Para que el cambio se produzca o para que se comience en la vía del cambio hay que saber que puede realmente darse dicho cambio. Estar motivado para el cambio es una cuestión primordial. Hoy se sabe que cada persona pasa por varias fases cuando el objetivo es romper con una adicción. Si cree que puede intentar cambiar, bien vale la pena hacer el esfuerzo. Si la persona no tiene ningún interés en cambiar en los próximos 6 meses (estadio de precontemplación), porque considera que no tiene ningún problema, debe analizar cómo le está influyendo el consumo de una o más sustancias en su comportamiento cotidiano, respecto a las personas más cercanas, al trabajo, a sus expectativas, a como se comportaba hace uno o dos años, etc. Aquí es necesario analizar las creencias inadecuadas y los pensamientos distorsionados sobre las conductas adictivas.

Si la persona cree que tiene que hacer un cambio (estadio de contemplación o de acción), tiene que marcarse pequeñas metas, más que metas importantes, difíciles de conseguir o de saber si se pueden conseguir. También tienen que ser metas claras, objetivas y alcanzables, que se puedan realizar en plazos concretos (un día, una semana, dos semanas, etc.). Conforme consiga las primeras metas márquese las siguientes. El conseguir las primeras anima a proseguir en las siguientes.

Si tiene dificultades no se desanime ante ellas. Pueden servirle para no bajar la guardia y para, con más ahinco, afrontar todas las situaciones difíciles que le produce su dependencia, ya que el abandono y el mantenimiento, en las primeras fases, es difícil. Conforme trancurra el tiempo, el control se incrementa y mejora la confianza en uno mismo. Por ello debe siempre pensar positivamente en cada nuevo paso que dé. Las dificultades, en esta fase, son el motivo para poner más empeño en superarlas.