En incontables cuartos, desvanes y garajes, cientos de miles de plantas se cuidan con esmero, alimentando sus raíces con agua rica en nutrientes y bañando las hojas con lámparas de calor las 24 horas del día.
Y si los vecinos tienen un cuarto con cortinas oscuras, del cual emana un rico aroma a tierra, es probable que cultiven algo mucho más potente que jitomates: tal vez formen parte de un auge sin precedente de la producción casera de cannabis, la cual se cree que representa más de la mitad de toda la droga consumida en Gran Bretaña.
Se trata de una explosión disparada por una combinación de factores, entre ellos, el relajamiento de la clasificación de la cannabis como droga de clase C en este país; la persistente demanda de consumidores de edad madura y de clase media que prefieren no enredarse con tratantes, y la fácil disponibilidad, vía Internet, de semillas y equipo que permiten el cultivo. Pero también se propagan nuevas operaciones comerciales, basadas en pequeñas unidades fabriles o almacenes, algunas de las cuales son rastreadas actualmente por la policía con ayuda de las compañías de energía, preocupadas por el uso ilegal de la electricidad.
Las cifras de la práctica
Como el cultivo de la yerba sigue siendo ilegal, es difícil obtener una cifra confiable de las personas que lo practican, sea para consumo propio o para vender. Sin embargo, una serie de nuevos datos obtenidos por The Independent sugiere que la policía descubre al menos una docena de cultivadores o «granjas» por semana. A esto se suma la evidencia anecdótica que aporta la industria, totalmente legal y en crecimiento, de compañías que distribuyen semillas de cannabis y equipo de cultivo hidropónico (basado en agua), la cual indica un viraje masivo hacia el cultivo doméstico en los dos años pasados.
Mike Hough, profesor de política penal en el Kings College de Londres, coautor de un informe publicado en abril de 2003 en el que se predecía que la mariguana de cultivo casero pronto representaría la mitad de todo el consumo, señaló en fecha reciente: «Estas cifras sugieren que tal aseveración es más válida hoy que cuando escribimos el informe».
Según la policía metropolitana, los incidentes relativos a la producción casera de cannabis se han elevado de unos 230 anuales en 2002-03 a 420 el año pasado y 242 en lo que va de éste, lo cual indica que el total de 2005 en Londres podría llegar a 600. Se cree que la situación en el resto del país es similar.
Por su parte, EDF Energy, compañía que suministra electricidad a gran parte del sur de Inglaterra, incluida Londres, indicó a The Independent que sus investigadores descubren en colaboración con la policía un promedio de 40 «fábricas» de cannabis por mes, cuando hace 18 meses era apenas un puñado.
Los investigadores de energía actúan cuando hay evidencia de dramáticos incrementos o decrementos de consumo. Entre los signos de probables cultivadores están cortinas permanentemente cerradas o uso de bolsas de basura en las ventanas para bloquear la luz o humedecer la atmósfera.
Existe la creencia general de que las cifras revelan sólo una pequeña parte de la verdadera extensión del cultivo de mariguana. Un mejor indicio es la red de compañías que abastecen el mercado de la producción casera, cuyas ventas ahora llegan a miles de millones de dólares.
El sistema de cultivo
Si bien algunos aún cultivan las plantas en su jardín, la mayoría opta por el sistema hidropónico porque produce plantas robustas con rapidez y confiabilidad. Los cultivadores comerciales no tienen opción.
«Ha habido un rápido incremento en el cultivo en pequeña escala», indica Brian Briggs, propietario de Hempstead Hydroponics, empresa que vende paquetes para principiantes en unos 600 dólares, los cuales contienen de una lámpara de 600 vatios, capaz de desarrollar cinco plantas desde la siembra hasta la cosecha en unas 12 semanas, con las cuales se producen entre 500 y 800 gramos de yerba. Los costos adicionales son nutrientes y electricidad, de unos 15 dólares por semana. Los usuarios intensivos realizan entre tres y cuatro cultivos por año, utilizando ya sea semillas o pies.
El concepto de la hidroponia existe desde tiempos primitivos y consiste en cultivar en contenedores, sin uso del suelo, en un medio como guijarros artificiales o gránulos, y alimentar las raíces con una solución basada en agua, rica en nutrientes. Se utiliza luz potente para estimular el crecimiento.
«Si bien no podemos anunciar nuestro producto para usos ilegales -precisa Briggs-, estamos conscientes de que 90 por ciento de nuestros clientes probablemente lo usan para cultivar cannabis, lo cual desde luego no convalidamos». El y otros industriales informan que muchos de sus nuevos clientes son personas de edad avanzada con familias, quienes prefieren cultivar su producto comprando semillas y equipo por Internet en vez de tratar con traficantes. «Vienen un montón de personas con sus hijos y nos dicen que los chicos saben cómo cultivarla para sus padres». Algunas son personas con problemas de salud, como esclerosis múltiple y migrañas, que según se dice pueden mitigarse con mariguana.
Mientras todos los vendedores de paquetes hidropónicos añaden etiquetas en las que declaran no convalidar el uso ilegal y que no es su responsabilidad en qué se usan, existe menos ambigüedad en la venta de semillas de cannabis, aunque la mayoría se venden con etiquetas como «Sólo para fines de novedad». Existen ahora empresas que venden docenas de variedades de las semillas a precios que oscilan entre 20 y 80 dólares por paquete, según la fuerza y el número de semillas. Muchos son híbridos basados en la variedad conocida como zorrillo, con nombres como Superzorrillo, Belladona y Llama de Amsterdam y, por supuesto, existen variedades orgánicas. Los folletos, de apariencia convencional, ensalzan las virtudes de las plantas y la calidad del humo que producen. En un sitio web se afirma que la Mata Durga hace «estallar la mente, y sin embargo es deliciosa y fácil de cultivar», en tanto la Caber Cristal es una variedad afgana que puede cultivarse en interiores y exteriores: «Esta índica tiene un penetrante aroma dulzón y las hojas son anchas, de color verde oscuro. Es una yerba de los buenos tiempos».
Steve Kirby, administrador de otro sitio, Paraíso Cannabis, afirma que vende unos 50 paquetes por semana, mientras Mark Evans, de Todoelmundolohace, revela que sus ventas se han cuadruplicado en los dos o tres años recientes, y explica que muchos clientes pagan con tarjetas de crédito. «Son personas que llevan años fumando, pero han avanzado en la escala social y prefieren no asociarse con traficantes o andar preguntando en pubs».
El tercer aspecto de esta floreciente industria es el número de las llamadas «tiendas para la mente», que venden semillas y parafernalia para fumadores, como papel enrollable y pipas; hace 10 años eran un puñado, y ahora se cree que existen unas 2 mil en el país.
El profesor Hough y organismos como DrugScope, principal grupo de análisis sobre el tema en Gran Bretaña, creen que el auge tiene un lado bueno y uno malo. «Si la accesibilidad del equipo de cultivo permite que la gente se aísle de las redes criminales de abasto, es bueno», expresa. Sin embargo, existe preocupación de que cualquier aumento en el consumo de cannabis fuerte tenga efectos adversos en la salud.
Martin Barnes, director de DrugScope, advierte que pese a la imagen del cultivo de cannabis de un «delito sin víctimas», es peligroso pasar por alto los riesgos de salud, a causa de los cuales, el Consejo sobre el Uso Indebido de las Drogas, del que Barnes es miembro, ha sido comisionado por el gobierno para rexaminar la clasificación de la cannabis, y es probable que tenga en cuenta el impacto de la producción casera.