En la actualidad, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) identifica los trastornos por uso de sustancias (TUS) como trastornos primarios de salud mental [1]. La Organización Mundial de la Salud considera que alrededor de 11.8 millones de personas en todo el mundo padecen drogodependencia, mientras que, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hay un mínimo estimado de 190,000 casos de muertes prematuras por droga cada año, la mayoría atribuible al uso de opioides [2]. En 2017 solo en los Estados Unidos se alcanzó el récord de 72,000 muertes debidas a sobredosis de opioides.

Queda claro que la magnitud del problema es la de una verdadera emergencia de salud pública, según lo declarado por el mismo gobierno de Estados Unidos en octubre de 2017, lo que indica también que el enfoque biomédico actual no proporciona respuestas efectivas. El tratamiento de la adicción se centra actualmente en los tratamientos de sustitución, como la metadona y la buprenorfina (Subutex) en el caso de la heroína, que parecen ser limitados e ineficaces. La ineficacia del tratamiento de sustitución con metadona ha sido demostrada en 2006 en un estudio liderado por el experto escocés Neil McKeganey [3]. El informe del equipo de McKeganey muestra que solo el 3,4% de las personas que acuden a los programas de mantenimiento con metadona presenta un período de 90 días sin consumir drogas tres años después de haber iniciado el tratamiento.

Los estados modificados de conciencia como instrumento terapéutico

Por otro lado, la medicina complementaria y tradicional ofrece una gran variedad de tratamientos para TUS, y desde hace algunas décadas observamos un creciente interés en el desarrollo de protocolos terapéuticos basados en plantas medicinales o en los derivados de especies como iboga, ayahuasca, peyote, hongos psilocibios y hojas de coca, entre otros [4]. La efectividad prometedora de los tratamientos basados en plantas puede ser debida no solo a sus efectos farmacológicos, que incluyen la inducción de estados modificados de conciencia (EMC), sino también al marco ritual en el que tales plantas se administran (que puede incluir danza, música, tambores, aislamiento, ayuno, etc.) [5]. Esas plantas en sus usos tradicionales responden a la búsqueda de ampliación de la consciencia sin generar ningún tipo de dependencia.

En un contexto ritual, los EMC proporcionan acceso a las realidades del mundo invisible y permiten el descubrimiento de elementos activos en el inconsciente de la persona que a menudo conducen a la identificación de la causa que desencadenó el comportamiento adictivo en el primer lugar. Los EMC facilitan la rehabilitación al impulsar el proceso de toma de conciencia del problema y ofrecen un gran apoyo al acompañamiento psicoterapéutico. De otra parte, esas experiencias con dimensión transpersonal abren a un significado transcendental de la vida que le da sentido y permite dinamizar la energía vital.  El material que emerge durante los EMC requiere una interpretación simbólica al estilo de la interpretación de los sueños y permite al mismo tiempo que el paciente vaya más allá de la expresión verbal y sus limitaciones. Aquellos pacientes con baja capacidad de simbolización, y para quienes las terapias verbales son menos efectivas, se benefician de la inducción visionaria, así como registrado en el Centro Takiwasi, donde además se señala la importancia de las «muertes simbólicas» experimentadas durante los rituales de ayahuasca y su poder curativo en oposición a las peak experiencies del consumo de drogas [6].

Como los grupos étnicos reaccionan al fenómeno de la adicción

El fenómeno de la adicción también involucra directamente a grupos étnicos que tradicionalmente utilizaban plantas psicoactivas y ahora se ven fuertemente afectados por sustancias como el alcohol. En América Latina el uso de plantas psicotrópicas con fines ceremoniales se ha documentado durante miles de años sin que en estas sociedades tradicionales se haya reportado la presencia de trastornos adictivos masivos. El sucesivo surgimiento de un nuevo orden económico y político cambió radicalmente la situación, transformando las sustancias psicoactivas en bienes y productos, a veces diseñados para estar al paso con el ritmo frenético de la sociedad moderna, como en el caso de la cocaína, y dejando de lado los aspectos rituales, ceremoniales y religiosos que ancestralmente marcaban su ingesta. A pesar de que la toxicidad del alcohol es clara y bien documentada, es considerado legal en la cultura dominante occidental, la misma que muchas veces prohíbe los derivados de plantas psicoactivas útiles a nivel terapéutico y para el crecimiento personal.

