«El daño que está produciendo el consumo de alcohol en nuestra sociedad es irreparable. Prohibir el acceso de los jóvenes a las bebidas alcohólicas no es una cuestión ideológica o de libertad, sino de salud». Así de contundente se mostró ayer Amadeo Oria, médico internista, durante la charla que ofreció en el Aula de Cultura que organiza EL COMERCIO. Junto al doctor, también estaba Teresa Pérez-Espinosa, psiquiatra.

Los dos alertaron de los daños cerebrales que produce en las personas, sobre todo entre 12 y 20 años, el consumo de alcohol, al que calificaron como «una droga potencialmente tóxica que causa estragos psicológicos y físicos». Según Oria, «es el tercer factor de riesgo tanto de muerte como de incapacidad en Europa, aunque entre los jóvenes ya se ha convertido en el primero. La OMS lo cifra en 55.999 muertes al año en personas de entre 15 y 29 años».

Oria también abordó una cuestión muy controvertida en los últimos 30 años: los factores genéticos relacionados con la vulnerabilidad alcohólica. Según explicó, «sin negar la importancia de los factores culturales, sociales, psicológicos y familiares que intervienen en la génesis de esta compleja enfermedad, existe un sector de la población con un riesgo mayor de desarrollar esta enfermedad si se expone al tóxico. En concreto, entre un 20 y un 40% de la población corre más riesgo de padecer esta enfermedad». Aunque también aclaró que «no implica que el que es más vulnerable, vaya a padecer la enfermedad». Según arguyó, «la norma debería ser la existencia de un familiar directo con la enfermedad».

El doctor advirtió de que las consecuencias del consumo etílico no sólo se reducen a la incidencia o prevalencia del alcoholismo a medio plazo-latencia de 5 a 10 años desde el inicio del consumo-, sino también desencadenan problemas de salud pública, (derivados del coma etílico, accidentes…), fracaso escolar, inadaptación, mayor riesgo de consumo de otras drogas, entre otras.

Pérez-Espinosa explicó que «el es la sustancia psicoactiva más utilizada en España. Muchas personas la toman para tranquilizarse y al final, acaban con un trastorno de ansiedad». Entre otras complicaciones psíquicas, también señaló intoxicación etílica, amnesia, delirium tremens, alucinosis, ezquizofrenia, psicosis e incluso delirio celotípico, es decir, los llamados celos patológicos. Incluso, apuntó que a ésta última se deben muchas de las muertes por violencia de género en nuestro país.

Las causas que favorecen la aparición, el doctor destacó el mayor poder adquisitivo de nuestra sociedad, la permisividad social y la trivialización del consumo así como la asociación de alcohol y ocio. Además, señaló que «la globalización ha favorecido una progresiva desaparición de los modelos de ingesta asociados áreas geográficas y zonas culturales concretas».

Según Pérez Espinosa, el tratamiento de rehabilitación ha de contemplar un programa individualizado, en el que ha de estar presente la familia, y que también incluya farmacoterapia, psicoterapia y por su puesto, la abstinencia total, la que señaló como «la pieza central de la estrategia terapéutica».