Existen pruebas de que el cannabis ha sido cultivado por los humanos desde hace 12.000 años, y de que se fuma desde hace por lo menos 2.500. Pero en los últimos decenios, luego de cerca de 70 años de prohibición en casi todo el mundo, se inició un proceso de aceptación que llevó inicialmente a que se le aprobara con fines medicinales en algunos países, y luego con fines recreativos, , como lo han asegurado el Presidente Petro de Colombia y el expresidente Obama de Estados Unidos,  y que la legalización no ha provocado un incremento del consumo; sin embargo, los avances en el conocimiento y la investigación más formal hacen dudar fuertemente de la validez de este tipo de afirmaciones, y surgen preguntas:  , tal como parece desprenderse del extenso documento publicado por la Academia de Ciencias de los Estados Unidos  (2017), que presenta una larga lista de problemas de salud que podrían resolverse con esta sustancia? O  detrás del aparente progreso se esconden riesgos serios para la salud pública? En este momento, en Colombia está aprobado el uso medicinal del Cannabis, y no está lejos el momento en que se apruebe su uso recreativo.

Abordemos en primer lugar el uso recreativo. En los Estados Unidos, 23 de los 50 estados han legalizado o descriminalizado el uso recreativo del cannabis, lo que ha llevado a un aumento significativo en su consumo: la  agencia estatal SAMHSA (2024), en el 2012 18.9 millones de estadounidenses mayores de 12 años (7.3%) consumieron cannabis en el último mes; esa cifra fue de 24 millones (8.9%) en el 2016, de 30.6 millones (11.9%) en el 2020 y de 43.6millones (15.4%) en el 2023. Esto significa que las cifras se doblaron, literalmente, en un período de 12 años.  De los adultos jóvenes (19-30 años) 29% reportaron uso en el último mes , contra 17% en 2011; 11% reportó uso diario, contra 8% en el 2011; según el Instituto Nacional del Abuso de Drogas de ese país, el 30% de los usuarios tienen algún tipo de trastorno o desorden asociado al consumo. El uso entre estudiantes de grado 12 casi se triplicó entre 2017 y 2022, pasando de 9.5% a 27.5% (Miech et al., 2024). No hay que  olvidar que el cannabis actual tiene concentraciones de THC mucho más altas que en el pasado (Freeman et al., 2021), lo cual incrementa los riesgos de dependencia. Por último, el trabajo de Caulkins (2024), determinó que por primera vez el consumo de marihuana supera el de  alcohol como sustancia de elección diaria entre los estadounidenses: en 2022, 17,7 millones de personas dijeron consumir cannabis todos o casi todos los días, frente a los 14,7 millones que afirmaron consumir alcohol con igual frecuencia.

En otros países la situación es menos dramática. Por ejemplo, en Uruguay el consumo alguna vez en la vida fue de 20% en 2014, de 23.3%, en el 2018, de 30.2% en el 2020 y en el 2024 de 32.9%; las variaciones en consumo de último año y último mes fueron relativamente pequeñas (Junta Nacional de Drogas de Uruguay, 2024). Esto puede significar que, aun cuando hay una tendencia mundial al aumento del consumo de casi todas las sustancias (World Drug Report, 2024), las condiciones de cada país pueden determinar si la legalización del uso recreativo contribuye o no a aumentar el consumo; parecería que el modelo de regulación también puede explicar las diferencias: el modelo uruguayo, “restrictivo” (con diversas normas que deben cumplirse para obtener cannabis) impediría un aumento desmedido, mientras que los modelos “liberales” (como el de California) facilitarían el incremento.

Las políticas públicas en el ámbito de la salud deben necesariamente apoyarse en la investigación, . Desgraciadamente, prácticamente en ningún país latinoamericano las políticas de drogas están basadas en la ciencia, contrariamente a lo que ocurre en Europa. La situación en los Estados Unidos y en Canadá varía de un estado a otro.  Veamos qué ocurre con el cannabis de usos médico.

La  agencia gubernamental que controla las patentes de medicamentos en USA, llamada Food and Drugs Administration (FDA), autorizó la producción de medicamentos como el Dronabinol (Marinol) que contiene THC,  y la Nabilona (Cesamet) , que es una cannabinoide sintético que actúa de una manera muy similar al THC.  Igualmente, se aprobaron licencias para medicamentos con Canabidiol, otra sustancia contenida en la planta y que no tiene efectos psicoactivos, entre ellas el Epidiolex, para el tratamiento de algunas formas raras de epilepsia.

Fue un primer paso, y muy importante, pero algunos de los resultados presentados por la Academia de Ciencias de Estados Unidos mencionados arriba han sido seriamente cuestionados en estos últimos años, en los que los investigadores han utilizado diseños mucho más sofisticados, que los han llevado a la siguiente conclusión general: la mayor parte de los estudios que presentan resultados positivos sobre los beneficios de la marihuana tienen serias deficiencias de diseño, muestras muy pequeñas y análisis pobres; mientras que los estudios con diseño experimental y altos controles tienden a dar resultados negativos.

