La pandemia vino para cambiarlo todo. La mayoría de las cosas, a peor, cierto. Pero no todas. Hasta en las peores situaciones se producen carambolas que tienen cosas buenas como fruto inesperado. Y con el covid también ha ocurrido. Uno de sus efectos colaterales positivos ha sido la reducción del consumo de drogas ilegales en los momentos más duros, como el confinamiento y las etapas de fuertes restricciones. Al leer esto, más de uno estará pensando: ‘Toma, claro, por obligación, porque sin poder salir a la calle a pillar, ni fiestas locas…’. ¿No es así?

Pues –oh, sorpresa–, aunque es cierto que los expertos temen que ahora el efecto atracón eche por tierra los avances de muchos adictos que han reducido o dejado la droga en el último año y medio, lo cierto es que muchos se mantienen limpios (o casi) o han aprovechado el paréntesis del covid para rehabilitarse. La explicación parece ser esta: muchos se dieron cuenta de su vulnerabilidad y pasaron síndromes de abstinencia realmente penosos al principio de la pandemia. Y no quieren perder ese terreno ganado. Se abre para ellos, pues, una oportunidad.

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