No existe ningún censo oficial en México que muestre la cantidad de niñes y adolescentes hijes de usuarios de drogas ni diagnóstico sobre sus condiciones de vida. No se sabe cuántos son ni dónde ni cómo están o si ya comieron, si faltaron a la escuela, si han desarrollado adicción o si están a merced de su suerte, en orfandad; también se ignora quién los cuida o si alguien los maltrata ni si el Estado está garantizando el derecho superior de la niñez. Además, hay un universo desconocido, con una «zona» particularmente oscura: las familias con un consumo problemático y disfuncional. De ellas nos ocuparemos en este reportaje.
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