Mis padres no son precisamente conocidos por mantener la calma. A mi madre, que tiene problemas de salud mental, le basta que los tápers no estén en la repisa adecuada para perder la paciencia. Si alguien la critica, ella inmediatamente lo acusa de bullying o abuso.

Por eso no le conté acerca de mi uso de heroína por cerca de seis meses. Empecé a usar la droga alrededor del día que cumplí dieciocho años, en la primera mitad de 2017, y finalmente se lo dije medio año después. Sabía que se pondría furiosa, quizá incluso violenta. Pero no podía mantener un secreto como ese para siempre.

Artículo, traducido especialmente por Proyecto Soma, publicado originalmente con el título How I Wish My Parents Had Reacted to My Heroin Use, es un testimonio sobre los errores que podemos evitar cuando las drogas llegan al hogar.

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