La ley regional de drogas, en vigor desde 1997, no ha logrado uno de sus principales objetivos: reducir el consumo de alcohol entre los jóvenes, más bien ha resultado contraproducente. La última encuesta escolar acerca del uso de sustancias estupefacientes, correspondiente al bienio 1998-2000, revela que el porcentaje de chicos de entre 14 y 18 años que ha probado alguna vez las bebidas alcohólicas alcanza ya el 79,6%, lo que supone un incremento de casi diez puntos con respecto al curso 1993-1994.

En consecuencia, la prohibición de venta de alcohol a menores de edad en bares y discotecas y las restricciones de suministro en gasolineras y otros negocios, que establece la normativa regional sobre drogas, parece no haber significado un impedimento para el acceso de los jóvenes a la bebida.

Incremento de ebrios

Otro dato revelador radica en que casi siete de cada diez escolares de Secundaria admiten haber tomado copas durante los últimos 30 días, mientras que el índice de consumo en el conjunto de España se sitúa en el 58%, casi diez puntos por debajo del nivel registrado en la Región.

El 43,3% de los encuestados en centros murcianos donde se imparte ESO dicen que se han emborrachado al menos una vez, frente al 21,9% detectado en el sondeo que la consejería llevó a cabo en 1994.

La mayoría de los estudiantes de 14 a 18 años permanecen abstinentes durante los días laborables, pero no sueltan el cubata cuando llega el viernes por la noche, un fenómeno que se puede atribuir a la práctica del botelleo, a juicio de los expertos. El 89% de los adolescentes no prueba el alcohol de lunes a jueves, pero uno de cada cuatro de estos protagoniza los viernes y los sábados un consumo excesivo y de gran riesgo.

El director general de Atención al Ciudadano de la Consejería de Sanidad y coordinador regional de Drogas, Luis Navarro, achaca el aumento del consumo de alcohol «a la mala educación que reciben muchos jóvenes en sus hogares, donde ven a sus padres beber casi a diario». Para Navarro, «es elemental que los padres den ejemplo a sus hijos y les inculquen que el hábito de tomar alcohol no es bueno».

En cuanto a la moda de beber en la calle, el coordinador de drogas asegura que «no vamos a poner a un policía detrás de cada joven, aunque es cierto que algunos padres, que se desentienden de sus hijos, sí que lo merecen».