INTRODUCCIÓN

La técnica de fumar a través los dispositivos electrónicos se denomina vapeo, ya que no producen humo sino vapor. En el cigarrillo electrónico (CE) no se produce combustión, la nicotina líquida se encuentra en un depósito y mediante una batería se produce el vapor; y, por cierto, se han encontrado sustancias tóxicas en el vapor.

Y vaya por delante, y lo dejo claro, que estoy en contra de todos los dispositivos electrónicos con nicotina que van saliendo al mercado, con la idea de que ayudan a dejar de fumar. Que puede que ayuden a este fin, pero con muchos inconvenientes que más adelante expondré.

Hay una gran polémica sobre estas nuevas formas de fumar. Los que están a favor, indicando que es una forma de reducir el daño, argumen- tando que es mejor fumar estas formas que fumar el cigarrillo tradicional y, los que estamos en contra, ya que lo mejor es no fumar nada y que actualmente hay tratamientos que ofrecen una garantía y muchísimos años de experiencia.

HISTORIA

En el año 2000, un farmacéutico chino llamado Hon Lik empieza a pensar y diseñar el primer cigarrillo electrónico; tres años más tarde, termina la fabricación de su primer ejemplar. Fue la empresa Golden Dragon Group la que se encargó de producir y distribuir el producto. Poco después la empresa se llamó “Ruyan”, que significa “como el humo” en chino y se fusionó con otra, convirtiéndose en Ruyan Technologie & Development Co. En el año 2004, cuando Ruyan lanzó su primer cigarrillo en China, el mercado no dejó de crecer: las cifras en ventas pasaron de 1,7 millones de dó- lares a 17 millones en un solo año; llegando en 2006 a los 37 millones de dólares de facturación. En este último año aterriza el cigarrillo electrónico en Europa; su lanzamiento fue en Austria, en una conferencia promocional de la empresa Ruyan. En el año 2007 el cigarro electrónico pisa por primera vez el suelo americano, y se divulgan vía Internet muy rápidamente los beneficios y la existencia de este cigarro moderno.

A pesar del éxito, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anuncia en 2008 que todavía no se tiene suficiente información y faltan estudios científicos sobre el cigarrillo electrónico. Por lo que califican el producto como “no seguro” y no lo reconocen como un producto eficaz contra el tabaco.

La estadounidense Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en 2009 alertó de la presencia de nitrosaminas (agentes cancerígenos) y otras sustancias tóxicas (como dietilenglicol) en un estudio preliminar de varias marcas de CE analizadas.

El 28 de abril de 2016, el Royal College of Physi- cians Royal publicó su informe «Nicotine without smoke: Tobacco harm reduction» con la intención de proporcionar una actualización sobre la re- ducción del daño en el tabaquismo, en relación con todos los productos de nicotina sin tabaco, pero particularmente los cigarrillos electrónicos. Muestra que, a pesar de todos los riesgos poten- ciales, la reducción de daños tiene un enorme po- tencial para prevenir la muerte y la discapacidad del consumo de tabaco, así como para acelerar nuestro progreso hacia una sociedad libre de tabaco.

El 28 de julio de 2017 el entonces comisionado de la FDA, Scott Gottlieb, dio un discurso titula- do «Protegiendo a las familias angloamericanas. Enfoque integral sobre nicotina y tabaco», en el que declaró: “Espero que todos podamos ver los beneficios potenciales para los fumadores de ci- garrillos tradicionales, en un mercado adecuada- mente regulado de productos con la capacidad de administrar nicotina sin tener que quemar el tabaco. El beneficio potencial puede ser mayor para el grupo de fumadores de cigarrillos actua- les que no pueden o no quieren dejar de fumar. Como reguladores debemos explorar tanto los beneficios potenciales a la salud pública como los riesgos de esta nueva tecnología con una mente abierta”.

El 30 de enero de 2019 la revista médica The New England Jounal of Medicine publicó un artículo sobre un experimento que involucró a 886 par- ticipantes a quienes se les suministraron combi- naciones de distintos dispositivos para dejar de fumar durante tres meses, entre ellos parches de nicotina y vaporizadores, además de terapia du- rante al menos cuatro semanas. Pasado un año de estudio, el grado de efectividad de abstinen- cia en quienes usaron cigarrillos electrónicos fue del 18 por ciento frente al 9,9 por ciento que uti- lizaron parches.

DISPOSITIVO Y COMPOSICIÓN

El cigarrillo electrónico consta de las siguientes partes: una batería recargable de litio que alimenta el vaporizador, el atomizador bobina que calienta y vaporiza el líquido, el vaporizador que en la parte superior lleva el líquido, y la boquilla que es el punto de aspiración. El cigarrillo se activa al aspirar.

El cigarrillo electrónico en su composición generalmente lleva nicotina, y esta se acompaña de distintas formulaciones con distintos sabores, frutas, mentas, cremas, etcétera. La solicitud de patente de Ruyan menciona cuatro fórmulas diferentes para la solución de nicotina.

Un fumador promedio toma cerca de 15 bocanadas en un cigarrillo, lo cual implica entre 1 a 2 mg de consumo de nicotina por cigarrillo. Comparativamente, 15 bocanadas en un cartucho de 16 mg se corresponden con 0,15 mg de nicotina. Por lo tanto, la absorción de nicotina es menor en un cigarrillo electrónico que en uno normal.

La principal diferencia entre el cigarrillo tradicional y el cigarrillo electrónico es que en el primero se produce combustión, y en el humo del tabaco se encuentran más de 4.000 sustancias – inclu- yendo sustancias cancerígenas, mientras que en el segundo solo se produce vapor.

Hay que tener en cuenta que en EEUU ya preocupa mucho el uso del cigarrillo electrónico por los jóvenes, y no como ayuda para dejar de fumar, sino como inicio y experimentación. De hecho, se están creando dispositivos electrónicos con un gran poder de atracción entre los jóvenes.

Otro problema, es que muchos fumadores están usando los dos tipos de cigarrillos, el tradicional y el electrónico.

CONCLUSIÓN

En definitiva, desde mi punto de vista, se nos presenta un problema añadido, a la pandemia del tabaquismo. Me parece que estamos entrando de lleno en otra epidemia, adaptada a los tiempos modernos, en los que prima la electrónica en todos sus sentidos.

Nuestro cerebro, y sobre todo el de los jóvenes, no necesita la nicotina ni otras drogas para su funcionamiento.