La agencia estadounidense del medicamento, FDA, hizo público la semana pasada un nuevo comunicado que cuestiona el uso terapéutico de la marihuana. El documento ha reabierto el debate sobre la utilización del cannabis en un país donde 11 estados permiten el uso médica de esta sustancia. Varios expertos valoran cómo puede afectar la medida de este organismo a los países europeos y cómo está la situación en España.

En 1999 el Instituto de Medicina, una parte de la Academia Nacional de las Ciencias de EEUU, revisó los efectos de la marihuana, los pros y los contras de su uso como parte de un tratamiento médico. El comité de expertos encontró que «los componentes activos de la marihuana son potencialmente eficaces para el tratamiento del dolor, náuseas [originadas por la quimioterapia], la anorexia en el sida y otros síntomas, y que debería ser evaluado rigurosamente en ensayos clínicos».

Este informe conllevó que 11 estados legalizaran el empleo médico del cannabis. Sin embargo, la DEA, la agencia que controla las drogas en EEUU y el director nacional de política antidroga, John P. Walters, han mostrado su oposición a estas leyes. De hecho, el año pasado una decisión de la Corte Suprema permitía al gobierno federal detener a todo aquel que utilizara marihuana, incluso si era para uso terapéutico o si estaba en un estado cuya legislación lo permitiera.

Ahora, la FDA declara que las iniciativas de los estados que legalizan el uso de la marihuana fueron «inconsistentes con los esfuerzos de asegurar que los medicamentos se sometan a un escrutinio científico riguroso» en el proceso de aprobación. Según esta esta agencia «hay evidencia de que fumar marihuana es peligroso […] No hay datos humanos o animales que apoyen la seguridad y eficacia de la marihuana para uso médico general».

Críticas a la agencia

Algunos científicos y legisladores dicen que la postura de la FDA demuestra que los políticos han triunfado sobre la ciencia.
«Desafortunadamente, esto es otro ejemplo del proceso de pronunciamientos de la FDA que parece estar conducido más por ideólogos que por científicos», ha declarado el doctor Jerry Avorn, profesor médico en la Universidad de Harvard, al diario The New York Times.

«Si alguien necesitaba pruebas de que la FDA está completamente politizada, ésta es una. Este no es un comunicado científico; es un comunicado político», se queja Bruce Mirken, director de comunicaciones del Proyecto Político Marihuana.

También hay protestas porque el gobierno federal desanima a la investigación del uso médico del cannabis, otros científicos refieren que no reciben financiación para sus estudios o que tienen problemas para publicar los resultados de sus trabajos sobre el empleo terapéutico del cannabis.

A Marta Durán, especialista en farmacología clínica y resposable del área de investigación sobre cannabinoides de la Fundación del Instituto Catalán de Farmacología, aunque le preocupa el comunicado de la FDA, cree que «esta declaración no va en contra del informe de 1999 que decía que había que buscar alternativas a las vías fumadas. Pero sí apoyan el desarrollo de otros productos que deben pasar los mismos procesos que los de los fármacos».

No obstante, piensa que la postura de la agencia estadounidense es muy ambigua. «Estados Unidos vive una situación muy contradictoria ya que hay estados como California que tienen miles de pacientes tratados con cannabis. Es un tema muy político».

De la misma forma piensa Pere Gascón, jefe de servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic de Barcelona, quien afirma que «el comunicado tiene una carga idelógica bastante clara. Me pregunto por qué aparece este informe ahora. Se está confundienco lo lúdico con lo médico. Creo que intentan descafeinar un informe [el de 1999] para dejar en buena situación al Gobierno».

En cambio, el doctor Joan Albanell Mestres, jefe de servicio de Oncología del Hospital del Mar también en Barcelona, cree que la FDA ha tomado una decisión correcta ya que no hay estudios clínicos que sustenten la seguridad y eficacia del cannabis fumado.

Rafael Borrás, responsable del grupo de trabajo de drogodependencias del Colegio Farmacéutico de Barcelona, sostiene que la postura de la FDA «viene muy mediatizada por los fracasos que tienen ellos en la política de prevención de drogodependentes. No es un tema político sino de salud pública. Desde la objetividad está claro que a determinados pacientes les beneficia. Pero mientras se mezcle el cannabis con el uso de los cannabinoides vamos mal».

Quizá la explicación al debate abierto en Estados Unidos viene explicado en parte por las críticas que en los últimos años se han lanzado contra la eficacia de la agencia sanitaria. Como afirma Joan Ramón Laporte, director del Instituto Catalán de Farmacología, «la FDA se ha convertido, como se diría en terminología norteamericana, en un organismo «altamente politizado», que ha obligado a la dimisión de dos directores seguidos en menos de un año, cosa que no había ocurrido nunca, por las polémicas sobre el veto republicano a la aprobación de los contraceptivos postcoitales. Por este y por otros hechos recientes, no considero que actualmente se pueda considerar que la FDA sea un organismo de referencia científica».