El gigante farmacéutico Johnson & Jonshon y tres de la mayores distribuidoras de medicamentos de Estados Unidos han llegado a un acuerdo de 26.000 millones de dólares con varios Estados para zanjar los miles de pleitos a los que se enfrentan por la crisis de opioides, que ha llegado a ser declarada una emergencia de salud pública, ha matado a cientos de miles de estadounidenses en los últimos años y que ha generado una tonelada adictos por mala información y administración. Una vez ratificado el pacto en los gobiernos estatales y locales, los fondos se destinarán a financiar servicios de prevención y tratamiento de la adicción en las comunidades afectadas.

Además de J&J, forman parte del acuerdo las empresas Cardinal Health, AmerisourceBergen y McKesson, que son pesos pesados de la distribución en Estados Unidos, pero el resto del sector farmacéutico sigue litigando con ciudadanos y autoridades locales de todo el país. En este caso —y en la mayoría— los denunciantes sostienen que las distribuidoras hicieron caso omiso a las enormes cantidades de envíos de opiáceos prescritos a las comunidades y que la farmacéutica Johnson & Johnson minimizó la capacidad adictiva de estos productos. Uno de los fármacos que hizo estragos fue el fentanilo, hasta 50 veces más potente que la heroína.

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