Hace poco en el portal de navegalia donde se pueden hacer preguntas al resto de los navegantes, un internauta preguntó si los chats son adictivos, los propios navegantes contestaron en un 85 % que sí, teniendo presente que detrás de la alienación de una adicción está el borramiento, el vacío. Y es que cada día es más frecuente encontrarse con navegantes que reconocen estar más que enredados en la red, por ejemplo estar conectado cuarenta horas a la semana. Tener un gasto alarmante en teléfono si eres de un país como Uruguay que aún no tiene tarifa plana. Tener una personalidad enmascarada bajo tu nick. Estar ansioso por ver tu correo cada hora. Incluso ya hay un caso en la localidad de Lake Country Florida de una mujer que perdió la custodia de los hijos por desatenderles, la mujer en cuestión no se despegaba de la pantalla ni para comer, es aquí donde la adicción interfiere deteriorando la vida cotidiana, donde el límite de la adicción empieza a ser más que evidente.

Pero en cuanto a las adicciones a Internet no existe todavía un modelo teórico suficientemente claro. Unos hablan de la dependencia sin sustancias, otros elaboran teorías sobre la incomunicación de la sociedad o adicción. Otros dicen que no existe conciencia de enfermedad, algunos otros lo consideran demoníaco y apelan al ascetismo, y otros hacen comparaciones como la Universidad de Harvard en donde compararon la adicción a Internet con el uso moderado de alcohol, etc. pero en lo que todos parecemos estar de acuerdo es que existen problemas previos a la adicción.

Ni siquiera encontramos una palabra única, consensuada, que lo defina, ya sea; adictos a Internet; enganchados; hiperenredados; ciberadictos; adictos invisibles; argonautas; internetadictos, etc… A toda esta pequeña confusión de la contemporaneidad habría que añadir que nos encontramos adictos, como por ejemplo los ludópatas, que no hacen más que cambiar el soporte de su adicción. Concretamente la ludopatía sería la forma más destacada de adicción por su peligrosidad, según algunos autores el llamado ciberjuego o juego compulsivo a los juegos de azar, refiriéndose mas bien no al jugar “play” vocablo anglosajón que significa entretenimiento, sino al “gamble”, vocablo utilizado para denominar el juego donde se arriesga algo a cambio de la posibilidad de conseguir una ganancia, cuyo resultado depende en gran parte del azar.

Algunos clínicos afirman que el poder adictivo de los casinos virtuales “de siempre reconocida dudosa fiabilidad” es aún más intenso que el de los casinos reales, aunque todavía esto está por verificar operacionalmente, pero aunque todavía esto no se haya estudiado con rigurosidad a la vista está la evidente buena disposición de este soporte donde el anonimato es absoluto a la hora de jugar por la red, donde la facilidad de acceso al objeto de consumo es tan simple como tener número de tarjeta y ser mayor de edad.

Como casi siempre la alarma nos viene de los Estados Unidos, pero aquí en España después de realizar un pequeño sondeo, hemos podido verificar en primer lugar que de treinta ludópatas encuestados con edades comprendidas entre veinte y treinta años, el 80 % no conocían ni la existencia de estos casinos virtuales, es más, ninguno de ellos había apostado nunca en ellos. En la actualidad no podemos decir que estemos lejos de este problema ya que puedes encontrar banners de estos casinos virtuales por toda la red. Otra cuestión es que nos encontramos que el entretenimiento favorito de los niños, en un 70 % son los video juegos cada día más elaborados. Encontramos que algunos jóvenes de este amplio colectivo se pasarían horas y horas delante del monitor o consola en mano, las consecuencias de estos excesos se reflejarían en: un bajo rendimiento académico, relaciones familiares escasas o malas. Una especie de “Autismo” del goce que produciría una disolución del vínculo social. Aunque parece haber consenso en que la pasión por los videojuegos sería en general pasajera y tras la novedad de un determinado juego decaería paulatinamente el interés por jugar.

Las características demográficas de los adictos también van variando, en función de la accesibilidad del medio, antes eran varones acomodados de entre treinta y cuarenta años de profesión liberal y con un nivel cultural medio alto. Eran los que en un principio tenían el acceso a la red. Hoy por hoy incluimos en estos factores sociodemográficos, a mujeres, adolescentes, parados, prejubilados, amas de casa, todos ellos unidos por los mismos problemas asociados a su adicción, irritabilidad, trastornos afectivos, depresión, dolores de cabeza, espalda, problemas en la escuela o trabajo, etc.

En cuanto a los adictos al sexo por Internet, el cibersexo, decir que nos apuntan de nuevo desde USA que podrían existir en aquel país aproximadamente 20 millones de sujetos que frecuentan más de 10 horas a la semana cualesquiera de las miles de direcciones pornográficas que existen en la red. Con relación a este estudio se vio que estas personas adictas al sexo por Internet tienen más problemas a la hora de relacionarse con el otro sexo, dificultad de comunicación, manifestarían una tendencia a la violencia, concretamente violencia doméstica, tendencias impulsivo agresivas, se divorciarían más (ya existe una asociación de mujeres divorciadas de sus maridos adictos a Internet), y son por lo general propensos al aislamiento. En este estudio, estos reiterados visitantes de páginas con contenidos sexuales no reconocerían su dependencia, ellos afirmaron que en cualquier momento podían dejar de visitar estos portales sin tener ningún problema.

Sobre la temática del cibersexo, adictos al sexo por la red, existe el debate, de si es un medio o un fin. Si me permiten, estamos ante la utilización de la red como un medio para obtener material pornográfico y no como un fin. También habría que analizar más profundamente esta categoría incluso, si debiésemos considerarlo una variante del voyeurismo ya sea auditivo o visual. E incluso habría que empezar a revisar los criterios diagnósticos del trastorno del control de los impulsos, y el mismo constructo teórico de adicción.

Por último. Internet también es una nueva vía de canalización para los compradores compulsivos, la llamada cibercompra. Habría que empezar diciendo que tres de cada cinco personas considera que comprar es un placer, es decir, aproximadamente un tercio de los consumidores adultos tienen “ganas en exceso” de comprar o descontrol en el comprar productos. Esta gran parte de la población no llegaría a ser de tipo compulsivo pero sí nos puede dar una idea de la enorme población de riesgo viendo solo la punta del iceberg de este problema. De la literatura al respecto no podríamos dar un tanto por ciento claro de la gente que esta afectada, los estudios que van apareciendo en la red siguen siendo por lo general de dudosa metodología, en ellos por ejemplo, no suele constar la fiabilidad ni la validez del estudio, así que es más que difícil calcular el numero de afectados, pero si nos dejamos llevar por lo que dice la mayoría solo el 3% de los navegantes sería verdaderamente adicto a las compras por Internet como adicción patológica a consumir compulsivamente; comprar productos nuevos e innecesarios, o en los prolíficos de “segunda mano” que todos conocemos en la red. En este punto la literatura al respecto nos habla de que son sujetos emocionalmente inmaduras, ingenuas, personas con problemas de aislamiento, nos hablan de insatisfacción personal y que son personas más influenciables por los anuncios, por la publicidad. Y para terminar me permitiréis un pequeño atrevimiento en forma de anécdota jocosa: hace poco recibí un simpático correo electrónico de un amigo hiperenredado y feliz en su enredo, el cual me contaba que: –el mejor amigo del hombre ya no es el perro sino la tarifa plana-.

Firmado: Fernando Pérez del Río

Psicólogo. Terapeuta en PH