La Organización Mundial de la Salud define adicción como una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. La adicción se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.

En la instauración de una adicción el cerebro juega un papel fundamental. Tanto si es una sustancia, como el alcohol o la cocaína, como si es una actividad, como apostar, la maquinaria neurológica que inicia el proceso «tiene que ver con los mecanismos de recompensa que se ponen en marcha tras el consumo», especifica en una entrevista con Infosalus el vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el doctor Carlos Portilla.

En estos mecanismos «participan estructuras que se localizan fundamentalmente en el sistema límbico y desde ahí hace conexión con otras zonas corticales de nuestro cerebro, como el lóbulo frontal», agrega el doctor Portilla, que concreta que los mecanismos en cuestión «están mediados principalmente por la dopamina».

Concretamente en el caso de la adicción a sustancias, «tiene que ver fundamentalmente con los mecanismos cerebrales de recompensa, dónde el sistema límbico y neurotransmisores como la dopamina juegan un papel importante», resume el vocal de la SEN.

Por otra parte, un cerebro adicto no es un cerebro normal. «El cerebro de un adicto a sustancias sufre cambios tanto por su uso ocasional como por su uso de forma crónica», señala el doctor Portilla. Los efectos, asimismo, son visibles «tanto a corto plazo y con el consumo ocasional, como a medio y largo plazo, con el consumo crónico», apostilla el vocal de la SEN.

Pero, en líneas generales y sin diferenciar entre sustancias, «a corto plazo los cambios en el cerebro son fundamentalmente funcionales, mientras que, a medio y a largo plazo, los cambios son principalmente funcionales y estructurales», explica el doctor Portilla.

El doctor Portilla también concede importancia a la sustancia consumida. «Dependiendo de la sustancia se produce la activación de diversos receptores neuronales que se ven estimulados por la sustancia tóxica y condicionan respuestas clínicas variables», continúa el experto.

Estas respuestas clínicas variables «dependerán de la sustancia y la cantidad consumida, de si es un consumo puntual o habitual o del tipo de receptor que se estimula», manifiesta el experto, pero pueden rastrearse cambios «más o menos comunes a las distintas sustancias, fundamentalmente por su uso crónico», insiste el doctor Portilla.

Deterioro

Con un consumo de sustancias continuado en el tiempo, el cerebro se deteriora. «El cerebro, tras el consumo de determinadas sustancias puede deteriorarse», señala el vocal de la SEN, que precisa que «fundamentalmente por su uso crónico», los cambios degenerativos del cerebro son «pérdida de neuronas, atrofia cerebral o daños en la sustancia blanca cerebral».

La buena noticia es que el deterioro «es reversible principalmente en las primeras fases del inicio del consumo y, sobre todo, si se hace de manera ocasional», concluye el experto.

Nota: artículo original publicado en infosalus.com