Las bebidas energéticas en la actualidad

Este artículo nace de las reflexiones surgidas en diversas sesiones de observación participante, realizadas en la investigación “Análisis sobre la situación de la problemática vinculada a las adicciones, en el Real Sitio de San Ildefonso” (investigación en curso actualmente). Proyecto financiado por el Ayuntamiento de dicho municipio. Durante este proceso, vimos como numerosos jóvenes de cierto centro educativo, consumen habitualmente Bebidas Energéticas (BE) durante los parones lectivos. Pudiendo observar las dinámicas de compra en la tienda más cercana a esta institución, así como los restos encontrados en las papeleras de manera regular. Fue ahí cuando empezamos a intuir la existencia de cierta problemática vinculada el consumo de estas bebidas.

Esta situación, complementada por la información obtenida al preguntar en los negocios donde se venden BE, terminó de presentar el alto consumo por parte de un sector muy característico de esta población: los jóvenes/adolescentes.

Posteriormente, implementamos preguntas vinculadas con este fenómeno, dentro de la batería de preguntas realizadas a aquellos informantes que aceptaron entrevistarse con nosotros. Al mismo tiempo consultamos en los locales de ocio nocturno de la localidad, las preferencias y niveles de consumo en el municipio. Información que, como ya hemos comentado, sentó las bases de la reflexión epistémica que está a punto de leer.

Pero antes de continuar, consideramos necesario ofrecer una introducción a este fenómeno, el cual resulta bastante desconocido para gran parte de la población.

Cada día encontramos mayor cantidad de BE. Múltiples son las marcas, sabores, formatos, combinaciones, espacios de venta, donde podemos hacernos con una de ellas.

Este producto, novedoso hace años, se ha extendido y normalizado dentro de las bebidas habituales. Sustentado en su efecto estimulante, el cual ayuda a sobrellevar ingentes jornadas laborales y ritmos de vida frenéticos. Esto, junto con ciertas creencias generadas socialmente que las asocian con la juventud y el desenfreno, ha provocado la extensión de su consumo. Aquello creado para usos y situaciones concretas (cansancio, sueño, etc.), cuya población diana eran los adultos. Se dispersa como un elemento de consumo para (casi) todas las edades y en cualquier situación.

A pesar de todo, cuando preguntamos sobre el fenómeno a padres, educadores y otro tipo de adultos, el consumo de BE no se percibe ni como un “problema”, ni tampoco como una problemática sobre la que intervenir. Son otras las conductas que más preocupan a estas poblaciones. Como por ejemplo el consumo de alcohol en menores, el inicio en la cocaína, las apuestas por internet, el abuso de las nuevas tecnologías… Son verbalizados en sus narrativas con un tono mucho “preocupante” que otros como: el consumo de cannabis o de tabaco. Llamando la atención la poca percepción de riesgo que se tiene sobre estas bebidas, más cuando la mezcla de BE, juventud y alcohol, puede resultar complicada.

Estas sustancias, llamadas bebidas energéticas o Energy drinks, son catalogadas como bebidas refrescantes por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Generando contradicción con la promulgada por la Organización Mundial de la Salud, la cual las denomina como bebidas estimulantes (debido a su alta concentración de sustancias que estimulan el Sistemas Nervioso Central y el ritmo cardíaco).

Burn, Monster, Eneryety, Toro loco, Energy, Red Bull, etc. son algunas de las marcas más conocidas en la actualidad.

Llegado aquí deberíamos de preguntarnos: ¿qué ha conseguido que este tipo de bebidas se arraigue con tanta fuerza en nuestra sociedad? ¿Qué ha sucedido para que el fenómeno se diversifique tanto? ¿Qué hace que se fije con tanta fuerza en los jóvenes? ¿Qué intereses se mueven con ellas? ¿Cuánto de peligrosas son?

Estas e innumerables preguntas sobre las BE, deben ser reflexionadas por la población actual. Investigaciones de todos los ámbitos, han de ofrecer datos para hacer análisis idóneos sobre la situación actual de este tipo de bebidas y dotar (si fuera necesario) de intervenciones realistas no estigmatizadas.

Nosotros en este artículo, tratamos de generar reflexión y debate sobre esta situación. Quedando la respuesta a las anteriores preguntas para análisis más profundos sustentados en investigaciones de mayor calado.