Por ejemplo,  Solmi et al., (2023) realizaron una revisión sistemática de 101 metaanálisis sobre los efectos de medicinas basadas en cannabis y pudieron identificar una serie de efectos negativos, y también varios positivos: el cannabidiol redujo en 50% convulsiones, pero estuvo asociado a un incremento de neumonía, problemas intestinales y somnolencia; para el dolor crónico, redujo el dolor en un 30% en diferentes condiciones, pero incrementó los problemas psicológicos. En los casos de epilepsia se presentó un incremento de casos de diarrea, y en los casos de esclerosis múltiple mejoró la espasticidad y el dolor, pero incrementó los riesgos de atontamiento, boca seca y somnolencia. En los casos de cáncer mejoraron las interrupciones de sueño pero aparecieron  problemas gastrointestinales. Y en los casos de la población general se incrementaron los riesgos de psicosis . En conjunto, este estudio dice que hay evidencia convincente o convergente que muestra que el cannabis debe ser evitado durante la adolescencia y la adultez temprana en personas con vulnerabilidad a los trastornos mentales, durante el embarazo y antes y durante la conducción de automóviles. Estos resultados han sido ratificados por muchos otros autores en los últimos años, entre ellos Gobbi et al. (2019), quienes mostraron que  los adolescentes que usan marihuana tienen tres veces más riesgo de desarrollar depresión y riesgo suicida posteriormente en la vida, incluso con ausencia de condiciones premórbidas

En 2021 la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor llevó a cabo una revisión comprensiva sobre el uso de cannabinoides para tratar el dolor y encontró que no hay suficiente evidencia para apoyar su uso en esos casos. Debe tenerse en cuenta que el manejo del dolor es una de las principales virtudes atribuidas al Cannabis. Diferentes  autores (Gedin et al., 2022), han mostrado que algunas formas de dolor son especialmente susceptibles a la respuesta de placebo, y que sustancias que tienen efectos psicoactivos parecidos al cannabis, producen  resultados similares en el alivio del dolor.

Uno de los fenómenos psicológicos más interesantes que existe, y que hasta el momento ha sido mal estudiado y peor entendido, es el del placebo: implica obtener resultados positivos de mejoría de una condición administrando un producto reconocidamente inocuo (por ejemplo, una cápsula con harina de trigo para la migraña, las náuseas o el colon irritable). El placebo es la explicación de los logros de la llamada medicina homeopática, que científicamente no pueden ser atribuidos a los productos administrados; este efecto ya lo conocían los médicos griegos clásicos, quienes enseñaban que un medicamento es particularmente poderoso cuando apenas se descubre, y que de ahí en adelante solo pierde poder. Este principio lo conocen perfectamente todos los comerciantes de panaceas, los promotores de la cocaína en el siglo XIX y de fentanilo en el XXI.

Al analizar los efectos posibles del Cannabis  y sus derivados sobre el dolor,  uno de los problemas es que diferentes tipos de dolor responden de diferentes maneras al placebo. Los dolores nociceptivos (daños de tejidos) son más susceptibles a reaccionar al placebo que los dolores neuropáticos (daño de los nervios); el dolor nociplástico (resultante de alteraciones en las vías sensoriales del cerebro, tales como la fibromialgia, el colon irritable y los dolores de cabeza tensionales, que suelen no responder a los tratamientos convencionales) parece responder bien al placebo porque puede ser moderado o empeorado por el pensamiento.  En el estudio de Gedin citado arriba, el 67% del alivio del dolor reportado por personas tratadas con  cannabinoides se observó igualmente entre los que recibieron placebo.

Los estudios sobre control del  dolor por medio  de cannabis medicinal son problemáticos porque tienen que utilizar píldoras que liberen una cantidad especifica del medicamento y los investigadores tienen que hacer que los placebos se vean, huelan y sepan igual que la pastilla de cannabis. Pero muchos pacientes se dan cuenta de cuál es el placebo y cuál es el medicamento, por los efectos de las que tienen THC, que son distintos.

Por otra parte, el uso de cannabis ha sido asociado a problemas cardíacos. En un estudio realizado sobre una muestra de  434.104 adultos entre 18 y 74 años (Chandy et al. 2024)  que mostró que la prevalencia de uso diario y no diario fue de 4% en las mujeres y de 7.1% en los hombres, se encontró que los usuarios  diarios tenían una mayor probabilidad de enfermedad coronaria, infarto del miocardio y ataque cardiaco con respecto a los que lo usaban con menor frecuencia; comparados con los no fumadores de tabaco, los usuarios de cannabis mostraron una probabilidad mucho mayor de sufrir de ese tipo de enfermedades.  No se observaron diferencias entre hombres y mujeres.

En síntesis, convendría analizar cuidadosamente los muchos estudios publicados en los últimos años antes de apresurarse a promover leyes y normas que le den vía libre a productos que surgen más con un espíritu mercantilista que con uno de protección de la salud pública. Parece bastante seguro decir que  en ciertos casos los derivados del Cannabis pueden producir muy buenos resultados, parte de los cuales se deben al efecto placebo. Pero eso no significa ni que le sirvan a todo el mundo con una determinada condición, ni que su uso deba volverse obligatorio, ni que se ignoren los posibles daños colaterales que puedan producir; y, sobre todo hay que ser claro:  el Cannabis no es, ni mucho menos, una especie de panacea. Solo es una planta más, de la cual pueden extraerse componentes beneficiosos. Al igual que ocurre con otros miles de plantas.


