Un nuevo centro de desintoxicación y rehabilitación para niños será construido en Maracaibo, como una solución al problema de la población de infantes trabajadores y de la calle. La necesidad surgió a partir de los numerosos estudios y censos realizados, que han demostrado que la cantidad de muchachos en esa situación ha proliferado en la región, y que ingresan paulatinamente al consumo de drogas y la mendicidad.

Jenny Fernández, directora general de Casa Mía, organismo paramunicipal de atención a los niños trabajadores y de calle, señaló que actualmente levantan un censo de niños y jóvenes que viven en la calle, que en muchos casos tienen madre y padre con hogar, pero cuyos lazos familiares están rotos.

A la especialista le preocupa igualmente la población de adultos consumidores que alguna vez fueron niños de la calle y que ahora influyen negativamente sobre el número de menores. La cantidad de indigentes adultos se ha incrementado en Maracaibo.

“Son personas con fuerte tendencia al consumo de drogas, que quizás jamás contaron con un plan o un proyecto clínico adecuado que pudiera ayudarlos, y que ahora amenazan con arrastrar a una población importante de menores al mundo de la prostitución y la intoxicación profunda”.

Algunos de estos menores buscan ser útiles y lograr alguna oportunidad, pero el rechazo de los ciudadanos, de sus familias y algunos organismos, envuelven y lanzan a los niños a un complejo mundo de mendicidad, drogas, violencia e indigencia.

El estudio realizado por Casa Mía revela que las zonas más frecuentadas por los niños y adolescentes de calle en Maracaibo son el casco central en la parroquia Chiquinquirá y la zona norte. En el centro es mayor el número de niños indigentes con más de 7 años de abandono que viven entre los árboles y debajo de los puentes cercanos al terminal terrestre de pasajeros.

María Andrade, una trabajadora social con años dedicada trabajar con este tipo de infantes, contó que por lo general los muchachos de la calle aceptan la ayuda, comen y se bañan en la institución, comparten con otros menores, pero inmediatamente se van.

Refiere que muchas veces los padres prefieren que sus hijos salgan a mendigar en vez de asumir una responsabilidad. Recalca que su trabajo le genera enorme impotencia, ya que a veces cree que no es mayor cosa lo que puede hacerse.

Una oportunidad
Según las últimas cifras presentadas por Casa Mía, recogidas conjuntamente con la Fundación Niños del Sol y la Universidad del Zulia, solamente en Maracaibo existen alrededor de 1.100 niños que mendigan, de los cuales 400 pernoctan fuera de sus casas, ya que no pueden cumplir con las exigencias económicas y las cuotas establecidas por el núcleo familiar al que pertenecen.

La mayoría de estos niños proviene de parroquias con alta población indígena como Ildefonso Vásquez, Raúl Leoni y Antonio Borjas Romero.

Según los estudios realizados, la mayoría de los muchachos de la calle en Zulia rechazan la autoridad, por lo que no aceptan los controles, no soportan el liderazgo, e ingresan de forma dual al mundo de la droga y la mendicidad, ya sea por un amigo, o porque dentro de sus propios valores consideran que es la única forma de sobrevivir.

La alcaldía de Maracaibo implementó desde hace un año el programa Divino Niño en las cercanías del mercado Las Pulgas, para atender a la población de menores trabajadores y conocer bien lo que necesitan.

“Buscamos la atención de los jóvenes en los programas que existen y captar a los niños y jóvenes trabajadores. La unidad de desintoxicación y la comunidad terapéutica surgen precisamente por el diagnóstico que hemos levantado desde hace un año”, dijo Jenny Fernández.

La directora de Casa Mía señala que actualmente luchan por atender a una gran cantidad de niños trabajadores que son alimentados, educados y supervisados para que no trabajen más de 4 horas diarias, y si es posible que dejen de trabajar.

Sin embargo, dice que resulta preocupante que parte de esa población de niños y adolescentes tengan más de 5 años de exposición en la calle con alto consumo de drogas.

Señala que se trata de consumidores compulsivos con frecuencia diaria de derivados de la cocaína como el crack y el bazuco, con un fuerte cuadro psiquiátrico y un alto nivel de desnutrición.

Fernández apunta con franqueza que para acabar con el problema hace falta un programa que logre dar respuesta a las necesidades reales de estos niños y jóvenes, ya que la mayoría ya ha sido atendida por varias instituciones, incluyendo Casa Mía, y aún tienen adicción a las drogas.

Para los toxicólogos y los médicos psiquiátricos infantiles de estas instituciones no se le ha aplicado a estos niños el programa adecuado a su frecuencia de consumo.

Existe un proyecto que se ha gestado desde hace varios años y que ha comenzado a generar interés tanto para los gobiernos municipal, regional y nacional, organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la Comunidad Económica Europea y el gobierno de Estados Unidos.

