Políticas de drogas

Doctor en Sociología de la Universidad de Michigan, Sam Friedman es el Director del Social Theory Core del Centro sobre el Uso de Drogas e Investigación del VIH en el National Development and Research Intitutes, Nueva York, EE.UU. Es autor de más de 300 publicaciones relacionadas con VIH y uso de drogas.

Tras su participación como panelista en el Foro Social Mundial en Porto Alegre (Brasil) en enero de 2003, visitó Buenos Aires y estuvo discutiendo con Intercambios sobre distintos aspectos vinculados a las drogas.

«El sistema actual no está funcionando. Es tiempo de intentar algunas experiencias y ver qué puede funcionar»

¿Cuáles son las consecuencias, en términos de salud pública, de las políticas actuales de drogas, en el mundo?


La política actual promueve el incremento del uso de drogas inyectadas y el VIH entre los usuarios de drogas. Por ejemplo, tenemos un estallido de la epidemia de SIDA en Rusia y otros países y un gran aumento del uso de drogas y del uso inyectable allí. Probablemente, del 60 al 80% de los usuarios de drogas inyectables en el mundo tienen Hepatitis C.

¿Quiere decir que esta epidemia es también consecuencia de las políticas de drogas y no sólo del uso de drogas?

La actual política de drogas dificulta que la gente pueda usar drogas en forma segura; se comparten jeringas y algunas veces para evitar a la policía, tratan de inyectarse rápido y comparten jeringas u otros equipos y así los virus pasan de persona a persona. De esta manera, que la droga sea ilegal ayuda a diseminar el virus. Esta situación de ilegalidad, también colabora para que mucha gente muera de sobredosis.

¿Cuáles son los cambios necesarios para revertir esta situación?

El más importante es construir esfuerzos en la reducción de daños. Organizar proyectos para hablar y trabajar con los usuarios de drogas, con organizaciones de usuarios, en las que ellos mismos trabajen con otros usuarios de drogas para llevar adelante acciones como el no compartir jeringas; ayudar a la gente a aprender y a actuar de manera que los casos de sobredosis sean menos frecuentes y muchas cosas como éstas. Todo esto es factible.

Un cambio en la política de drogas hará que esto sea más fácil y reducirá los usos de drogas poco seguros. Nos permitirá también, tener algún control sobre la calidad de la droga, lo que quizás posibilite la prevención de las sobredosis.

¿Tratamiento o encarcelamiento?

Poner a alguien en la cárcel no beneficia a nadie.

Pero hay personas que piensan: “Esa gente es peligrosa para mí y tiene que estar en la cárcel”.

Generalmente no lo son. Usualmente la mayoría de la gente encarcelada por drogas no es peligrosa.

Ahora bien, ¿necesariamente el tratamiento es la respuesta? No. No todos necesitan ir a un tratamiento por drogas, sólo porque usen drogas. No creo que la opción sea cárcel o tratamiento. También se pueden encontrar tratamientos inadecuados.

Eso sí, sin dudas, “no encarcelamiento para los usuarios de drogas”. Si eres un usuario de drogas, necesitas algo más que lo que significa estar en la cárcel.

¿Qué es lo malo de “la guerra contra las drogas”?

Conduce a una mayor difusión de infecciones graves como el VIH/SIDA, a más muertes por sobredosis, a más violencia, tanto de parte de los usuarios tratando de obtener drogas ilegalmente, como de parte de los vendedores de drogas, y de la policía contra los usuarios de drogas y los vendedores de drogas.

En realidad, yo no paso mucho tiempo yendo por el mundo y diciendo: “legalicemos las drogas” porque pienso que hay un montón de incertidumbres. De lo que sí estoy seguro, es de que el sistema actual no está funcionando.

¿Incertidumbres?. ¿Usted quiere decir que no está seguro que legalizar las drogas sea la solución?

Yo estoy seguro que legalizar las drogas no es la solución completa. Y estoy seguro que no sabemos todo lo que pasaría cuándo y si las drogas son legalizadas. Lo que si sé es que el sistema actual no está funcionando. Entonces es tiempo de intentar algunas experiencias y ver qué podría funcionar.

Entrevista publicada originalmente en el «Boletín Intercambiando, Año 1, Nº 1, Febrero 2003»