Los últimos estudios sobre las drogas en el País Vasco alertan sobre las culturas de los jóvenes (Elzo y otros, 2000), para concluir que alcohol y cánnabis se consumen por puro placer, por pasárselo bien o para disfrutar del momento de consumir la sustancia, aunque a cada droga se le atribuye diferentes funciones potenciadoras; el alcohol ayuda a desarrollar mayor actividad y a la desinhibición y el cannabis es un producto relajante. El alcohol forma parte del mundo juvenil, en el proceso de relación en el tiempo de ocio, algo que no puede decirse del cannabis, aunque ambas sustancias son un camino hacia la búsqueda del disfrute y de la huida de lo cotidiano, de lo aburrido o preestablecido que tanto asusta a los jóvenes.
A partir de estas conclusiones, los autores invitan al análisis de las características del «ser joven» actual para entender que los procesos de socialización se realizan en actividades intrínsecamente unidas a diferentes drogas. Debe conocerse el proceso valorativo de los jóvenes y de los padres de los jóvenes, para poder aprehender el fenómeno de las drogas entre la juventud actual. Son nuevos retos los profesores tienen en su compromiso educativo con las drogas, compromiso en el que no están solos.
Desde la aprobación de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo la prevención de drogas en el ámbito escolar se encuadra dentro de un enfoque más amplio de Educación para la Salud, «asignatura que está considerada como materia transversal, es decir, desarrollada a lo largo de todo el curriculum escolar por lo que los centros educativos han de asumir la elaboración de un proyecto educativo de centro que contemple la Educación para la Salud como un objetivo educativo», recuerda el Plan Nacional Sobre Drogas en la memoria del Observatorio Español sobre drogas de 1998.
Pero ¿qué sucede en la práctica escolar? La respuesta del PNSD (1998) no deja lugar para la duda: «actualmente el 100% de los centros de educación primaria y secundaria obligatoria lo contemplan así». Es decir, que el todos los centros han asumido la educación para la salud como transversal dentro de sus proyectos educativos.
¿De dónde salen estos datos?. En el texto no hay referencia de estudio alguno y tampoco se explica cómo se ha llegado a una conclusión tan impactante. Así que uno sigue en su búsqueda de información, ahora, sobre estudios que puedan, sino mostrar la práctica real en los centros educativos, sí aproximarnos a su conocimiento o, al menos, a comprender algunos de los elementos implicados en esta tarea tan compleja como es la educación.
Y encuentro una investigación que recoge las respuestas de los docentes, es decir, de los profesionales que se hacen cargo de esta tarea educativa relacionada con las drogas. El estudio sobre los profesores españoles ante las drogas (Megías y otros, 1999) aporta una serie de datos que invitan a la reflexión a todos los profesionales que tienen que ver con la educación escolar, incluidos, por supuesto, los responsables de la administración, sobre todo los relacionados con las drogas y con la educación. Es un estudio que refleja el sentir de los profesores españoles en su conjunto, ya que se apoya en una muestra representativa de todo el estado. ¿Estarán ellos de acuerdo con esta afirmación tan contundente que sostiene que en todos los centros escolares se contempla la educación para la salud-drogas en sus proyectos educativos? Veamos las respuestas de los profesores:
— Si el 68.8% de los profesores españoles ha abordado de alguna forma el tema de prevención de alcohol y drogas en su clase, tres cuartas partes de los mismos sólo lo han hecho de una forma puntual. En cuanto a la educación para la salud, son un 80.7% los profesores que la han abordado y, de entre ellos, el 37.5% de una manera sistemática.
— Sólo el 24.8% de las actuaciones de prevención, en alcohol y drogas, en clase ha sido realizadas en el contexto de un proyecto de centro. El resto de las actividades, o bien se hicieron con apoyo de agentes externos (5.1%) o bien fueron autogestionadas en diversa forma (70.1%). Las actividades en el marco de un proyecto de centro aumentan porcentualmente en el nivel de enseñanza primaria y, sobre todo, se ven positivamente afectadas cuando las actividades las realizan educadores formados previamente en prevención (30%).
En un estudio realizado sobre la aplicación de programas educativos en escuelas del País Vasco, aparecen resaltados parecidos (Vega, 2000):
— Se reconoce que la «educación para la salud» como transversal no esta asumida en más de la mitad de los centros con tan sólo uno de cada diez profesores que dice que esta educación para la salud está contemplada en el proyecto de centro.
— Los profesores han abordado el tema de Educación para la Salud en la mayoría de los casos (más de la mitad) de forma puntual, mientras que casi uno de cada cinco de los profesores ni siquiera abordó el tema.
— En el caso del abordaje concreto de la cuestión de las drogas, son muy parecidos con más de la mitad que ha llevado a cabo un abordaje puntual y uno de cada cinco que dice no haber hecho nada al respecto.
— Los centros no acaban de asumir en su proyecto educativo las cuestiones relacionadas con las drogas. En general domina un trabajo puntual, frente a una trabajo sistemático, unido a un proyecto de centro. Por otra parte, la conexión con el exterior para mínima.
— La existencia de unos programas concretos, con su material didáctico, resuelve en no pocas ocasiones, la cuestión de las drogas, de forma barata y sin mayores compromisos (sin negar el esfuerzo personal de muchos profesores y técnicos) resultando la «mejor respuesta» a un fenómeno complejo y de raíz eminentemente social.
Hay que reconocer que la legislación vigente, abre nuevos horizontes ante las drogas, al pretender ofrecer una educación de calidad, al comprometerse en dar respuestas educativas a las necesidades especiales, al asumir la orientación psicopedagógica como apoyo al pleno desarrollo educativo, al defender una escuela accesible a la comunidad con sus problemas y sus recursos, al contemplar la problemática de la drogas en la educación para la salud. Pero sólo ofrece posibilidades, no hechos. La experiencia pasada en la educación sobre las drogas muestra que todo puede seguir igual una vez superada la novedad. Sin un compromiso reflexivo y continuo de los educadores y de los profesionales preocupados por la educación y por la problemática de las drogas, la única posibilidad viable seguirá siendo el abuso de las drogas, síntoma claro del fracaso educativo de nuestra sociedad.
BIBLIOGRAFÍA
— ARANA, X., I., MARQUEZ, A. VEGA (1999), Drogas: cambios sociales y legales ante el tercer milenio». Madrid, Dykinson, 2000.
— ELZO, J. Y OTROS(2000), Las culturas de las drogas en los jóvenes. Ritos y fiestas. V. Vitoria, Gobierno Vasco.
— MEGIAS, E. Y OTROS (1999), Los docentes españoles antes las drogas. Madrid, Santillana/FAD,
— PLAN NACIONAL SOBRE DROGAS (1998), Observatorio Europeo sobre drogas I. Madrid, Ministerio del Interior.
— VEGA, A. (2000), El País Vasco ante las drogas. Los retos del proyecto comunitario en las escuelas. San Sebastián, Gakoa.