Autoría de este artículo de opinión:

Augusto Pérez-Gómez, Ph.D.
El Dr. Pérez-Gómez obtuvo su título de Psicólogo en la Universidad Nacional de Colombia y el de Ph.D. en Psicología en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, en donde vivió 5 años. Regresó al país a la Universidad de los Andes, en donde permaneció 25 años y se retiró en 2002 como Profesor Titular. En 1998 fue nombrado Consejero Presidencial en asuntos relacionados con consumo de alcohol y drogas, hasta 2002. Desde entonces dirige la Corporación Nuevos Rumbos (www.nuevosrumbos.org), entidad sin ánimo de lucro dedicada a la prevención y la investigación sobre consumo de sustancias psicoactivas.

Alejandra Villamil Sánchez
Psicóloga de la Universidad El Bosque, donde también obtuvo el título de Especialista en Psicología Clínica y Autoeficacia Personal. Perteneció al grupo de investigación de consumo de drogas en pregrado. Actualmente, estudiante de último año de doctorado en Psicología en la Universidad de los Andes; realizó su pasantía doctoral en la Universidad Santiago de Compostela, España, bajo la tutoría del Profesor Elisardo Becoña. Desde agosto de 2019, trabaja en la Corporación Nuevos Rumbos como investigadora adjunta a la dirección, especialmente en el desarrollo de proyectos de investigación nacionales e internacionales. Ha publicado 14 artículos en español e inglés, y es coautora del libro “14 criminales célebres:¿nacen o se hacen?”, y coeditora de otros dos libros publicados por la Corporación.


Referencias

Caulkins JP. (2024). Changes in self-reported cannabis use in the United States from 1979 to 2022. Addiction. 119(9): 1648–1652. https://doi.org/10.1111/add.16519 .

Freeman, T. P., Craft, S., Wilson, J., Stylianou, S., ElSohly, M., Forti, M. D., & Lynskey, M. T. (2021). Changes in delta-9-tetrahydrocannabinol (THC) and cannabidiol (CBD) concentrations in cannabis over time: Systematic review and meta-analysis. Addiction, 116(5), 1000-1010. https://doi.org/10.1111/add.15253 .

Chandy, M., Nishiga, M., Wei, T. T., Hamburg, N. M., Nadeau, K., & Wu, J. C. (2024). Adverse Impact of Cannabis on Human Health. Annual Review of Medicine, 75, 353–367. https://doi.org/10.1146/annurev-med-052422-020627

Gedin, F., Blomé, S., Pontén, M., Lalouni, M., Fust, J., Raquette, A., Vadenmark Lundquist, V., Thompson, W. H., & Jensen, K. (2022). Placebo Response and Media Attention in Randomized Clinical Trials Assessing Cannabis-Based Therapies for Pain: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA Network Open, 5(11), e2243848. https://doi.org/10.1001/jamanetworkopen.2022.43848 .

Gobbi G , Atkin T , Zytynski T, et al. (2019). Asociación entre el consumo de cannabis en la adolescencia y el riesgo de depresión, ansiedad y suicidio en la adultez joven : Una revisión sistemática y un metaanálisis. JAMA Psychiatry ;76(4):426–434. doi:10.1001/jamapsychiatry.2018.4500

Miech, R. A., Johnston, L. D., Patrick, M. E., & O’Malley, P. M. (2024). Monitoring the Future: National Survey Results on Drug Use, Overview and detailed results for Secondary School Students. Monitoring the Future Monograph Series. Ann Arbor, MI: Institute for Social Research, University of Michigan. Available at https://monitoringthefuture.org/results/annual-reports/

National Academies of Sciences USA (2017). The Health Effects of Cannabis and Cannabinoids: The Current State of Evidence and Recommendations for Research. Washington (DC): National Academies Press. Available from: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK425767/

Solmi M , De Toffol M , Kim J Y , Choi M J , Stubbs B , Thompson T et al. (2023). Equilibrio entre los riesgos y los beneficios del consumo de cannabis: revisión general de metanálisis de ensayos controlados aleatorizados y estudios observacionales. British Medical Journal ; 382 :e072348 doi:10.1136/bmj-2022-072348

Substance Abuse and Mental Health Services Administration. (2024). National Survey on Drug Use and Health (NSDUH) Reports. U.S. Department of Health and Human Services.Disponiblke en  https://www.samhsa.gov/data/

Junta Nacional de Drogas de Uruguay. (2024).  VIII encuesta nacional sobre consumo de drogas en población general Uruguay 2024. Disponible en: https://www.gub.uy/junta-nacional-drogas/datos-y-estadisticas/datos/viii-encuesta-nacional-sobre-consumo-drogas-poblacion-general-uruguay

UNODC. (2024). World Drug Report. Viena, Austria.