Prevención y abordaje de la exposición al alcohol en el embarazo

El documento Prevención y abordaje de la exposición al alcohol en el embarazo, publicado por el Ministerio de Sanidad de España en 2025, está dirigido a profesionales de la salud con el objetivo de ofrecer pautas claras para prevenir y abordar el consumo de alcohol en personas en edad fértil, gestantes, durante el postparto y la lactancia. Se basa en un enfoque integral de salud pública que promueve el cribado sistemático y la intervención breve, así como la educación y el acompañamiento sin juicios, buscando reducir los riesgos para la salud materna e infantil.

El consumo de alcohol durante el embarazo puede ocasionar efectos graves e irreversibles en el feto, incluyendo los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), con impactos físicos, cognitivos y conductuales permanentes. Además, existe una baja percepción de riesgo en muchas mujeres, especialmente en las primeras semanas del embarazo, lo que puede llevar a exposiciones tempranas antes de conocer el estado de gestación. El alcohol también se transmite a través de la leche materna, por lo que se desaconseja su consumo durante la lactancia.

Para abordar esta situación, el documento recomienda realizar un cribado universal del consumo de alcohol en personas en edad fértil y gestantes, utilizando herramientas validadas como el AUDIT-C, AUDIT y ASSIST. Estos instrumentos permiten clasificar a las personas según el nivel de riesgo y aplicar una intervención proporcional, que puede incluir desde el refuerzo positivo hasta la derivación a servicios especializados. Las intervenciones deben ser empáticas, confidenciales y adaptadas al contexto social y personal.

En la etapa preconcepcional, se hace hincapié en promover estilos de vida saludables, ofrecer métodos anticonceptivos eficaces y aplicar intervenciones como el programa CHOICES, diseñado para reducir el consumo de alcohol y mejorar la planificación del embarazo. Durante la gestación, se plantea la realización de cribado en todas las visitas y la aplicación de intervenciones según el nivel de riesgo identificado. En el postparto y la lactancia, se refuerza la importancia del seguimiento para evitar recaídas y se recomienda la abstinencia total de alcohol durante la lactancia debido a los riesgos para el lactante.

El consumo de alcohol en personas gestantes no es únicamente el resultado de una elección individual, sino que está profundamente influido por los determinantes sociales de la salud. Estos incluyen factores estructurales como el nivel socioeconómico, la educación, el entorno social, el acceso a servicios sanitarios, las normas culturales, el género y la presión del entorno. El reconocimiento de estos elementos es clave para entender por qué algunas personas tienen más dificultades para evitar o abandonar el consumo de alcohol durante el embarazo, incluso cuando conocen los riesgos.

En este sentido, el texto señala que las personas en situaciones de vulnerabilidad tienen más probabilidades de verse afectadas por los daños del alcohol, incluso si consumen menos que personas en mejores condiciones sociales. Este fenómeno se conoce como la paradoja del daño del alcohol, donde las consecuencias negativas del consumo son desproporcionadamente más graves en grupos vulnerabilizados.

Además, se hace hincapié en la importancia de atender a los factores de género, señalando que las personas, y especialmente las que pertenecen al colectivo LGTBIQ+, pueden experimentar más estigmatización, presión social y discriminación. Estas experiencias pueden llevar a un mayor aislamiento y a recurrir al alcohol como mecanismo de afrontamiento ante situaciones de estrés, violencia de género o abuso. También se indica que muchas gestantes enfrentan presión directa para beber por parte de su entorno más cercano (pareja, familia, amistades), lo cual puede dificultar su capacidad para mantenerse abstemias.

El abordaje del consumo de alcohol durante el embarazo, por tanto, no puede centrarse únicamente en responsabilizar individualmente a las gestantes. El documento subraya la necesidad de adoptar un enfoque estructural y comunitario, que fomente entornos protectores y saludables, donde no se normalice el consumo de alcohol, y que promueva el acceso equitativo a la información, los servicios de salud y el acompañamiento social. Además, se destaca que para que las intervenciones sean efectivas deben diseñarse con perspectiva interseccional, teniendo en cuenta cómo se cruzan las distintas desigualdades (clase social, etnia, género, orientación sexual, etc.) en cada caso.

Por ello, cualquier política pública orientada a la prevención debe incluir medidas para reducir la exposición al alcohol en medios de comunicación, espacios públicos y productos dirigidos a mujeres, así como intervenir sobre las estrategias de marketing de la industria del alcohol, que muchas veces trivializa el consumo y lo vincula con el bienestar o el éxito social. Todo ello debe complementarse con un trabajo constante de capacitación a profesionales, campañas de sensibilización y fortalecimiento del tejido comunitario.