Composición

Como encontramos en Silva, L.M. (2015), la mayoría de estas bebidas son presentaciones diversas de dos ingredientes principales: la taurina y la cafeína. Siendo sus principios activos la base de sus cualidades “revitalizantes”.

Muchas de ellas, implementan diferentes ingredientes según la marca. Destacando el ginseng, guaraná y vitaminas como la carnitina, etc.

Según un folleto de “Acción Botellón”, las BE son bebidas gasificadas compuestas fundamentalmente por taurina, azúcares, potasio, sodio, vitaminas y extractos vegetales. Todo ello acompañado de aditivos, conservantes y colorantes.

El proyecto nombrado anteriormente financiado por el Ayuntamiento de Madrid y gestionado por la Asociación Bienestar y Desarrollo y Cruz Roja Juventud Comunidad de Madrid, destaca que composición aproximada de azúcares y cafeína, encontramos en 500ml de una BE tipo.

Taza de café (125ml)                                                                     90-125mg de cafeína.

1 sobre de azúcar                                                           7g

Bebida energética …….                                                160mg de cafeína, 55g de azúcares.

Este tipo de sustancias provocan en aquellos individuos que las consumen euforia, vitalidad, disminución de la fatiga, sensación de bienestar, insomnio, aumento de la capacidad de concentración y alerta, etc. Estos efectos, como otro tipo de sustancias estimulantes, influyen en la actividad del Sistema Nervioso Central. Aumentando temporalmente la actividad motriz, cognitiva y de alerta.

Tanto las bebidas energéticas como otros estimulantes como la cocaína consumidas en exceso provocan: hipertensión, diarreas, vómitos, taquicardias, etc. Evidenciando la necesidad de regular el acceso, informar sobre sus efectos y generar pautas de consumo responsable, respecto a unas bebidas que no son tan inocuas como se presentaron en un primer momento.

“Cada vez vemos más consumo de estas bebidas. La gente se cree que son refrescos, que se pueden consumir sin más. Pero no es así. Te aceleran mucho… Y más si las mezclas con otras sustancias. Nosotros ya alertamos de los riesgos de su consumo en festivales, aconsejando pautas para que este sea lo menos malo posible”. (B. Energy Control).

Energy Control es una asociación que centra gran parte de sus intervenciones, en reducir los posibles riesgos provocados por el consumo continuado de ciertas sustancias. Nuestra anterior informante muestra como la problemática de las BE, empieza a aparecer sus principales lugares de intervención. Generando la necesidad de implementar actividades para prevenir del riesgo de su ingesta.

Además, una de las cosas a tener en cuenta, es que los efectos de estas bebidas están pensados para adultos y sin combinarlo con otras sustancias. Con lo que su diversificación de uso poblacional y de su consumo, eleva los factores de riesgo asociados a las BE.

Si bien en la mayoría de los etiquetados de estas, podemos encontrar avisos como “consumir de forma moderada”, “no usar por niños” o “no consumir por personas embarazadas”, resulta insuficiente para mostrar las complicaciones que el consumo desaforado, aderezado con otras sustancias y fuera de su “target” inicial de población, puede provocar.

Estas advertencias resultan más escuetas si cabe, si las comparamos con los textos utilizados para resaltar las bondades de estos consumos.

“Ahora que las siestas al medio día son parte de la jornada laboral, puedes necesitar ayudadita para estar más alerta después de ese descanso. Las bebidas gaseosas y el café pueden ayudarte por poco tiempo, pero la bebida energizante 5-hour ENERGY® te quitará el adormecimiento y te dejará listo para el resto del día”.

De esta manera define Energy aquello que su producto puede aportar al día a día de las personas. Destaca la crítica al resto de BE, el definirse como una bebida sin gas y con efectos de mayor duración.

Cuando beber: al volante, cuando estudias, mientras practicas deporte, jugando videojuegos, cuando sales, de día o de noche”.

De esta forma define Red Bull el consumo de su bebida. Llamando la atención la similitud entre esta y el uso de un medicamento. Asociación que perdura en nuestros inconscientes como una creencia, legitimando su consumo en una sociedad medicalizada.

