Los llamados “anexos” o “granjas” de rehabilitación son conocidos en México por su oscuro historial de abusos y violaciones a los derechos humanos. Estos centros, en teoría destinados a rehabilitar a personas con adicciones, operan en muchas ocasiones al margen de la ley, empleando prácticas ilegales que atentan contra la dignidad de los internos. A pesar de la gran cantidad de familias que recurren a estos lugares en busca de ayuda para sus seres queridos, los anexos siguen siendo centros de explotación, violencia y privación de libertad, convirtiéndose en una suerte de “cárceles” de castigo en lugar de en espacios de rehabilitación.

Es importante aclarar que un “anexo” no es lo mismo que un centro de rehabilitación profesional. Mientras que un centro de rehabilitación debe contar con personal capacitado y seguir un protocolo para el tratamiento de las adicciones, un anexo es, por lo general, un lugar donde se lleva a la persona adicta en contra de su voluntad, muchas veces mediante el uso de la fuerza. En estos lugares, las condiciones de vida son deplorables: hacinamiento, maltrato físico y psicológico, y una alimentación deficiente son solo algunos de los aspectos que caracterizan estos espacios. Los internos son tratados de manera brutal, a menudo sufren golpes, humillaciones y torturas como parte del proceso de “rehabilitación”.

Incluso la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos A.C. ha expresado en múltiples ocasiones su rechazo a estos lugares, distanciándose completamente de sus prácticas.

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