Redacción-

Por primera vez, el Congreso de Estados Unidos,  ha asignado fondos específicos para programas que distribuyen jeringuillas limpias y otros suministros destinados a proteger a los usuarios. Entre noviembre del 2019 y noviembre de 2020 las muertes por sobredosis aumentaron en casi un 30%. Muchos factores han contribuido en el aumento de sobredosis durante la pandemia, la pérdida generalizada de empleos, los desahucios, el menor acceso a tratamientos de adicciones y atención médica; y un suministro de drogas que se volvió más caro e inseguro con el cierre del país.

El New York Times, publicaba el pasado 27 de junio un artículo, alabando la iniciativa de Biden de financiar públicamente los servicios de reducción de daños. En el artículo titulado Helping Drug Users Survive, Not Abstain: ‘Harm Reduction’ Gains Federal Support [Ayudar a los consumidores de drogas a sobrevivir, no a la abstinencia: la «reducción de daños» obtiene apoyo federal] señalan que la America Rescue Act, incluye 30 millones de dólares específicamente para servicios de reducción de daños basados ​​en evidencia, y resaltan «la primera vez que el Congreso ha asignado fondos específicamente para ese propósito».

El congreso, con esta medida, está apoyando el enfoque de reducción de daños que muchas entidades llevan haciendo durante años, dándoles equipo esterilizado, herramientas para comprobar si sus medicamentos tienen fentanilo y otras sustancias peligrosas, o incluso un espacio seguro para descansar. Durante la pandemia, estos servicios lograron seguir proporcionando algunos suministros, entregándolos a través de ventanas, ofreciendo recogerlos en la acera o incluso enviándolos por correo.

Muchos programas de reducción de daños están a cargo de personas que han consumido drogas en el pasado o que todavía lo hacen en ocasiones.

A pesar de la evidencia, muchos funcionarios electos y comunidades continúan resistiéndose a equipar a las personas con suministros para el uso de drogas. Algunos también dicen que las jeringuillas de los programas de reducción de daños terminan ensuciando los vecindarios o que los programas provocan un aumento de la delincuencia.

Leer el artículo original en nytimes.com