Un nuevo estudio sugiere que las personas mayores de 65 años que recientemente han sido diagnosticadas con insuficiencia cardiaca pueden continuar bebiendo cantidades moderadas de alcohol sin empeorar su trastorno. El estudio, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, mostró un beneficio de supervivencia para los bebedores moderados en comparación con los que se abstuvieron de consumir alcohol.

En promedio, la supervivencia de los bebedores moderados fue un poco más de un año más que los que no bebían alcohol, una diferencia que fue estadísticamente significativa. Sin embargo, los hallazgos no sugieren que los no bebedores deberían comenzar a beber después de un diagnóstico de insuficiencia cardiaca, aclaran los investigadores, cuyo trabajo se publica este viernes en ‘JAMA Network Open’.

«Mis pacientes que recientemente han sido diagnosticados con insuficiencia cardiaca a menudo me preguntan si deben dejar de beber esa copa de vino todas las noches –dice el autor principal y cardiólogo David L. Brown, profesor de Medicina–. Y hasta ahora, no tenía una buena respuesta para ellos. Hace tiempo que sabemos que los efectos tóxicos del consumo excesivo de alcohol pueden contribuir a la insuficiencia cardiaca».

Y añade: «En contraste, tenemos datos que muestran que las personas sanas que beben moderadamente parecen tener algo de protección contra la insuficiencia cardiaca a largo plazo, en comparación con las personas que no beben nada. Pero había muy pocos datos que nos ayudaran a asesorar a las personas que beben moderadamente y que han sido diagnosticadas recientemente con insuficiencia cardiaca».

Prolongación de la supervivencia

El nuevo trabajo sugiere que estos pacientes pueden continuar bebiendo de manera segura en cantidades moderadas: una porción de alcohol al día para mujeres y dos para los hombres. Los investigadores encontraron una ligera relación entre el consumo moderado de alcohol y los tiempos de supervivencia más prolongados; pero como el estudio no establece la causa y el efecto, los autores no pueden llegar a la conclusión de que el consumo moderado protege activamente.

En este sentido, plantean que es posible que haya algún otro factor, o combinación de factores, común entre los bebedores moderados que conduce a este beneficio. Como tal, la evidencia no respalda la idea de que los no bebedores con insuficiencia cardiaca mejorarán si comienzan a consumir alcohol de forma moderada.

Los investigadores analizaron datos de un estudio anterior llamado ‘Estudio de Salud Cardiovascular’, realizado entre 1989 y 1993. Incluía a 5.888 adultos en Medicare. De estos, 393 pacientes desarrollaron insuficiencia cardiaca durante los nueve años de seguimiento. La insuficiencia cardiaca ocurre cuando el corazón pierde gradualmente la capacidad de bombear suficiente sangre al cuerpo. Se puede desencadenar por un ataque cardiaco u otras afecciones crónicas como diabetes o enfermedad renal.

Con una edad promedio de 79 años, un poco más de la mitad de los pacientes con insuficiencia cardiaca eran mujeres y el 86 por ciento eran blancos. Los pacientes se dividieron en cuatro categorías para el análisis: personas que nunca bebían, individuos que bebían y lo dejaron en el pasado, personas que tomaban siete o menos bebidas por semana y quienes ingerían ocho o más bebidas por semana. Los científicos definieron una porción de alcohol como una cerveza de 12 onzas (algo más de 35 cl), un vaso de vino de 6 onzas (más de 17 cl) o un trago de licor de 1,5 onzas (algo más de 4 cl).

Los investigadores tuvieron en cuenta variables importantes en su análisis, como la edad, el sexo, la raza, el nivel educativo, los ingresos, el estado del fumador, la presión arterial y otros factores. Después de controlar estas variables, los científicos encontraron una relación entre consumir siete o menos bebidas por semana y una supervivencia prolongada de poco más de un año, en comparación con los que no bebían a largo plazo.

La supervivencia más amplia llegó a un promedio de 383 días y varió de 17 a 748 días. El mayor beneficio parece derivarse del consumo de diez bebidas por semana, pero tan pocos pacientes entran en esa categoría que los datos no son suficientes para sacar conclusiones definitivas.

«Las personas que desarrollan insuficiencia cardiaca a una edad mayor y nunca beben no deben comenzar a beber –afirma Brown–. Pero nuestro estudio sugiere que las personas que han tomado una o dos bebidas diarias antes de su diagnóstico de insuficiencia cardiaca pueden seguir haciéndolo sin preocuparse de que esté causando daño. Aun así, esa decisión siempre debe tomarse en consulta con sus médicos».

Nota: artículo original publicado en infosalus.com