La foto la hice en Bilbao el 5 de enero de 2019

La ceguera de género provoca la invisibilización tanto de la historia de las mujeres como de las mujeres en la historia.

Cansadas | Nuria Varela

Me invitaron a elaborar un texto sobre género y prevención del abuso de drogas para el Máster propio en prevención y tratamiento de las conductas adictivas de la Universidad de Valencia, y entregué un  documento con  un título que me parece bastante claro: “Perspectiva de género y prevención: crónica de un desencuentro insostenible”. Como no puedo enlazarlo al no estar en abierto, extractaré aquí las principales conclusiones:

  1. la investigación muestra rasgos diferenciales entre hombres y mujeres respecto a variables clave: motivos para consumir drogas, factores de riesgo y de protección, intensidad de los consumos, etc.;
  2. también en este ámbito las mujeres han permanecido invisibilizadas, hasta años recientes en que la variable género comienza a reconocerse como imprescindible para conocer la realidad e intervenir con eficacia;
  3. esta “ceguera” se mantiene en el campo de la prevención universal, siendo la norma la homogeneidad en el diseño, la aplicación y la evaluación de programas;
  4. los programas de prevención han avanzado en los aspectos más superficiales: lenguaje no sexista y  utilización de imágenes femeninas en condiciones equivalentes a las de los hombres;
  5. los programas preventivos no incorporan en su diseño la especificidad de género, lo cual, entre otras cosas, puede estar lastrando su eficacia;
  6. para avanzar en este terreno:
    • es preciso diseñar programas que incluyan contenidos y actividades que respondan a las diferencias que la investigación pone de manifiesto;
    • las entidades y equipos que se dedican a crear programas necesitan una formación adecuada en materia de género que evite el mantenimiento de criterios homogeneizadores;
    • la variable género debe contemplarse expresamente entre los criterios de valoración, acreditación y financiación pública de programas preventivos;
    • la variable género debe adquirir toda su relevancia entre los indicadores que se utilicen para identificar buenas prácticas;
    • los nuevos programas deberán ser evaluados para poner de manifiesto en qué medida consiguen sus objetivos y a qué estrategias específicas cabe atribuir su potencial eficacia.

En síntesis, necesitamos un mayor compromiso en investigación, desarrollo e innovación que ayude a incorporar en las propuestas preventivas una mirada de género, tradicionalmente desatendida.

Termino con una cita de Vigna y Galanti (2013) que no puede ser más significativa:

Our findings suggest that school curricula based on comprehensive social influence against substance misuse may perform differently among girls and boys, possibly due to developmental and personality factors. When developing new prevention programs, gender-specific components should always be considered in order to reduce disparity of effects between boys and girls.