Desde nuestros laboratorios salió la fórmula que te proporciona el doble de estímulo que una bebida energética de tamaño normal. MONSTER te pega con un suave sabor y una potencia incomparable. Atrévete a probar una lata de la bebida más extrema del planeta, Monster Energy”.

El tono de Monster, es mucho más informal. Cercano al joven. Destaca el uso de conceptos como “te pega”, referencias al tamaño y a la potencia. Aludiendo claramente a lo sexual.

Tanto Red Bull como Monster, muestran unas webs las cuales parecen más de actividades deportivas, de deporte extremo y de videojuegos, que de BE. En las que es relativamente complicado encontrar su composición, precio, usos, etc.

Por su parte, Energy muestra un tono asociado al deporte. Su web nos evoca a las de productos deportivo, lejos del producto que en ella se vende.

El tono reflejado en los tres ejemplos que acabamos de reflejar. El halo médico. Su vinculación con lo joven. Con lo rebelde, etc. propicia que en la actualidad sean de las bebidas más consumidas por los jóvenes. Lejos de aquellos usos primigenios para los que fueron creados.

Legislación de las bebidas energéticas

A pesar de los innumerables estudios que empiezan a aparecer en la actualidad alertando sobre la peligrosidad del consumo habitual de estas sustancias (más si cabe si lo hace población adolecente). Los fabricantes, sólo están obligados a poner su composición y unas orientaciones referidas a aquellas poblaciones que no deberían de consumirlas.

La facilidad de acceso que en la actualidad encontramos para comprar BE y la inexistencia de una edad reguladora para su adquisición, hace que la restricción del consumo se sustente en el “sentido común”, la información y pautas de consumo responsable. Herramientas que chocan con estrategias de marketing poderosas, empleadas por los fabricantes. Los cuales invirtieron ingentes cantidades de dinero en ampliar el espectro de consumidores, generando asociaciones de ideas y creencias sobre las que fundamentar el consumo de estas bebidas.

Actualmente, pese a la “barra libre” de BE energéticas que existe a nivel global. Varios países, amparados en las posibilidades negativas que el uso habitual de estas sustancias puede producir en el individuo, han intentado prohibir por completo su venta.

El más claro ejemplo lo encontramos en Francia. País que desde 2004 prohibió su venta. Aunque, tras un informe de la Unión Europea, la restricción fue abolida. No obstante en el país galo hasta 2008, siempre se comercializó una versión rebajada de esta bebida. Medidas similares se aplicaron en Dinamarca y más recientemente en Lituania. Todas ellas centradas en la prohibición de venta de este producto y similares.

En el Reino Unido, desde comienzos del 2018, tres de sus cadenas de supermercados más importantes (Asda, Aldi y Sainsbury’s) prohibieron la venta de BE a los menores de 16 años. Impulsando una campaña denominada #notforchildren.

Otros países con algún tipo prohibiciones relacionadas con estas bebidas son Australia, Uruguay, Turquía, etc. donde existe algún tipo de restricción al acceso de bebidas con alto contenido de cafeína.

Actualmente, España está trabajando en una línea similar. Aclarando los etiquetados y tratando de prohibir su venta a menores de 16 años. Algo bastante complejo si podemos adquirir estas sustancias en quioscos, tiendas de alimentación, bazares, estancos, bares, supermercados, discotecas, máquinas expendedoras y un largo etc.

Ya el informe del Observatorio Español de las Drogas y las Toxicomanías del 2016 mostró como un 40% de los adolescentes españoles de entre 14 y 18 años, había consumido este tipo de bebidas en el último mes. Evidenciando un mayor consumo en la franja situada entre los 15 y 16 años. En concreto, siguiendo con los datos del estudio anterior, el 47,5% de los consumidores de BE lo había consumido con alcohol. Mientras que 2 de cada 3 lo hizo mezclándolo con cocaína.

Ahora mismo, el debate sobre estas bebidas se ha instaurado en las instituciones españolas. En ellas debaten posiciones como la del PSOE y la de la Asociación Nacional de bebidas refrescantes. Mientas que la agrupación política que solicita en el Congreso la realización de estudios sobre los que obtener una visión acertada sobre este fenómeno y legislar según lo que digan. La asociación se muestra contraria a la prohibición, aunque reconoce que son bebidas destinadas a la población adulta, como el alcohol.

