Cuando se mencionan las drogas y los procesos de adicción se tiende a olvidar con cierta frecuencia las drogas legales y en particular el tabaco. Sin embargo, todas las drogas, sean legales o ilegales, pueden originar un enorme daño en nuestro organismo.
Según el informe sobre sustancias psicoactivas publicado este año por la Organización Mundial de la Salud, el coste socio-sanitario creado por la adicción a la nicotina es muy superior al originado por la suma de los procesos adictivos al resto de las drogas legales e ilegales. En muchas ocasiones se tiende a considerar el tabaquismo como un simple hábito que puede ser perjudicial para la salud y olvidamos que el consumo de tabaco suele reunir todas las características de una adicción. La drogadicción se define como la pérdida de control para el consumo de una sustancia a pesar del conocimiento de sus efectos perjudiciales y que se acompaña de episodios de recaída incluso tras largos periodos de abstinencia.
Los consumidores de tabaco podrán identificar con facilidad su hábito con la definición de este proceso patológico. La nicotina contenida en el tabaco produce sus efectos adictivos activando los mismos circuitos cerebrales sobre los que actúan todas las drogas de abuso, es decir, los circuitos responsables del control de los fenómenos de recompensa y placer. Estos circuitos están ubicados en una región del cerebro que se denomina el sistema límbico y resultan esenciales para el mantenimiento de funciones vitales como la búsqueda de alimento, el comportamiento sexual o el instinto maternal. El consumo de nicotina altera el funcionamiento de estos poderosos circuitos de recompensa y origina cambios adaptativos que modifican de una manera persistente el comportamiento, dando lugar a la instauración de la adicción.
Uno de los criterios que definen la capacidad adictiva de una sustancia consiste en la evaluación del porcentaje de personas que habiendo probado dicha droga se vuelven adictas a ella. En el caso de la nicotina, el porcentaje de consumidores que se vuelven adictos es superior al porcentaje de consumidores de cualquier otra droga abuso. Este dato no sirve para restar peligrosidad al resto de las drogas. Aunque la nicotina sea la principal sustancia adictiva conocida en el tabaco, es importante destacar que el fumador inhala elevadas cantidades de otras sustancias tóxicas como son el cadmio y el monóxido de carbono, entre otras. Por consiguiente, un sujeto dependiente de nicotina que necesita unas cantidades determinadas de esta droga al día no mejorará su patología consumiendo cigarrillos con bajo contenido en esta sustancia, pues con ello no conseguirá de ningún modo disminuir la inhalación del resto de los compuestos tóxicos.
Las posibilidades de tratamiento del tabaquismo disponibles en el momento actual son aún muy limitadas y ello incide en el elevado porcentaje de fracaso que se observa en aquellas personas que desean abandonar el tabaco. Se precisa, pues, continuar las investigaciones con la finalidad de definir aquellas características genéticas que podrían explicar la diferente vulnerabilidad individual a padecer este proceso adictivo y, sobre todo, para poder identificar nuevas dianas en nuestro organismo que permitan el diseño de fármacos con una mayor eficacia para combatir el tabaquismo. La previsible disponibilidad de nuevas herramientas farmacológicas en un futuro próximo podrá sin duda mejorar las perspectivas de los pacientes adictos al tabaco.
Firmado: Rafael Maldonado
Catedrático de Farmacología
Publicado en La Vanguardia el 17/01/2005