No hay nada tan efectivo como tocarle la cartera a alguien para lograr que modifique sus hábitos. Así que no hay nada tan efectivo para promover el abandono del tabaco como subir el precio del paquete de cigarrillos. Un incremento del 25% en las tarifas logra reducir el número de fumadores un 7% de forma rápida y a largo plazo la tasa puede llegar incluso al 14%. La prohibición total de fumar en todos los espacios públicos cerrados, que acaba de entrar en vigor en España, es casi tan eficaz. El número de adictos se puede reducir en un 11%.
Estos son las proyecciones que manejan los médicos asturianos especializados en el tema del tabaco. Estos estudios muestran el efecto que tiene sobre los fumadores las diferentes medidas que pueden adoptar las Administraciones públicas. Por ejemplo, la financiación del tratamiento de deshabituación, una opción que baraja el Ministerio de Sanidad y que reclaman los profesionales sanitarios, tiene una repercusión mucho más limitada. El abandono oscila entre el 1% y el 2% a los dos años, en función de la cobertura de la financiación, ya que hay Gobiernos que abonan una parte del programa y otros el coste total.
¿Si su efectividad es baja, por qué los médicos reclaman a la Administración que la apruebe? La respuesta la tiene José Manuel Iglesias, miembros de la Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria (Samfyc) y del Comité de Prevención del Tabaquismo, dos de los colectivos que reclaman la medida y que manejan los informes de efectividad. Iglesias señala que es una forma de ayudar a aquellas personas que tienen más dificultades para desengancharse y, además, es más económico gastarse el dinero en planes de deshabituación que en tratar las patologías derivadas del consumo del tabaco.
A nivel internacional se ha comprobado que la intervención de las Administraciones en el consumo de tabaco es el denominado “patrón-oro”. Cada millón de dólares invertido salva a 7.000 personas. Este mismo estudio, citado por el doctor José Manuel Iglesias, señala que los tratamientos farmacológicos para dejar de fumar son más eficaces que los tratamientos de otras enfermedades crónicas, como la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia.
Otras regulaciones ¿Y qué sucede con la prohibición en la publicidad, promoción y patrocinio de productos de tabaco? Este tipo de iniciativas públicas consiguen que, a largo plazo, hasta el 6% deje la nicotina. Del mismo modo que las campañas en los medios de comunicación de masas dirigidas al conjunto de la población reducen en un 7% la población fumadora, siempre que tengan continuidad, estén bien financiadas y se combinen con otras actuaciones.
También se ha analizado el efecto que tienen otras medidas que fueron polémicas antes de su aprobación, como el etiquetado con imágenes o frase educativas o de advertencia en las cajetillas de tabaco. Se ha comprobado que estas acciones logran convencer al 2% de los fumadores para que dejen los cigarrillos.
Lo único que los expertos en la lucha contra el tabaco no han conseguido determinar es la eficacia a largo plazo de los programas educativos que se ponen en marcha en los centros escolares. En este caso no se conoce cuántos alumnos nunca han empezado a fumar o, de los que ya lo hacían, cuántos lo han dejado.
Los médicos quieren que se combinen todas las medidas posibles, porque de su combinación depende el éxito de la deshabituación.