Marketing y normalización

No podemos comprender el fenómeno de las BE y su diversificación de usos y población consumidora, sin reflexionar sobre las ingentes cantidades de dinero que los principales fabricantes de estas bebidas invirtieron en grandes campañas de publicidad. Buscando modificar el imaginario social que sobre estas se tenía.

No es casualidad que en la página web de Red Bull lo primero que veamos no sean sus bebidas y las distintas composiciones, sino banners dinámicos y videos sobre lo que ellos llaman el “mundo Red Bull”: videojuegos, fitness, celebridades deportivas, bicis, motos, surf, skate, e-sport, deporte extremo… Todo tipo de realidades que forman parte del “joven” actual. Mucho tenemos que “bucear” en su sitio, para poder llegar a los productos y más si cabe, a las advertencias y restricciones sobre  su consumo.

El espacio web de Monster, presenta similares características. Motos, deporte extremo, videojuegos, etc. llenan este espacio. Eso sí, como ya hemos comentado, en un tono mucho más “gamberro” que lo explicitado en el de Red Bull.

Estos contenidos de internet (los cuales evidencian las principales estrategias de marketing de estas empresas), son copiados por el resto de vendedores de bebidas similares. Generando el lobby de las BE, una asociación impostada entre su consumo, los jóvenes y aquellas actividades impuestas socialmente para ser un joven de éxito. En las cuales hay que consumir BE por su carácter desvergonzado y a la necesidad de un plus extra de energía para poder continuar con un ritmo de vida frenético. El cual se refleja metafóricamente en las actividades extremas que patrocinan las grandes marcas.

Si una persona que hace algo tan arriesgado como bajar una montaña con una tabla de snow consume estas bebidas, cualquier persona cuando se canse en su día a día, estará legitimado a hacerlo. Como el target de estos deportes, de los e-sports, etc. son jóvenes… Ahí encontramos la validación del consumo por parte de los modelos sociales que los jóvenes manejan en la actualidad.

Recientemente hemos podido ver una gran campaña de marketing brutal, evidenciando una colaboración entre dos empresas referentes de la juventud occidental actual. Se trata del acuerdo entre Burguer King y Monster, para que la primera ofrezca su bebida como parte de su oferta culinaria. Mostrando más si cabe la ingente inversión realizada para asociar las BE con los jóvenes.

Y como último ejemplo de este proceso de normalización, no podemos dejar de hablar sobre Coca-Cola Energy. El último movimiento de esta multitudinaria empresa, tratando de tomar posición en el mercado de estas bebidas. Lo cual trata de hacerlo presentando una BE sin taurina, con la cafeína de un café y el “sabor de Coca-Cola”.

Este proceso ha podido ser corroborado en nuestras sesiones de observación participante en ámbitos educativos, para la obtención de datos en la investigación que actualmente realizamos en el Real Sitio de San Ildefonso. Examinando conductas tan llamativas, que nos llevaron a introducir preguntas sobre las BE y la relación con ellas, en la batería de preguntas utilizadas en las entrevistas realizadas durante nuestro proceso de investigación.

Reflexionando sobre el papel de los medios de comunicación, es inevitable no establecer una comparación entre la situación actual de las BE y la todavía vigente del tabaco en la sociedad actual.

Ahora, el tabaco es una sustancia cuyo consumo es percibido como algo pernicioso. Causante de muchas enfermedades y mal visto socialmente. Tiene restringido el acceso a los menores de edad y, sus espacios de compra, han sido limitados también. Pero eso no fue siempre así.

Quién no se acuerda como no hace pocos años, el tabaco pululaba por los imaginarios sociales como una conducta asociada a la madurez. Como algo bohemio. Vinculado durante mucho tiempo a la masculinidad y al estereotipo de hombre duro. Todo ello sustentado en la falta de investigaciones sobre los efectos del tabaco en la salud. Falta de información fiable y fidedigna. Así como por enormes campañas de publicidad generadas por los principales fabricantes de esta sustancia, las cuales mantuvieron el consumo.

