Cuando Richard Nixon declaró en 1971 que «la adicción a las drogas es el enemigo público número uno de Estados Unidos» inició la llamada guerra contra las drogas y creó la Drug Enforcement Administration, DEA (Administración para el Control de Drogas). Posiblemente olvidó que en la Primera Convención Internacional del Opio de 1912 ya había comenzado la primera batalla, que seguiría con la aprobación de la primera ley antinarcótica nacional, la Ley Harrison de 1914, que recaudaba impuestos de los productos derivados de opiáceos y de la coca, y la ley Marihuana Tax Act en 1937, también impositiva.
En la década de los 70, el 22% de los presos carcelarios en Estados Unidos lo eran por delitos de drogas, por lo que a Jeffrey Donfeld se le encargó liderar la recién creada Oficina de Acción Especial para la Prevención del Abuso de Drogas con la improbable misión de erradicar su consumo. Se estaba produciendo un incremento cada vez mayor del consumo de heroína, que en algunos centros trataban con metadona y Donfeld diseñó una campaña para convertir el uso de la metadona en un asunto nacional.
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