El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo a principios de octubre que “nadie debería estar en la cárcel solo por consumir o poseer marihuana”. Bajo ese argumento, perdonó los delitos federales por posesión simple de esta planta para miles de personas y llamó a los gobernadores a emitir indultos similares para los culpables bajo leyes estatales.

Este anuncio nos sitúa ante una renovada narrativa presidencial respecto a la guerra contra las drogas y el prohibicionismo, aunque aún está pendiente un impulso a la regulación de la marihuana a nivel federal. Actualmente, su uso recreativo es legal en 19 de los 50 estados y el distrito de Columbia, y su uso medicinal en 37. Aunque hay voces de activistas que piden analizar también la legalización de la cocaína o buscar otras formas que no sea la prohibición para solucionar la epidemia de muertes por sobredosis —en particular de opioides—, que está cobrando 100,000 vidas anuales en el país, este es un avance hacia un camino distinto.

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