento de depresiones en niños y adolescentes, un fenómeno que no se detectaba antes porque esta población no presenta los mismos síntomas que los adultos y tiene su propia forma de expresar emociones.

«Los padres nos traen a niños y adolescentes disfuncionales en sus esferas de desempeño social, familiar, académico e inclusive en sus relaciones interpersonales. Son niños que dejan de jugar, de rendir en el colegio, que se vuelven agresivos con los padres o que se aíslan, o comienzan a presentar conductas disyuntivas», explica.

La inseguridad personal ha sido una de las principales causas. Estos niños no disfrutan ni tienen el esparcimiento de antes. «Están secuestrados la mayor parte del tiempo en sus casas. Tienen poco espacio para jugar; no van a los parques; se mantienen bajo custodia; están con mucha más vigilancia debido al riesgo de que sean víctimas de delincuencia. Son muchachos que se están criando bajo un sistema de supervisión muy fuerte.

Pocas veces salen solos; los llevan y los traen a todas partes».

Esto ha traído como consecuencia que estén perdiendo la independencia y no tengan herramientas para defenderse a sí mismos. «Muchos de los trastornos de la infancia y la adolescencia tienen que ver con un ambiente de violencia que tiene aterrorizados a los padres. Es un entorno en el que los adultos están absolutamente presionados con pensamientos que tienen que ver con el riesgo de secuestro, con la posibilidad de que les vaya mal, de que puedan entrar en el apartamento o que los vayan a coaccionar por dinero para un rescate».

Ante ello, los adolescentes empiezan a reaccionar con ansiedad y en muchas ocasiones requieren de medicación. «No les importa si salen mal en los estudios, no tienen ambición para el futuro y se aíslan en la tecno-adicción. Se conforman con mandar mensajitos por teléfono o interactuar en los chats de la computadora. No socializan en persona».

Afirma que ha habido un aumento significativo de los problemas de tipo afectivo, trastornos de atención, de aprendizaje, conductuales y psicosis infantil.

Aprender a vivir con la realidad

Prepare a sus hijos para las carencias y limitaciones.

Muchas veces se acostumbran a pedir sin saber el valor de las cosas y el sacrificio que hacen los padres para que no les falte nada.

Saque provecho de las situaciones negativas. Si no puede salir con la frecuencia con que lo hacía anteriormente, incluya actividades sociales y recreativas que puedan ser compartidas en familia.

Al pasar la euforia del Año Nuevo, seguramente la tranquilidad del primero de enero pudiera provocar una sensación de tristeza.

El psiquiatra José Luis López recomienda ver la parte positiva: «Es un día fabuloso para moverse en Caracas, descansar, leer un libro, poner todo en orden, ir al cine o visitar a los amigos o la familia».

No magnificar los hechos. Es necesario ver la realidad tal cual es y no sobredimensionarla. Una manera de evitar caer en depresiones es no hacer conjeturas a futuro y pensar que la crisis se puede resolver con el tiempo.

Millones de personas están afectadas por el mismo problema y juntas pueden resolverlo.

Se deben evitar conversaciones de tipo catastrófico. La gente tiende a ver que cada año es peor que el otro. Hay que recordar que toda persona traza su camino y dependerá del espíritu de cada quien evolucionar o quedarse estancado.

Una de las situaciones que más angustia causa y que se presenta con frecuencia es quedarse sin dinero a comienzos de año. Por eso, hay que reconocer que diciembre es un mes con más gastos de lo habitual. No se gana nada con lamentarse y es necesario trabajar en función del ahora y del futuro.