Los resultados de una serie de sondeos de respuestas rápidas realizados por el Grupo Europeo sobre Tratamientos del Sida (EATG, en sus siglas en inglés) han puesto de manifiesto la existencia de cambios significativos en el acceso a los servicios de realización de pruebas de detección del VIH, de profilaxis preexposición y de tratamiento antirretroviral durante el curso de la epidemia de la COVID-19. Estos hallazgos no solo reflejan los impactos negativos, sino que también evidencian que diversas organizaciones de base comunitaria han encontrado soluciones innovadoras para ellos.

Los servicios de realización de pruebas del VIH parecían verse más afectados en los países que habían aplicado medidas más estrictas debido a la COVID-19, ya que los servicios de realización de pruebas rápidas y de atención social a menudo se suspendieron por completo. Sin embargo, en muchos lugares se produjo un aumento –o al menos una continuación de la disponibilidad– de los kits de autorrealización de la prueba y muchas ONG organizaron campañas para aumentar la concienciación sobre dicho tipo de pruebas. La mitad de las personas encuestadas afirmó que en su zona únicamente estuvieron disponibles las pruebas diagnósticas de infecciones de transmisión sexual para los casos agudos y las emergencias, pero no dentro de las pruebas de rutina.

Las personas encuestadas de casi todos los países declararon que se produjeron alteraciones en las citas normales para el VIH, que fueron pospuestas (realizándose el envío de suministros adicionales de tratamiento) o se efectuaron por teléfono. En varios países, se consideró que el haber derivado el personal médico a la atención de la COVID-19 había hecho que los servicios del VIH fueran muy inadecuados.

No obstante, se recogieron pruebas de que las organizaciones comunitarias y de salud estaban respondiendo a los problemas surgidos con la pandemia aplicando soluciones innovadoras, que fueron desde prescribir recetas extendidas hasta que organizaciones comunitarias se convirtieran en puntos de acceso al sistema sanitario cuando las clínicas periféricas habituales se cerraron. El personal sanitario se encargó de la distribución de los fármacos a los pacientes, haciendo uso de coches o bicicletas. También se abrieron farmacias comunitarias o se les dio permiso a las existentes para que dispensaran el tratamiento.

Ian Hodgson, de EATG, afirmó en la conferencia que ahora el reto era que las organizaciones comunitarias cambiaran de una respuesta de emergencia a una respuesta estratégica a la pandemia de COVID-19. Las prioridades de los organismos financiadores podrían cambiar de forma permanente, declaró, y las organizaciones podrían tener que cambiar sus objetivos y prioridades para hacer frente a las necesidades del mundo post-COVID-19.

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