Empecemos con una definición: ¿De qué hablamos cuando hablamos de sustancias psicodélicas? La palabra psicodelia es de origen griego y significa “manifestación de la mente”. Así que se podrían definir como un grupo de moléculas, de origen natural o sintetizadas, que permite acceder a otros estados de conciencia. “La premisa de la investigación sobre los alucinógenos es que esos otros modos de conciencia podrían ofrecernos beneficios específicos, ya sean terapeúticos, espirituales o creativos”, escribe Michael Pollan en Cómo cambiar tu mente, un best seller publicado en 2018 que ha contribuido a revitalizar el debate sobre el uso terapéutico de sustancias como el LSD o la psilocibina.
El poder político también parece haber empezado a cambiar de actitud con respecto a estas moléculas. El 5 de enero, el Ministerio Federal de Salud de Canadá modificó su reglamento de alimentos y drogas: ahora se permite que los médicos del país puedan solicitar el uso de sustancias como psilocibina, MDMA o LSD, entre otras, para el tratamiento de ciertos pacientes. Estados como Oregon han suavizado su legislación y en California este año se discutirá el proyecto de ley 519 del Senado, que propone la descriminalización de ciertos alucinógenos.
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