Con el tiempo, la situación cambió. Ahora la imagen del tabaco no es la misma. Aunque, debido a una legislación laxa respecto a esta sustancia, así como de la enorme cantidad de años en los que se ha tolerado su publicidad vinculada al deporte, películas etc. la percepción del riesgo que se tiene sobre su consumo es menor que la que se maneja sobre otras sustancias igual de lesivas. Con lo que a día de hoy, el consumo de tabaco es una problemática mundial compleja no sólo de salud, permitida por los intereses y el dinero que ganan e invierten grandes corporaciones.

Debemos tratar de evitar que un proceso similar suceda con las BE. Sustancias que, tras comenzar a aparecer estudios que desaconsejan su consumo, chocan con los intereses de los fabricantes. Los cuales han articulado estrategias para asociar su consumo a un target de población concreto, con una potencia simbólica tal, que mucho cambia la situación o veremos un proceso de normalización de su consumo similar al tabaco.

Nosotros, como evidenciaremos en las conclusiones de este artículo, abogamos por un control al acceso de las BE. Una limitación de la publicidad, tratando de evitar que se termine de asociar su consumo con un estereotipo de joven reproducido por la sociedad actual en la que vivimos.

Pero a la vez, defendemos la creación de estrategias de consumo en la población legitimada para su uso. Facilitando el acceso a una información fiel y real. Lejos de estigmatizaciones creadas con la intencionalidad de evitar el consumo, como ha sucedido con otras sustancias. Proceso que no ha facilitado la consecución de los objetivos para el que fue propuesto en sus inicios.

Alcohol y bebidas energéticas

Si sanitariamente existe un riesgo real al consumir habitualmente estas sustancias, sin unas pautas responsables, el cual se agudiza si es realizado por adolescentes. Ni que decir tiene si se hace con alcohol u otras sustancias.

Si las BE son mezcladas con licor, los consumidores están coadministrando un estimulante y un depresor del Sistema Nervioso Central al mismo tiempo. Con lo que el efecto relajante del alcohol se mitigaría, al ser compensado por la cafeína de la bebida. En la gran mayoría de los casos, la sensación de “pedo” se mitiga. Facilitando la continuación de la ingesta.

De investigaciones anteriores y apareciendo también en las narrativas obtenidas en la investigación sobre la situación de las adicciones en el Real Sitio, gran parte de los entrevistados justifican consumos de cocaína porque “necesito energía para mi día a día”; “trabajo muchas horas y de otra manera me duermo”, “así no me pongo pedo tan pronto y puedo aguantar más de fiesta”. ¿Os suena? Parece que estamos leyendo parte de la publicidad comercializada por los principales fabricantes de BE.

Actualmente, llegar a una situación de embriaguez total te desempodera dentro de tu grupo de iguales. En estos, recibe mayor reconocimiento social aquel que más bebe. Ya que ponerse pedo es “no saber beber”. De ahí que se recurran en situaciones de ocio nocturno a sustancias estimulantes como las BE que mitiguen los efectos del alcohol, tratando de ganar reconocimiento social.

Actualmente, extraído de nuestras experiencias investigadoras, el consumo de alcohol y BE energéticas ha disminuido. Al tratarse de bebidas muy caras, encarece el precio del combinado, provocando una disminución de este uso concreto. Dejando como el mayor nicho de venta actual, el uso recreativo por parte de jóvenes fuera de los circuitos de ocio nocturno. Propiciando un uso normalizado, habitual y diario. Generando mayores beneficios económicos que el restringido contexto festivo.

El auge del consumo de bebidas energéticas entre los jóvenes actuales

Los epígrafes anteriores nos llevan irremediablemente a preguntarnos, ¿por qué ha calado con tanta fuerza el consumo de estas bebidas en los adolescentes actuales?

Más allá del “trabajo” realizado por las empresas y sus campañas de marketing, las cuales han asociado su consumo a una tipología de joven a la que muchos quieren llegar. No podemos olvidar el papel que tiene en esta fase liminar la negación y la rebeldía.

Como explican Alfonso, J. P., Huedo-Medina, T. B., Espada, J. P. (2009), tontear con sustancias prohibidas o mal vistas socialmente. Jugar con los límites, son ejemplos simbólicos del paso entre dos estados vitales importantes: la niñez y edad adulta. Como nos explicó Turner, V. (1980), el adolescente, como sujeto liminar, asume ciertas conductas simbólicas que lo separan de un punto fijo de estructuración social. Funcionando sustancias como las drogas, el tabaco o las BE como herramienta para conseguir este desarraigo estructural. La adolescencia como etapa de transición, posiciona al joven entre dos situaciones sociales: una pasada y otra futura. Despojándolos de una posición social definida.

