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La acción de las anfetaminas sobre el sistema nervioso central es compleja. El efecto final, a dosis relativamente pequeñas de estas sustancias, es el aumento de las concentraciones sinápticas de monoaminas (fundamentalmente dopamina para la metanfetamina y serotonina para la MDMA). A lo largo de la década de los 70, se recogieron evidencias que demuestran que estas sustancias, a dosis altas, son neurotóxicas en animales de experimentación, efecto que algunos autores apuntan también en el hombre, en base a estudios de neuroimagen.
Esta neurotoxicidad consiste en la pérdida de terminales dopaminérgicos y serotoninérgicos, los cuales se recuperan meses después, aunque se obtienen patrones de reinervación anómalos. Se postula que esta neurodegeneración podría ser la base de los efectos nocivos de estas sustancias sobre los procesos de memoria y aprendizaje demostrados en los consumidos crónicos de estas drogas.
Se ha demostrado una estrecha relación entre la producción de especies reactivas de oxígeno, y la lesión neurotóxica inducida por metanfetamina y MDMA. Dado que observamos que bloqueando el receptor nicotínico alfa7 podíamos anular la producción de especies reactivas de oxígeno, se planteó la hipótesis de que este mismo bloqueo podría proteger de la neurotoxicidad por estos derivados anfetamínicos.
El receptor nicotínico alfa7 juega un papel importante en el sistema nervioso central. Su alteración está implicada en diversas patologías y, además, en la acción reforzadora de sustancias adictivas como la nicotina y la cocaína. Así, en 2007 se demostró que el bloqueo del receptor alfa7 era útil para tratar la adicción al cánnabis.
Para nuestro estudio utilizamos la memantina, antagonista glutamatérgico indicado en la enfermedad de Alzheimer y de la que posteriormente se demostró que también era antagonista alfa7.
Esta sustancia fue capaz de prevenir la pérdida de terminales dopaminérgicos inducida por metanfetamina y la de terminales serotoninérgicos inducida por MDMA. Asimismo la memantina revirtió aquellas pruebas in vitro donde se cuantificaron indirectamente los efectos psicoestimulantes de estas drogas. En todos los casos se demostró que el efecto protector de la memantina era derivado fundamentalmente del bloqueo del receptor nicotínico alfa7.
Hasta ahora, el mejor candidato para prevenir el daño neuronal inducido por MDMA era la fluoxetina. Sin embargo, la reciente demostración de que este fármaco disminuye la eliminación renal de la MDMA, supone la posibilidad de que la fluoxetina potencie los efectos tóxicos agudos de la MDMA, por lo que ha dejado de ser una adecuada medida preventiva.
El interés del trabajo publicado radica además en la posibilidad de que la memantina, dada su aplicación clínica, pueda ser útil también para tratar los déficits cognitivos observados en los consumidores crónicos de estas sustancias, así como la adicción a estas drogas.