En respuesta al problema de la adicción, las mismas comunidades nativas han experimentado diferentes métodos para reconectarse con sus raíces y códigos ancestrales. Algunos ejemplos: los curanderos de la costa peruana tratan a sus alcohólicos mediante el uso ritual del cactus san pedro con una alta tasa de éxito; la reintroducción de la cultura y espiritualidad nativas tradicionales tiene un profundo impacto en la recuperación de muchas comunidades devastadas por el consumo de alcohol como en la famosa experiencia de Alkali Lake; los nativos de América del Norte reducen rápida y significativamente la incidencia del alcoholismo en sus reservas al revivir sus prácticas ancestrales que incluyen el uso ritual de peyote y tabaco.

La propuesta de los centros de tratamiento alternativos

El uso popular de la medicina tradicional y de las plantas sagradas para tratar los problemas de adicción es ampliamente difundido en las Américas. La observación de este uso y su eficacia -que hoy en día está también siendo confirmada por varios estudios académicos- ha llevado a la creación de varios centros de tratamiento que unen las plantas medicinales a la psicoterapia y biomedicina moderna, considerando al mismo tiempo también otros enfoques de medicina complementaria y alternativa. Las experiencias de centros como El Emilio, Runa Wasi, Encamino, Solidaridad VIDA y Takiwasi indican que la interacción y articulación de múltiples enfoques terapéuticos dentro del concepto de pluralismo médico puede beneficiar enormemente el resultado del tratamiento, y consideramos que estos centros están mostrando un camino a seguir, como nuevos modelos de referencia en la búsqueda global del bienestar mental y del buen vivir.

Las prácticas medicinales tradicionales que involucran el uso de plantas se proponen como un campo de investigación interesante si consideramos todos los estudios que se están llevando a cabo y los resultados empíricos prometedores observados en algunos centros. Aun así, existe la necesidad de más investigación científica sobre los datos registrados por cada centro/experiencia y la consecuente validación a través de su publicación, teniendo en cuenta las dificultades que pueden surgir al unir los conceptos tradicionales y modernos de eficacia. Desafortunadamente, la falta de apoyo oficial de parte de las autoridades públicas limita considerablemente la importancia, el alcance y la difusión de la investigación y de los resultados de estas experiencias alentadoras.

Referencias

  1. Robinson, S.M., & Adinoff, B. (2016). The Classification of Substance Use Disorders: Historical, Contextual, and Conceptual Considerations. Behav Sci, 6 (3), 1-23.
  2. United Nations Office on Drugs and Crime. (2017). World Drug Report 2017.
  3. McKeganey, N et al. (2006) Abstinence and drug abuse treatment: Results from the Drug Outcome Research in Scotland study. In: Drugs: Education, Prevention and Policy, Vol. 13, No. 6, 12, p. 537-550.
  4. Winkelman, M. (2014). Psychedelics as Medicines for Substance Abuse Rehabilitation: Evaluating Treatments with LSD, Peyote, Ibogaine and Ayahuasca. Curr Drug Abuse Rev, 7 (2), 101-116.
  5. Talin, P., & Sanabria, E. (2017). Ayahuasca’s entwined efficacy: An ethnographic study of ritual healing from ‘addiction’. International Journal of Drug Policy, 23-30.
  6. Denys, A. (2013). Des plantes médicinales au service d’une action thérapeutique dans la prise en charge de l’addiction. Ethnopharmacologia, 50, 69-78.

Nota: artículo extraído, adaptado y traducido de: Politi, Friso, Mabit. (2018). Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders – part 1. The case of Takiwasi Center and other similar experiences. Revista Cultura y Droga 23 (26):99-126. doi: 10.17151/culdr.2018.23.26.7.

URL: http://culturaydroga.ucaldas.edu.co/downloads/Culturaydroga23(26)_06.pdf