Un lucrativo negocio al que las autoridades asestaron recientemente un llamativo golpe al firmar una de las operaciones antinarcóticos más grandes de la historia en el sudeste asiático

Las verdes colinas que dan forma al estado Shan, al noreste de Birmania, no aparecen en ningún mapa de las principales rutas comerciales globales. Pero en esta remota región, cuyas junglas son escenario desde hace décadas de conflictos étnicos, guerrillas y una pobreza endémica, se fabrica una gran parte de las drogas sintéticas que se consumen por todo el mundo. Un lucrativo negocio al que las autoridades asestaron recientemente un llamativo golpe al firmar una de las operaciones antinarcóticos más grandes de la historia en el sudeste asiático.

La lista de incautaciones impresiona. Entre el 20 de febrero y el 9 de abril, los uniformados detuvieron a 33 personas y requisaron 194 millones de pastillas de metanfetamina, otros 500 kilos de este producto en forma de cristal, 292 kilogramos de heroína, 588 de opio, 630 de efedrina y, lo más sorprendente, 3.750 litros de metilfentalino (3MF), un opiáceo sintético muy potente capaz de generar una gran dependencia. En definitiva, un alijo “fuera de lo común”, como lo describió Jeremy Douglas, representante de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) para la región.

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