En una clase de más de veinte personas, los alumnos hacen scroll en sus pantallas —ya sean de portátiles, tablets o móviles— mientras escuchan la voz del profesor detrás de ellos. Para que pueda vigilar lo que todos ven, el maestro se pone a sus espaldas y dicta las diferentes lecciones mientras mantiene un ojo puesto en que sus alumnos no se distraigan con memes, chats o videojuegos. Esta escena, de la que se han quejado muchos docentes en los últimos años, se había convertido en la tónica habitual de muchas clases de colegios e institutos. Sin embargo, en Catalunya está a punto de desaparecer.

A partir del próximo mes de septiembre, todos los centros educativos de Catalunya serán oficialmente espacios libres de móviles y relojes inteligentes. Ni en las aulas, ni en los pasillos, ni en los patios podrá verse un teléfono. La instrucción, firmada por el Departament d’Educació i Formació Professional, marca un punto de inflexión en la política tecnológica de la escuela pública catalana: tras más de una década apostando por la digitalización del aprendizaje —y acelerada tras la pandemia— ahora se impone un proceso de “desescalada digital” que afecta desde la etapa infantil hasta la secundaria obligatoria.

Fuente: La Vanguardia. Texto completo aquí.