Amenazas de una guerra comercial, resurgimiento de las viejas políticas de lucha contra el narcotráfico y medidas de seguridad sobre la mesa, o mejor, en las fronteras de Norteamérica. Es el panorama que ha acaparado la atención en los últimos días y ante el que los líderes políticos de la región se han apresurado para detener, de momento, lo que prometía ser una avalancha de desastrosas consecuencias económicas y políticas para todos los involucrados.

Trump ha sabido presionar al estilo de Trump: atacando la parte financiera. Para detener los aranceles de represalia del 25 %, México acordó desplegar de inmediato 10.000 soldados de la Guardia Nacional en la frontera con EE. UU. para combatir el narcotráfico, mientras Washington se comprometió a hacer más para detener el tráfico de armas a su vecino país latinoamericano, como anunciaron el mandatario estadounidense y su homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum, el lunes 3 de febrero. Así, la imposición de esas tasas de aduanas quedaron en pausa por un mes.

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