En el trabajo docente nunca faltan sorpresas, agradables unas, preocupantes otras. Y una de ellas, agridulce para mí, es la problemática de los estudiantes que han sufrido en casa las consecuencias del consumo abusivo de alcohol de alguno de sus padres. Son para mí los hijos del alcohol, expresión que aquí utilizo para resaltar los grandes daños que el alcoholismo de sus padres puede traer a sus vidas.

La soledad de los hijos del alcohol no parece ser una preocupación del sistema educativo, aunque sea una dura realidad. Normalmente, se oculta tras un doloroso silencio y en muchas ocasiones, tras el fracaso escolar o conductas problemáticas varias. Los profesores, preocupados por el rendimiento académico o la convivencia, muestran poco interés por aquellas cuestiones que no afectan directamente a la marcha de la escuela. Desinterés que también aparece en la administración, cuando no pone medios ni para conocer el alcance del problema. Parece que preocupa el botellón, sobre todo cuando el vandalismo de unos pocos invade los medios de comunicación.  No interesan, en cambio, los problemas que los jóvenes puedan tener por el consumo del alcohol como tampoco las consecuencias en la familia del alcoholismo de los padres.

El cine parece más sensible a estos problemas. My Magic es una película presentada en el Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, en el apartado de los Derechos de la Infancia. La vida de Francis es un desastre desde que le dejó su mujer. Ahoga sus penas en alcohol mientras sobrevive trabajando en un club nocturno. El hijo de 10 años sufre las consecuencias de falta de recursos y dificultades para el estudio. Pero un día decide salir del alcoholismo y recuperar la relación con su hijo volviendo a su antigua profesión: la magia. Es una hermosa parábola, llena de vida y de encanto, que ayuda a comprender la situación compleja de las familias con problemas de alcohol. El alcoholismo surge por algo, y el cambio siempre es posible.

Más allá de las alabanzas al vino que se prodigan por doquier, sobre todo en los medíos de comunicación, con apoyo de políticos, científicos y personas de prestigio, no se pueden olvidar todos los perjuicios personales y sociales que trae consigo el alcohol. Como país, ocupamos el primer lugar en la producción, y el tercero en el consumo. En la Unión Europea se registran alrededor de 195.000 muertes anuales relacionadas con el consumo de alcohol. Y no faltan numerosos daños colaterales. La existencia de 23 millones de europeos alcohólicos implica un descenso de productividad de entre nueve y 19 billones de euros por el absentismo, y entre seis y 23 por el desempleo atribuible a la bebida. Las muertes provocadas por esta sustancia suponen una pérdida de potencial productivo valorada en 36 billones. El coste monetario de los delitos atribuibles a esta droga asciende a 33 billones, mientras que si se contemplan los daños a la propiedad debidos a la conducción bajo los efectos del alcohol, la cifra asciende a 10 billones. Los costes intangibles derivados de las consecuencias físicas y psicológicas de los delitos  relacionados con la bebida oscilan entre los nueve y los 37 billones. Por último, el coste de los tratamientos de las diversas dolencias originadas por el alcohol se calcula en unos 17 billones de euros. El abuso del alcohol es, por otra parte, uno de los principales factores evitables de riesgo de trastornos neuropsiquiátricos y otras enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, la cirrosis hepática y varios tipos de cáncer. También es responsable de traumatismos y suicidios.

Esta situación no deja de afectar a las familias implicadas y a sus hijos. Ahí están 60.000 nacimientos con bajo peso, así como el 16% del maltrato o abandono infantil y cinco-nueve millones de niños que viven en familias con problemas de alcohol. Y no faltan la negligencia en el cuidado, la psicopatología materna, la presencia de episodios violentos, el estrés parental, los cambios en la custodia o el abuso de drogas lo que deriva en posteriores problemas de conducta infantiles: comportamiento violento, agresividad, conducta autoagresiva, difi cultad de atención y concentración, la impulsividad, los problemas de memoria… Estamos, pues, ante un problema educativo.

Pero hay que dejar constancia de que la prevención es posible, como también el tratamiento de todas estas problemáticas. Existen programas que desarrollan grupos de apoyo para hijos de alcohólicos y para sus padres, en el marco de centros de tratamiento del alcoholismo y en las asociaciones de alcohólicos rehabilitados de diversas comunidades españolas. Los resultados de la evaluación de estos programas indican que este tipo de actividades preventivas son valoradas satisfactoriamente por los participantes. Con las sesiones se consigue más diálogo y menos conflictos en las familias.

La escuela no puede quedar al margen de este problema de los hijos del alcohol. Por las escuelas pasan los niños y las niñas con sus problemas en la mochila. No hace falta tener los ojos muy abiertos para descubrir que algunos niños y niñas tienen dificultades por el alcohol en su propia familia. Ellos tienen derecho no solo a que se comprenda su situación personal, sino también a recibir las respuestas que convengan a sus necesidades. Y cuando no se disponga de los recursos adecuados, habrá  que recurrir los servicios sanitarios y sociales, sin olvidar las ayudas que pueden prestar las asociaciones para la rehabilitación de personas alcohólicas. No es de recibo seguir los con los ojos cerrados ante el problema del alcohol en las familias y dejar abandonados a su propia suerte a los “hijos del alcohol”.

Referencias

  • ANDERSON, P., BAUMBERG, B. (2006), El alcohol en Europa. Una perspectiva de salud pública. Un informe para la Comisión Europea, Londres, Institute of Alcohol Studies.
  • DÍAZ, R., FERRI, M.J. (2002), Los hijos de los alcohólicos, intervención en poblaciones de riesgo (1): los hijos de los alcohólicos. En Adicciones, 2002.- v. 14; supl. 1; p. 353-374.

Firmado:
Amando Vega
Catedrático de Educación Especial de la Universidad del País Vasco
Publicado en: Escuela, 15 de octubre de 2009