«Ponme la última copa, y me voy»… y así un día detrás de otro. «Dame un cigarrillo, que mañana lo dejo»… pero ese día no llega nunca. «Invítame a una raya, que me estoy quitando»… Son aún muchos los castellanos y leoneses que se debaten a diario en esa lucha interna, en ese dilema entre el «bien y el mal», aunque poco a poco las cruzadas contra el alcohol, el tabaco y las drogas van haciendo mella en las conciencias.

Tanto es así que el consumo diario de cigarrillos y de bebidas alcohólicas se sitúa en Castilla y León en el nivel más bajo de los últimos 20 años. Pero no sólo ha caído el consumo. También se ha moderado el número de copas o de pitillos que cada castellano y leonés se lleva a la boca.

Los datos que maneja el Comisionado Regional para la Droga de Castilla y León, en base a las encuestas «El consumo regional de drogas» y la «Encuesta Escolar», dan pie a la esperanza de que la tolerancia hacia estas drogas legales llegue al pretendido cero.

Sin embargo, este órgano, dependiente de la Consejería de Familia, prefiere observar los datos con «cautela» y esperar a próximas encuestas para constatar que esta tendencia a la baja se confirma.

Hace dos décadas, el 26,2% de la población castellana y leonesa bebía de lunes a domingo. Hoy, veinte años después, sólo el 9,8% declara que necesita un trago, y dos y tres, de forma diaria. Este porcentaje ha caído, principalmente porque, según el Comisionado, se está abandonando el «patrón de consumo mediterráneo» por el «patrón de los países anglosajones». Es decir, se olvidan del consumo diario por uno concentrado en el fin de semana.

Y aunque el número de los que sucumben a las «fiestas» de fin de semana se ha reducido también drásticamente desde 1989, lo cierto es que aún un 35,6% opta por los viernes y los sábados para darse un ‘atracón’ de alcohol.

A medida que baja el nivel de los consumidores diarios y de los semanales, proporcionalmente sube el porcentaje de consumidores que buscan una oportunidad especial para dejarse seducir por distintos aromas y sabores. Un 40,3% reconoce que bebe «de vez en cuando».

¿Pero cuántas copas de vino o de ron pueden ‘caer’ en una noche? Siempre menos que a comienzos de la década. Si en el año 2000 un 21,6% de los castellanos y leoneses vivía ‘agarrado’ a una botella, en 2008 era solamente un 4,6%.

Se dibuja así una pendiente descendente muy acusada de los bebedores de alto riesgo, aquellos que consumen 28 unidades a la semana si son hombres o 17 en el caso de las mujeres, entendiendo por unidad una copa de vino o una cerveza o dos whiskys.

Consumidores problemáticos

Esa misma bajada, aunque no tan pronunciada, se observa en los consumidores «problemáticos», los que ya presentan un apreciable daño en el organismo. Del 8,2% catalogado en este nivel de riesgo en 2000 se ha pasado a un 6,1% en el último ejercicio.

Producto de esta moderación, el número de intoxicaciones etílicas también ha ido decreciendo, hasta registrarse un 14,7% en los últimos seis meses. Porcentaje alto, pero menor al 21% del año 2000.

El comportamiento de los jóvenes es fiel reflejo de la sociedad. Y, de esta forma, la Consejería de Familia está observando una reducción de la proporción de jóvenes bebedores habituales y de fines de semana. La rebaja aún es muy ligera, sobre todo si se tiene en cuenta que actualmente un 32,5% de los estudiantes entre los 14 y los 18 años asegura que bebe cuando sale los viernes o los sábados.

Si la ‘cruzada’ contra el alcohol está dando resultados positivos en la Comunidad, la ‘guerra’ contra el humo del tabaco le sigue los pasos. En dos décadas, la proporción de fumadores habituales en la población general de Castilla y León ha descendido un 29%, y entre los menores de 18 años un 20% desde que en el año 2002 comenzaron a hacerse este tipo de encuestas.

No sólo ha bajado el hábito en los hombres, ahora también en las mujeres. La última encuesta apunta a que en 2008 un 31,5% de los castellanos y leoneses no era capaz de dejar pasar un día sin encender un cigarrillo. A veces, uno detrás de otro.

Pese a que el porcentaje aún no es excesivamente halagüeño, lo es más que a finales de la década de los 80, cuando un 44% de la población fumaba de forma compulsiva día a día.

Tras una fase de crecimiento ininterrumpido, donde se llegó a alcanzar cifras de un 15% de los castellanos y leoneses que consumían de forma habitual cannabis, los niveles del último año no sobrepasan ya el 7,7%.

Eso sí, en términos generales, porque si se observan los datos de consumidores de hachís o marihuana entre los chavales de 14 a 18 años, la proporción se dispara hasta el 30,5%.

Aún así, una reseña para la esperanza: la línea constante y ascendente que se inició en el año 1994 en el 12% entre los más jóvenes se detuvo en 2004 en el preocupante 38,9%. A partir de ahí se advierte una disminución.

La cocaína ha experimentado un freno en la Comunidad en el último año. Su consumo disparado se ha detenido y hoy un 1,8% confiesa que esnifa coca como práctica habitual. Lejos está la fecha de 1992 cuando se ‘tocó techo’ y ‘atrapó’ a un 4,5% de los ciudadanos de la Comunidad. Los menores también han dado la espalda en parte a ese polvo blanco, aunque todavía los índices afectan al 3,1% de los estudiantes que no han alcanzado la mayoría de edad.

La prevalencia de las drogas ilegales, tales como éxtasis, anfetaminas, alucinógenos, opiáceos e inhalables, es baja, especialmente en la población general. Tras una intensificación del consumo de este tipo de sustancias al inicio de la presente década, actualmente se está observando un desceso considerable.