En la actualidad, el capitalismo y políticas neoliberales, han “capitalizado” este período, no sólo alargándolo en el tiempo, sino dotándole de referentes simbólicos sobre sus modos de actuar, estructuras de pensamiento, etc. Siendo ahí donde se han posicionado relaciones con ciertos modos de vida y sustancias como las BE. Relaciones generadas artificialmente por grandes empresas como ya hemos desarrollado en este artículo, con intenciones meramente económicas.

En este sentido, lo novedoso, trasgresor, gamberro, contracultural, en contra de lo establecido, etc. se transforma en rasgos identitarios de la juventud actual. Espacio donde el marketing ha posicionado a las BE.

A pesar de lo expuesto, no es cuestión de demonizar ni a los jóvenes, ni a las BE. Como sabemos, la cafeína está presente en muchos de nuestros alimentos cotidianos. Sin que esta y su consumo sea repudiada o estigmatizada. De igual manera que a nadie se le ocurre criticar al café, nadie se lo ofrece jóvenes e infantes.

No se trata de discutir sobre las ventajas e inconvenientes de esta sustancia y de aquellos elementos que la contenga. La principal problemática radica no “en el qué”, sino “en el cómo y quién”. Generando alarma el consumo irracional/excesivo y por individuos no preparados para ello (máxime si se mezcla con otras sustancias). Pero nunca aquel basado en la información y sustentado en una reducción de riesgos.

La situación actual ha generado lo que nosotros definimos como “el fenómeno de las bebidas energéticas”. El cual encaja perfectamente en nuestra sociedad y más concretamente en el modelo capitalista en la llamada “cultura del ocio”.

El modelo actual de recreo sustentado en la “evasión”, fruto de ritmo de vida frenético que nos impone ciertos tipos de violencia en nuestro día a día. Las cuales se hacen más evidentes si cabe, en aquellos que no logran destacar en el día a día, son los primeros o los mejor clasificados. Este escenario, provoca y legitima la necesidad de usos de estrategias evasión y de suplementación, ejemplificadas en el uso tanto de las bebidas energéticas como de otras sustancias.

Conclusiones

Finalizando nosotros, abogamos por una intervención acertada en el campo de las BE. Entendiendo por esto la implementación de políticas que no estén sustentadas ni una demonización de sus usos, ni en la normalización de ciertas relaciones que no lo son.

La realidad es que un consumo continuado y desaforado de estas bebidas (incrementado en la población de menor edad), puede provocar una serie de efectos negativos en el cuerpo humano. Pero esto no debe servir para sustentar falsas creencias, modelos interpretativos y explicaciones en términos negativos sobre las BE, como ya sucedió con otras sustancias. La demonización de la heroína y otras drogas, lejos de evitar su consumo, sólo provocó la estigmatización de la sustancia y sus consumidores.

Pero tampoco debemos de permitir la instauración en el imaginario colectivo del uso de estas bebidas como parte de un estilo de vida. Dado que puede que sucede como con el tabaco, con la dificultad posterior para intervenir en una situación plagada de contradicciones y creencias.

Nosotros proponemos una “gran sentada epistemológica”, en la cual todas las disciplinas con voz en este fenómeno aporten a su entendimiento. Y, desde esta, la construcción de modos de intervención realistas, sin convertir a las BE ni en héroes ni villanos.

Bibliografía

Turner, V. (1980). “Entre lo uno y lo otro: el periódo liminal en los ‘Rites de passage’. En La selva de los símbolos”. Madrid. Siglo XXI.

Alfonso, J. P., Huedo-Medina, T. B., Espada, J. P. (2009). “Factores de riesgo predictores del patrón de consumo de drogas durante la adolescencia”. En Anales de Psicología 25(2). Pp (330-338).

Silva Polanía, L. M. (2015). “Bebidas energizantes: composición química y efectos en el organismo humano”. Trabajo para optar el título Magister en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales. Bogotá. Colombia. Universidad Nacional de Colombia.