El informe Violencia sexual en el deporte: relatos mediáticos es un análisis detallado sobre cómo se construyen y difunden en los medios de comunicación los relatos sobre violencia sexual en el ámbito deportivo. Elaborado por Laura Castells Ricart, del Observatorio Noctámbul@s, el estudio busca evidenciar los patrones de representación mediática de estos casos y su impacto en la percepción social de la violencia sexual.
Con el “caso Rubiales” y todo lo que desencadenó, desde el Observatorio se busca contribuir a repensar cómo se construyen estos relatos, qué imaginarios de la violencia sexual reproducen y si son representativos de lo que ocurre en el mundo del deporte.
A pesar de que el ámbito deportivo es un campo poco explorado por el Observatorio, la transversalidad de la violencia y su carácter estructural justifican la elaboración de este informe. Además, se identifica una conexión con el estudio del ocio nocturno, un área ampliamente investigada por la organización. Tanto la fiesta y sus implicaciones subjetivas —y, por ende, generizadas, como la búsqueda de placer—, como la práctica deportiva, son espacios históricamente masculinos y masculinizados. La proliferación de noticias sobre agresiones en el ámbito deportivo pone de manifiesto un elemento común: la sanción que sufren las mujeres al ocupar estos espacios.
El informe parte de una concepción que entiende las violencias sexuales como parte de las violencias machistas, derivadas de las desigualdades de género. Se trata de una violencia de origen estructural que afecta a las mujeres por el hecho de serlo y que, a pesar de su impacto y omnipresencia, se normaliza a través de mecanismos que la legitiman. Estos elementos constituyen la cultura de la violación, entendida como la estructura que justifica y normaliza la existencia de la violencia sexual.
Las formas de violencia cotidianas, culturales, simbólicas e institucionales configuran un sentido común que perpetúa estas agresiones. Así conceptualizadas, las violencias sexuales no son eventos aislados, sino un mecanismo sistémico de control y desigualdad. Este proceso de naturalización invisibiliza su dimensión política, haciéndola parecer inevitable y reforzando la idea de que la responsabilidad de evitarla recae sobre las mujeres.
Otro aspecto fundamental es el papel de la credibilidad en la construcción de estos relatos. Las víctimas suelen enfrentar un doble desafío: no solo deben demostrar la veracidad de sus testimonios, sino que además se ven sometidas a un escrutinio social que pone en duda su legitimidad como denunciantes. Este sesgo histórico sigue presente en las narrativas mediáticas, donde la carga de la prueba recae desproporcionadamente sobre las víctimas, mientras que los agresores suelen recibir un trato más benevolente o incluso protector por parte de la opinión pública y ciertos sectores de la prensa.
El informe concluye que las narrativas mediáticas actuales contribuyen a la invisibilización de la violencia sexual en el deporte y refuerzan estereotipos de género que dificultan el reconocimiento y la denuncia de estas agresiones. Para revertir esta tendencia, se proponen las siguientes recomendaciones:
– Promover una cobertura mediática responsable, que centre la atención en las víctimas y en el problema estructural de la violencia sexual, evitando encuadres que minimicen o justifiquen las agresiones.
– Formar a periodistas y comunicadores en perspectiva de género y en el tratamiento adecuado de casos de violencia sexual, fomentando una narrativa basada en la evidencia y alejada del sensacionalismo.
– Fomentar espacios seguros en el deporte, a través de protocolos de prevención, mecanismos de denuncia efectivos y campañas de sensibilización para deportistas, entrenadores y personal vinculado a las instituciones deportivas.
– Impulsar la participación de mujeres y personas no binarias en el periodismo deportivo y en la toma de decisiones dentro del ámbito deportivo, garantizando una representación más equitativa y plural en la cobertura de noticias y en la gestión de las entidades deportivas.
Asimismo, se destaca la necesidad de un cambio estructural en el tratamiento de la violencia sexual en el deporte, tanto a nivel mediático como institucional. La construcción de relatos más representativos y justos es clave para erradicar la impunidad y garantizar un entorno deportivo seguro e igualitario para todas las personas. La violencia sexual en el deporte no es un problema aislado, sino un reflejo de desigualdades sistémicas que requieren respuestas colectivas y comprometidas desde todos los ámbitos de la sociedad.
Además, es fundamental que se refuercen las investigaciones académicas y los estudios sobre la violencia sexual en el deporte, ya que este ámbito sigue estando poco explorado en comparación con otras áreas donde la violencia de género ha sido ampliamente documentada. Una mayor producción de conocimiento permitirá generar estrategias más eficaces para la prevención y la atención, además de aportar herramientas para una mejor formación de los actores involucrados. La erradicación de la violencia sexual en el deporte solo será posible si se toman medidas integrales y sostenidas en el tiempo, que incluyan tanto el fortalecimiento de políticas públicas como el cambio en la cultura deportiva y mediática. Solo así se podrá avanzar hacia un deporte verdaderamente inclusivo y libre de violencias.