Compendio de reflexiones sobre prácticas ejemplares para acompañar a mujeres en situación de sinhogarismo que conviven con malestares mentales y hacen uso de drogas.

Imagina que has tenido un día largo y agotador en el trabajo. Estás cansada y te gustaría dejarlo todo. Parece que nada en tu vida va bien y fantaseas con mudarte a Canadá con una nueva identidad. Al llegar a casa, descubres que tu compañera de piso se ha ido, ha dejado el fregadero lleno de platos sucios y se ha acabado los huevos con los que planeabas hacerte una tortilla para sobrevivir. Te vas a dormir enfadada, triste y con dolor de estómago porque, al no tener nada más, has comido chucherías viendo la tele. Dormirás fatal y, aun así, mañana será igual que hoy.

Ahora imagina el mismo día. Pero esta vez, cuando llegas a casa, tu compañera ha preparado la cena para ambas. Tienes un plato caliente y alguien con quien compartirlo. Os contáis vuestros dramas y, de repente, acabas riendo, riéndote de ti misma. No sabes cómo ha pasado, pero te vas a dormir con el corazón reconfortado y las penas más lejanas.

Si todas podemos sentir el impacto de estos pequeños detalles en nuestras vidas, que son más o menos estructuradas, saludables y estables, imaginemos el impacto que pueden tener en la vida de mujeres en situación de exclusión residencial, víctimas de violencias machistas, con problemas de salud mental, que ejercen la prostitución o consumen drogas. Mujeres a las que, en lugar de cuidarlas y ayudarlas, el sistema las revictimiza y violenta, les deja el fregadero lleno de suciedad y les roba la cena.

«Compendio de reflexiones sobre prácticas ejemplares para acompañar a mujeres en situación de sinhogarismo que conviven con malestares mentales y hacen uso de drogas» es un informe de la ONG Thakhi-Runa que recoge reflexiones y buenas prácticas para acompañar a mujeres en situación de sinhogarismo que también enfrentan problemas de salud mental y consumo de drogas.

El documento nace de la necesidad de transformar la atención social hacia las mujeres que sufren múltiples formas de violencia, exclusión y revictimización por parte de un sistema diseñado desde una perspectiva androcéntrica. En las Islas Baleares, por ejemplo, los servicios de atención a la violencia de género excluyen a mujeres que consumen drogas o tienen problemas de salud mental, lo que las deja desprotegidas.

Asimismo, busca compartir prácticas que ayuden a construir un modelo de atención más justo y equitativo, basado en el respeto, la empatía y la adaptación a cada caso individual. Las principales reflexiones y prácticas que se destacan en el informe son:

Individualización del acompañamiento
Cada mujer tiene una historia única. La atención debe adaptarse a sus necesidades en lugar de aplicar reglas rígidas que pueden generar exclusión.

Importancia de la flexibilidad
Aunque la relación entre profesionales y usuarias debe mantener ciertos límites, la cercanía y la informalidad en momentos clave ayudan a generar confianza.

Prácticas antirracistas
Es crucial evitar prejuicios y reconocer la diversidad cultural de las usuarias, garantizando el acceso equitativo a recursos y eliminando barreras idiomáticas. Es fundamental desmontar estereotipos y trabajar desde una perspectiva interseccional que entienda cómo la discriminación por género y raza impacta.

Creación de espacios seguros
El entorno donde se lleva a cabo la atención es fundamental. Pequeños gestos, como ofrecer una bebida caliente o evitar interrupciones, pueden marcar la diferencia.

Trabajo en red
La coordinación entre servicios de salud mental, drogodependencias y violencia de género es clave para evitar que las usuarias queden fuera del sistema por criterios excluyentes.

Insubordinación profesional
Ante normas injustas o ineficaces, algunas profesionales optan por desobedecer protocolos para garantizar la protección y el bienestar de las mujeres.

Paciencia infinita y respeto por los tiempos de las usuarias
Los procesos de recuperación y cambio pueden ser largos y requieren comprensión sin presiones.

Defensa de los derechos humanos
Muchas de estas mujeres ven vulnerados sus derechos de forma cotidiana. Las profesionales deben ser persistentes en su defensa.

Reflexión y autocrítica
Es fundamental detenerse a evaluar las prácticas y no caer en automatismos que refuercen el mismo sistema que se busca cambiar.

El rol del hombre profesional
Los hombres en el ámbito social deben desarrollar una mirada feminista y comprender el impacto de su presencia en mujeres con experiencias de violencia.

Este estudio destaca la necesidad urgente de romper con las dinámicas patriarcales y opresivas, promoviendo espacios de apoyo y reflexión para impulsar un cambio estructural y social. Actualmente, la perspectiva de género casi no está integrada en el sistema, dependiendo únicamente de la voluntad de las profesionales, lo que vulnera los derechos de las mujeres y de quienes enfrentan múltiples desigualdades. Pequeños gestos pueden tener un gran impacto en personas en situación de vulnerabilidad, y humanizar la atención implica ofrecer una acogida cálida, crear espacios seguros y ejercer una paciencia infinita para fomentar la confianza y la recuperación.

 

Captura de pantalla extraída del informe / Martínez, N., Batle, S. Casanovas, M. (2025)