El embajador norteamericano William Brownfield señaló en su visita al Zulia que el gobierno que representa tiene mucho interés por este tipo de iniciativas que permiten combatir el consumo de drogas desde esta zona.

El proyecto ha sido denominado como la Unidad de Desintoxicación y Comunidad Terapéutica para niños y adolescentes usuarios de droga, y funcionará al lado de la Universidad Bolivariana, antigua Universidad Rafael Urdaneta, en las afueras de Maracaibo.

Tendrá capacidad para un número aproximado de 100 jóvenes
jóvenes al mes, y servirá en primer término para la rehabilitación de niños de la calle con problemas de consumo. Sin embargo, se prevé que más adelante la institución pueda tratar a niños y jóvenes con problemas de consumo de estupefacientes provenientes de familias de escasos recursos.

Fernández adelantó que por concepto de Fides ya fueron aprobados 3 millardos de bolívares para iniciar la construcción, y sólo se espera abrir el fideicomiso, porque tanto el proyecto arquitectónico como el terreno están listos.

Recalcó que se trata de un proyecto bien completo que ha contado con la asesoría minuciosa de todos los profesionales y organismos que tienen que ver con el combate de las drogas.

“Se espera que el plan pueda darle una respuesta a esa población infantil afectada que hasta ahora se le siguen vulnerando sus derechos en la calle”.

Representantes de la Alcaldía de Maracaibo aseguran que el proyecto será finalizado para finales del próximo año.

Plan provisional

Por lo pronto se ha logrado desintoxicar a algunos niños a través de un plan que permite su ingreso a clínicas privadas para tal fin, hasta que se termine la construcción del nuevo centro.

El programa de desintoxicación de Casa Mía permite trasladar a algunos de estos jóvenes a hospitales y clínicas privadas. La desintoxicación por abuso de drogas cuesta 5 millones de bolívares al mes por cada niño.

“Hay muchachos que necesitan un mes o menos mientras hay otros que necesitan mucho más, todo depende del daño causado”, dice Jenny Fernández y recalca: “Son ellos mismos lo que lo piden en su momento de lucidez porque ya no lo pueden controlar. Hay niños que llegan llorando pidiéndonos que los encerremos porque ya no pueden con el vicio”.

Para Fernández la adicción a las drogas es una enfermedad que como la diabetes puede ser controlada, pero que nadie sabe en qué momento emocional del individuo puede haber una recaída, independientemente del tiempo de abstención que tenga, porque es algo que existe en su subconsciente.

La institución Casa Mía no tiene cifras del número de niños que han sido desintoxicados a través de planes privados, pero sus estudios confirmaron la necesidad de atender entre 70 y 100 niños al mes en el nuevo centro de desintoxicación, para que posteriormente decenas de especialistas se encarguen de la rehabilitación física y psicológica. “Este es un proceso mucho más largo y lento y que puede durar un año”.

Algunos de estos niños desintoxicados han logrado conseguir trabajos en restaurantes como McDonald’s en Maracaibo, a través de un convenio entre el restaurante y la institución de atención a los niños de la calle.

“Son muchachos que ya cumplieron 18 años y que fueron niños de la calle. Han sido tratados y ahora se les está dando la oportunidad a través del apoyo de McDonald’s y otras empresas privadas y contratistas que se sensibilizan por la realidad de estos muchachos”.

Recalca que los empresarios contratan a estos muchachos rehabilitados para que inicien su nueva vida con un trabajo, con las mismas exigencias que el resto de los jóvenes trabajadores que son contratados por la empresa.

Forman parte del programa de seguimiento y su desempeño es supervisado por los propios facilitadores y representantes de la Fundación de los Niños del Sol.

Deben ir al psicólogo una vez al mes y son becados para estudiar y terminar su bachillerato.

“Son ellos mismos lo que lo piden en su momento de lucidez porque ya no lo pueden controlar. Hay niños que llegan llorando pidiéndonos que los encerremos porque ya no pueden con el vicio”.

Niños de la basura también necesitan rehabilitación
Xiomara Bohórquez, directora de la República de los Muchachos, organismo regional que atiende adolescentes de la calle con problemas de drogadicción, refiere que el caso de los niños de la basura es un retrato de la pobreza en el Zulia que no ha sido tratado como es debido.

Señala que estos niños son distintos a los que mendigan en las calles, pues la mayoría de ellos viven con sus padres en los alrededores del basurero.

Recalca que no pueden ser separados de sus padres, pero considera primordial que el Consejo Estatal de Derechos fije posición sobre estos muchachos que padecen los rigores del consumo de drogas y la pobreza.

Según la coordinadora del relleno sanitario, Mildred Urdaneta, el último censo realizado por la Alcaldía de Maracaibo reveló que existen más de 500 niños que viven desprotegidos en la gran meseta de basura, sin atención ni programas sociales que los amparen.