La adicción a una droga tiene muchos parecidos con otras enfermedades. Por eso, además de los programas de prevención, los médicos buscan soluciones a este problema desde el punto de vista médico. Iván Montoya, investigador del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, habló ayer en Valencia de uno de los caminos farmacológicos que en el futuro podrán ayudar a paliar los efectos de las adicciones. Los estudios para aprobar la vacuna contra la nicotina entrarán el año que viene en la última etapa de pruebas clínicas y podría aprobarse en tres o cuatro años, según explicó Montoya durante la inauguración de las XXXIV Jornadas Nacionales de Socidrogalcohol que comenzaron ayer en Valencia y finalizarán mañana.
Estas terapias inmunológicas se basan en la administración o generación de anticuerpos que logran «secuestrar» la droga de abuso en el torrente sanguíneo antes de que pueda alcanzar el cerebro. Estas vacunas servirían para la prevención del consumo en adolescentes -al no llegar la sustancia psicoactiva al cerebro, no se produciría la adicción-, la prevención de recaídas de personas que han dejado de fumar y para tratar a mujeres que estén embarazadas. En este último caso, estudios en animales han demostrado que la vacuna impide la llegada de la nicotina al cerebro del feto.
Prevención
Terapias similares contra drogas como la cocaína o la heroína también se están estudiando, pero aún se encuentran en una etapa más incipiente y, como señaló Montoya, «a pesar de los resultados prometedores de estos tratamientos todavía faltan muchos años para encontrar la píldora mágica para prevenir todas las drogadicciones, por lo que los planes de salud para prevenir son fundamentales».
Otro de los aspectos científicos que pueden ayudar a prevenir problemas con adicciones es la genética. El profesor Henry Kranzler presentó ayer algunos de sus estudios sobre distintos tipos de alcoholismo, dependiendo de la mayor o menor predisposición genética y la edad de inicio en la bebida. Sus estudios sobre la reacción de unos y otros a distintos tratamientos está detrás de la idea del trasfondo neurobiológico que puede determinar la mayor o menor gravedad de la adicción al alcohol. El estudio de los factores biológicos que pueden determinar el riesgo alcohólico de una persona permitirá hacer un tratamiento adaptado para cada paciente.
Pero la consideración de los factores biológicos no debe hacer olvidar los sociales. La delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moyá, alertó sobre la «escasa percepción de riesgo» y la «normalización» del uso de sustancias como la cocaína, el cannabis y el alcohol entre los jóvenes. Moyá atribuyó este cambio a la diferente percepción social de las adicciones a drogas como la heroína, con la que la marginación de los consumidores se hacía patente.
Moyá se refirió también a la imposición en España del modelo anglosajón de consumo de drogas, entorno al fenómeno del botellón. «Los jóvenes desconocen que esto tiene efectos muy importantes en el sistema nervioso», enfatizó. Según explicó la delegada, «hay investigaciones científicas que certifican la aparición de daños cerebrales, hormonales y digestivos que condicionan el desarrollo», motivos por los que su consumo no se debe banalizar.
Respecto a la nueva imagen de los consumidores de drogas en España, Moyá explicó que, frente al arquetipo de desarraigo social del adicto a la heroína, ahora se trata de jóvenes integrados, que consumen varios tipos de drogas, con una orientación al ocio y concentrada en los fines de semana.
En estas jornadas, se continuará hablando sobre las continuas interacciones entre la predisposición genética a la adicción y la influencia del factor ambiental y psicológico. Como recordaron los ponentes, las dos partes son parte del problema del abuso de drogas y estudiar ambas es necesario para paliar el problema.