Entre el 40 y el 60 por ciento de todas las personas tratadas por trastornos por consumo de sustancias recaen, lo que representa un gran desafío para el éxito del tratamiento. Una nueva investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, muestra que los recuerdos perturbadores que asocian las señales ambientales con el uso de drogas reducen significativamente los comportamientos de búsqueda de drogas en ratas, lo que abre un potencial camino para desarrollar terapias más efectivas para prevenir la recaída.

Desde que Pavlov descubrió el condicionamiento clásico en los perros en la década de 1890, se sabe desde hace mucho tiempo que el cerebro asocia señales específicas con comportamientos, como el olor del café recién hecho que hace que desees beber una taza, o la visualización de una serpiente que induce a una mayor respuesta de miedo mayor. Romper los vínculos entre claves y recuerdos es una estrategia bien conocida para tratar las fobias, la adicción y el trastorno de estrés postraumático.

Pero este método, comúnmente conocido como «terapia de exposición», no es muy efectivo para tratar la adicción. ¿La razón? El contexto importa. Aunque la terapia de exposición podría tener algún efecto en un entorno controlado como el consultorio de un médico o terapeuta, en el momento en que una persona que sufre de adicción se enfrenta a una señal en el mundo exterior, el cerebro dispara las mismas neuronas conectadas al comportamiento de búsqueda de drogas.

«Aunque siempre hemos sabido que el cerebro forma estos recuerdos asociados con la señal, nunca se han identificado con claridad los circuitos específicos», dice Mary Torregrossa, profesora asociada de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Pitt y autora principal del Estudio, publicado este martes en ‘Cell Reports’. «Hemos encontrado una pieza central en el rompecabezas de la memoria, y también mostramos que sacar esa pieza en un escenario de uso de sustancias puede ayudar a revertir los comportamientos de recaída», agrega.

En el estudio, los científicos utilizaron un modelo de rata de recaída asociada a la señal. Cuando las ratas presionaron una palanca, recibieron una infusión de cocaína, acompañada de un tono y una luz. Con el entrenamiento, las ratas aprendieron a asociar la señal audiovisual con la cocaína, y mostraron un comportamiento de búsqueda de drogas análogo al deseo, presionando repetidamente la palanca.

Los investigadores también simularon la terapia de exposición en ratas, lo que demuestra que reproducir el tono y la luz repetidamente sin proporcionar la infusión de cocaína finalmente reduce el comportamiento de búsqueda de drogas. Pero al igual que en los seres humanos, la terapia de exposición en las ratas no funcionó bien si se les colocó en un entorno diferente.

La amígdala, el centro de formación de recuerdos

Utilizando grabaciones eléctricas de tejido cerebral de rata, Torregrossa y su equipo demostraron por primera vez que las conexiones entre el núcleo geniculado medial, el conmutador del cerebro del sonido, y la amígdala lateral son importantes para formar recuerdos que asocian la cocaína con las señales externas.

«Tenía sentido porque la amígdala es donde se forman los recuerdos emocionales –señala Matthew Rich, estudiante graduado en el laboratorio de Torregrossa y primer autor del estudio–. Recibe información sensorial y se asocia con lo que sentimos cuando se nos presentan las claves».

Para mostrar una conexión causal entre estos recuerdos asociados con la señal y el comportamiento de búsqueda de drogas, los investigadores utilizaron una técnica conocida como optogenética, donde se usan pulsos de luz para controlar las células modificadas genéticamente con el fin de controlar las neuronas del experimento anterior. Las ratas que tenían los recuerdos de la cocaína borrados de forma optogenética presionaron la palanca significativamente menos veces cuando se tocaba la señal de luz y tono.

Es importante destacar que la reducción del comportamiento de recaída persistió incluso cuando se colocó a las ratas en un entorno diferente, lo que sugiere que la eliminación de los recuerdos asociados con la señal supera los efectos inductores de recaída de un nuevo entorno.

«A largo plazo, estos hallazgos pueden ayudarnos a desarrollar fármacos o enfoques como la estimulación cerebral profunda para atacar específicamente estos recuerdos fortalecidos por el uso de sustancias y mejorar el éxito de la terapia de exposición para prevenir la recaída», concluye Torregrossa.

Nota: artículo original publicado en infosalus.com